IX

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Él decía, él siempre y sólo decía: "no te preocupes", "no te preocupes". En el fondo era una especie de pared donde se podía confiar, porque aunque quisiera ver sus posibilidades, estaba amarrada a ellos sin que supiera, no tenía absolutamente ningún círculo al que apoyarse o tener una cercanía, siempre le afectó ese tema de sus vínculos interpersonales, pero decidió un día que no le tomaría importancia nunca más, que ella se podría afirmar por sí sola y así llegó al camino de solo tener una mejor amiga... Que ni siquiera ha aparecido.
Sabía que de igual manera ellos eran una base de vidrio, no se podía fiar completamente, sentía una sensación en el estómago, algo, que cada vez que pensaba en el padre de la familia o en la señora, le daba una punzada en el estómago, y no por el hecho desenfrenado y caluroso que había pasado entre ellos en el comedor, sino la familia en general, algo había ahí, pero estaba nublado todavía a su visión para darse cuenta de verdad.

Dependiendo de los distintos sucesos, con alta o baja adrenalina que la hacia olvidarse de su verdadera realidad, seguía con la misma sensación de vacío, angustia mental, emocional y físicamente, sentía en el fondo de su estómago una sensación desagradable que todavía no se iba, que se plantó desde el día que despertó fatalmente. Pero todo eso se iba cuando se acercaba el señor Oh; esa molestia se convertía en otra mucho más fuerte y mucho más inexplicable, no tenía base ni fundamento para explicar tal sensación que iba mucho más allá que un malestar, o más bien: placer.

No comió nada, estuvo en su cuarto con la maleta lista, debes en cuando se le escapaba una lagrima inconscientemente, pensando y estando sola en todo sentido, tanto física como inmaterialmente.
Sehun iría a subir para verla, ya que ni siquiera había bajado para la cena o una merienda, pero justo llegó su familia, esfumándose su intención con mala gana.

-Anda Hunri, saluda a tu papá.

La señora entró y el pequeño fue de inmediato corriendo a los brazos de su padre.

-¡Hola papi!

De inmediato el hombre levantó a su pequeño, volteando en círculos, haciendo que el niño riera.

-¿Qué tal grandote? ¿La pasaste bien hoy?

-Sí, jugué mucho hoy con mis compañeros.

Se sentaron en el sillón jugueteando, mientras Yari dejaba las cosas de su hijo en el ropero.

-Qué bien muchacho..-le dio una pequeña caricia en el pelo-... Ya, tienes que subir a bañarte y después jugaremos ¿ya?

-Bueno... Pero ¿y mamá?

Miraron a su alrededor y no había nadie, ni se sentía la presencia de la mujer, la necesitaban ya que sin ella Hunri no se podía bañar; ella siempre lo bañaba.

-Estoy en la cocina bebé, ¿qué sucede?

-Me tengo que bañar mami.

La señora apareció con unos guantes amarillos flúor y con una seña le dijo a su niño que subiera.

-¿Qué pasó? -preguntó el hombre al ver la expresión de su esposa.

-Hunri, sube primero y prepara las cosas, iré de inmediato ¿ya?

-Bueno mami.

Hubo un silencio absoluto hasta que el chiquito subiera las escaleras por completo. Ya él dentro del baño, Yari explotó:

-¿Qué estuviste haciendo todo este tiempo? Está absolutamente todo sucio... Siempre tengo que hacer las cosas de la casa y de Hunri al mismo tiempo... Yo no debo preocuparme de la limpieza; para eso están las nanas..

-Yari...

-Yo debo preocuparme de nuestro hijo solamente.... Te he dicho que contrates una nana, pero desde que está aquí no has hecho nada ni te has preocupado de nosotros. Tu hijo te necesita y apenas le prestas atención. -susurraba en ira contra su esposo, muy cerca, para que nadie más escuchara.

-Mira, amor...

-Siempre he hecho todo por ti y nuestra familia, nunca he reclamado ni te he pedido nada ni le he dicho a nadie, tus caprichos siempre los he escondido bien, pero esta vez, espero que no tengas nada que ver con lo que pasó.

-¡absolutamente qué no! -la llevó del brazo hasta el sillón-.. No tuve nada que ver... Está bien que te enojes, pero es que no he encontrado una empleada adecuada.

Se quedaron mirando callados sin ninguna expresión. La impaciencia de Yari comenzó por un tema y terminó por uno completamente distinto, pero que también le afectaba, mucho más que por que no tenían nana, cuando podrían contratar tres.

-Iré a ver a Hunri.

Sin más se fue, hasta con los guantes. Sehun quedó ahí descansando, bufando de que siempre era el mismo tema, su esposa nunca le reclamaba directamente todo lo que han pasado por su culpa, pero siempre le sacaba en cara eso; siempre, cualquier mínimo gatillante hacia que explotara lo que tenía guardado. Era frecuente cada mes las peleas a escondidas del niño, y siempre por la misma espina, pero ya Sehun sabía cómo calmar las aguas.

La cena se comió todos juntos, pero completamente callados, nadie se miraba ni pronunciaba algo para hablar, solo mínimas frases necesarias.
Cada uno al terminar subió a hacer sus cosas y prepararse higiénicamente para dormir. Ya cuando el más chico dormía profundamente, Yari fue a la habitación a descansar.

-Yari, sé lo mucho que te has esforzado por mantenernos juntos y protegerme, por eso te amo.

Sehun yacía en la cama, solo con pantalones negros. Yari no lo tomó mucho en atención, pero se recostó en su lado para dormir.

-Yo también te amo, Sehun...

Este empezó con pequeños besos, hasta profundizar más, con toques y desnudandose completamente, entrando en calor los dos.
Victoria procesando muchas cosas, tirada en la cama, su habitación es colindante a la del matrimonio, provocando esto que escuchara los agitados sonidos y movimientos que hacían, los jadeantes gemidos de la mujer. Quiso taparse los oídos con la almohada pero fue imposible, la vibra caliente de la habitación de al lado se traspasaba a la suya, así que se acercó a la pared a escuchar mejor, apoyándose.
Los gemidos eran cada vez más rápidos y profundos, algo abajo de ella pasaba cuando escuchaba los grabes quejos de Sehun, le excitaban tanto, tanto que quería ser ella la que estaba ahí desesperadamente, ella la que sentía bruscamente al hombre, quería ser ella la que lo tocaba.



El Vecino Where stories live. Discover now