Capítulo 12

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Capítulo 12

Aurora Flecher

Sentía la frialdad y humedad del ambiente, movía poco a poco los dedos de mis manos, percibí la solidez de lo que parecían ser piedras.

Quería levantarme, pero me estaba tan adolorida que mi deseo, no parecía ser una opción. Abrí mis ojos con pesar y mi corazón se llenó de preocupación al observar lo que mi vista me mostraba. En el suelo, junto a mí, había tierra húmeda, piedras y hojas secas. Elevé mis ojos y mi angustia creció cuando grandes árboles se presentaron ante mí.

¿Dónde estoy? — pensé.

Apoyé mis manos en el suelo y como pude me levanté.

Todo estaba mojado y húmedo, al parecer recientemente había llovido.

Mi cabello probablemente se encontraba hecho un asco. Lo sentía mojado y a eso sumémosle que hace unos segundos encontré una hoja viviendo cómodamente en él.

No había ninguna señal de vida por aquí, y eso me preocupaba en demasía.

Como el tráiler de una película a gran velocidad, ciertas cosas se me fueron mostradas. Aleph, Alexander y yo en el supermercado.

¿Qué pasó? — frunzo el ceño.

Siento algo de ardor y picazón en alguna parte de mi cabeza, llevo mi mano hacia el lugar y me arrepiento de inmediato. Veo mi mano y no puedo evitar horrorizarme ante el líquido rojo que se encuentra en ella.

Observo con detenimiento mi ropa y la misma en distintos lugares tiene manchas de sangre.

¿Qué me han hecho? — mi boca se entreabre.

Empiezo a caminar por el sendero, no sé hacia donde me dirijo, ni siquiera sé dónde estoy, no sé qué me hicieron. No sé nada.

Los minutos pasan y sigo caminando, la noche se aproxima y eso me preocupa.

Finalmente me encuentro con un cartel marrón, viejo, doblado y casi en el suelo, pegado con un inútil clavo en el tronco de un árbol. Este llevaba las palabras «Cashfalls» talladas en la madera.

Me quedo sin entender nada. Sigo caminando hasta que me doy cuenta de que mis pies ya me han empezado a doler.

No puedo más, llevo demasiado caminando y no encuentro nada ni a nadie.

Intento hacer memoria, pero no recuerdo nada y el corazón se me estruja cada que pienso en mi hijo.

¿Y si le hicieron algo a él? no, no lo soportaría.

Los pensamientos no dejan de pasar por mi mente.

Cuando menos me lo espero, ante mi aparecen unas cuantas casas de madera, un lugar que parece ser un parque, pero uno en el que ninguno de los juegos funciona. El tobogán luce oxidado, los columpios no se ven en buen estado, de hecho, me atrevería a decir que las cadenas que sostenían los pequeños asientos no son para nada seguras.

Por otro lado, mis ojos se topan con un lugar que intenta dar aires de tienda, pero a mí me da aires de otra cosa. El letrero que yace encima de la estructura está dañado, una parte del nombre del lugar brilla, pero el otro lado es todo lo contario, sin contar que el letrero está a punto de desplomarse. Las paredes del lugar se ven descuidadas, la pintura hace mucho se ha ido, en su lugar solo hay una capa de algo gris.

Una mujer sale del lugar que acabé de describir y respiro hondo cuando observo con detenimiento las fachas que se carga.

Avanzo hasta el lugar, entro y me siento un poco mejor al notar que el interior no es tan malo como su exterior. Hay frutas, leche, latas de refresco, botellas de jugo, pan y ¿Qué es eso?

La Sombra del Magnate © #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora