Capítulo 30

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Capítulo 30

Aurora Flecher.

-¡Aleph!, ¡Aleph! - lo llamé - Mi amor ya llegamos, despierta. - pasé mis manos por su rostro adormilado.

-¿Ya llegamos? - preguntó.

-Sí, despierta - respondí.

Abrí la puerta del vehículo, y como pude ayudé a mi hijo a salir del mismo.

Harris ayudó a entrar las maletas hasta el interior de la casa, mientras Aleph y yo nos quedamos afuera, observando el lugar.

La casa era bastante grande. Pero, en estos momentos, no era algo que llamara mi atención.

-Entren o pueden resfriase - dijo Harris.

-¿Viviremos aquí? - inquirió mi pequeño hijo.

-No, mi amor - negué con la cabeza - Entremos, para que así nos alistemos.

La noche estaba más oscura y fría que siempre, tanto que el aliento, podía verse y cortarse en el aire.

-Gracias a Dios que Johanna se preocupó y te abrigó - susurré mirando a Aleph adentrarse a la nueva casa.

Durante quince minutos, Harris, mi hijo y yo, nos dedicamos a visitar cada una de las habitaciones y rincones de la casa.

-Este lugar mis papás lo tenían en la lista de bienes destinados a la venta - explicó Harris.

-Es bonita - dije refiriéndome a la vivienda.

-¿De verdad? - alzó las cejas Harris.

-Sí - afirmé entre risas.

Harris me miró raro.

-Solo le hacen faltan unas remodelaciones, cosas que la hagan ver más a la moda o, que la traigan a la modernidad. Pero, fuera de todo eso, es muy bella, y tiene ese toque, que la convierte en algo especial.

-Si tú lo crees - dijo con una sonrisa.

Una hora después nos encontrábamos totalmente listos para irnos a cenar.

Harris, Aleph y yo, lucíamos magníficos.

Esta noche, el cielo y el frío hacían una magnifica pareja. Ellos, al igual que nosotros, habían decidido hurgar entre sus closets, y escoger su mejor vestuario. El cielo; optó por un maravilloso traje azulado muy oscuro, con estampado estrellado, que lo hacía ver despampanante; y el frío, él iba tan bien vestido como siempre, tanto así que en su caminar, podía notarse la seriedad con la que se tomaba la elegancia de dejar helados los cuerpos de cada uno de los que se encontraba en la carretera, en esta silenciosa y lóbrega noche.

-Cariño - la voz de Harris me sacó de mis pensamientos.

-¿Sí? - lo miré dulcemente.

-Llegamos. ¿Estás bien? - preguntó al verme un pensativa.

-Sí, solo veía el cielo estrellado. - respondí mientras tomaba su suave mano para salir del vehículo.

-¡Ah! - él llevó sus ojos al cielo y dejó ver sus dientes - Sí, está hermoso. - admitió.

Harris y yo caminamos sin soltar nuestras manos, y poco a poco nos adentramos al restaurante donde nos esperaban sus padres.

Sonreí al escuchar la voz de Aleph detrás de mí-Este lugar es anaranjado. - dijo.

-Es por las luces. - contestó Harris riendo.

-¿Las luces las apagan cuando van a cerrar? - inquirió mi pequeño hijo.

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