Capítulo III

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Al llegar la mañana, llamó mi atención oír las risas de los cachorros y otras bestias adultas. No sabía lo que estaba pasando, pero tampoco me animé a salir para descubrirlo.

"Apestas a perro sucio", lo oí de nuevo.

Inconscientemente olfateé mi pelaje. Y sí, realmente apestaba. No había podido darme un baño decente en días.

—Debería darme un baño —pensé en voz alta.

Me miré en el espejo. Mi ropa estaba sucia y desgastada, mi pelaje irsuto y enmarañado que pedía un corte o al menos un cepillado

Alguien llamó a mi puerta.

—¿Mizzy?

—Ese es mi nombre. Ten —me entregó ropa y unas toallas —. Hay más de donde salió eso. Si quieres te puedo enseñar dónde está la sala de baño.

Nuevamente me sentí avergonzado.

—Gracias.

—La mayor parte de la casa está ambientada para las bestias. La señorita Emily convive mucho con nosotros aunque también tiene su espacio. Pero supongo que hay unas reglas que ya te explicará más tarde cuando la veas.

—¿La veré en la tarde?

—La señorita Emily siempre intenta apoyarnos hasta que vea que estamos listos para seguir solos. Con algunos pasa mucho tiempo y con otros no tanto. Es relativo.

—¿Hace esto seguido?

—¿Rescatar bestias? Si fuera por ella se traería a todas las bestias del mundo, pero supongo que hay ocasiones en las que hay suertudos con buenos amos y que no necesitan ser rescatados. O bestias que no los tienen y que aún así viven su vida a su manera en alguna parte del mundo.

—Los buenos amos no se hacen llamar así.

—Tienes razón. Pero no necesariamente tienen que ser buenos.

—¿La señorita Emily...?

—Ella no entra en esa categoría. Ella sí es una buena persona. Una de las mejores que he conocido.

Una parte de su abdomen llamó mi atención. Era rosada y carecía de pelo. Era una cicatriz bastante grande. Tan pronto como notó que la miraba, la cubrió con sus manos y dejó las otras cosas que tenía sobre una banca.

—Como sea, disfruta del agua caliente. No te ahogues.

—Gracias. Lo... —salió cerrando la puerta — Siento.

Ya solo en el lugar, me di cuenta de que el espacio era tan lujoso como el de mi antiguo amo. Pero era para nosotros.

Al entrar en el agua, la sensación era tan diferente, que no pude evitar tensar mi espalda al sentir el calor en esta. Me dolía, y no era exactamente por la temperatura. Quería recostarme, pero eso solo haría que me doliera más.

"A ver si con esto aprendes a hacer las cosas bien".

Ahí estaba de nuevo.

—¿Qué habrá pasado con Rita?

Rita era mi única amiga en ese lugar. Ella y Danna, la ama de llaves.

Danna era la más antigua en ese lugar. En pocas palabras, ella fue quien "ayudó" en mi crianza, que prácticamente era darme ese amor maternal y hacer que dejara de llorar luego de los constantes castigos sin razón del amo. Varias veces me defendió ganándose regaños y trabajo extra.

Siempre pensé que no le tenía miedo.

—Lamento que tengas trabajo extra por mi culpa —dijo mi yo de siete años. Ella solo sonrió y me sujetó suavemente del morro.

La Casa De Las Bestias Where stories live. Discover now