Ojos azules

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Son pocas las veces de las que Jack Conway puede afirmar que le han tomado completamente desprevenido

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Son pocas las veces de las que Jack Conway puede afirmar que le han tomado completamente desprevenido. Incluso las persecuciones o redadas, siendo un Superintendente, apenas podían causar algo de sorpresa en él con alguna estratagema esporádica —que tenían que haberse currado mucho—.

Impresionarlo era una hazaña que hasta podía merecer su propia medalla y, ahora, en medio del aturdimiento de recién despertar, nada evitó que mirara estupefacto el fino semblante de un niño despierto que lo observaba. El instante se congeló por unos segundos, donde Conway no se perdió la luz blanca y tenue de la habitación iluminando cariñosamente el rostro del infante: Sus mejillas rosadas, su piel recuperando color, largas pestañas e iris azules como el mar.

Recostado y sin moverse, sólo su pecho subiendo y bajando, tenía su cabeza ladeada sobre la almohada, mirándolo seriamente. Sus ojos reflejaban la lámpara del techo denotando su consciencia concurriendo, evaluándolo en silencio; sólo sus pupilas se movían ligeramente, detallando lo que veía con una expresión imparcial y anti-natural para un niño de su edad.

Conway sintió que estaba juzgándolo, esperando que hiciera cualquier movimiento. Lo comprobó al quitarse la manta de encima y notar los ojos del niño perseguir rápidamente la caída del objeto e instantáneamente verlo de vuelta al rostro. Esos ojos fijos le hicieron saber que no debía hacer movimientos bruscos, si lo que quería era evitar perder cualquier oportunidad de que confiara en él.

Decidió avanzar lentamente, probando el terreno.

—Hola... —dijo torpemente, haciendo un esfuerzo por suavizar su voz—. Estás a salvo en este lugar... ¿Puedes decirme tu nombre?

Jack esperó pacientemente una respuesta o, aunque fuese, alguna seña que le diera algo con lo que comenzar, pero el niño sólo mantuvo un silencio rígido. Conway tragó un nudo en su garganta, comprendiendo que no sería tan fácil.

—Llamaré a los enfermeros, ¿vale? Espera aquí.

El niño no se inmutó, invariable en su gesto. Conway se levantó lentamente ante la concentrada mirada, sintiendo en su espalda al infante observándolo hasta que cerró la puerta detrás de sí. En el pasillo sólo estaba Gordon, que al verlo salir se levantó de la silla en la que se encontraba.

—Conway. —Lo recibió—. ¿Todo bien?

—Un niño se ha despertado.

—¿En serio? —las cejas castañas se alzaron. Una pequeña sonrisa se formó en la comisura de sus labios—. ¿Cómo está? ¿Busco a alguien para que lo revise?

Ver la cara del hombre iluminarse hizo que Conway quisiera animarse también, pero se interrumpió a sí mismo manteniendo la entereza. Primero tenía que priorizar el bienestar del niño despierto.

—Sí, intenta que sea Doctor Muerte —pidió. Normalmente estaría bien cualquier enfermero, pero ahora mismo, tratándose de infantes con potenciales secuelas psicológicas, tenía que recurrir a ser más precavido y selectivo con quienes entraban en contacto con ellos. Doctor Muerte ya tenía experiencia tratando a víctimas de crímenes, por lo que fue su opción obvia—. Él será su médico. Cuanta menos gente esté implicada en tratarlos, será mejor.

El mar es infinito: El caso de los gemelos no identificados || GTAroleplayWhere stories live. Discover now