Capítulo XXIII

9 1 0
                                    

Seguimos al niño humano hasta una casona en las afueras de la ciudad. Se veía un poco más cuidada que las otras que vi de camino, pero aun así necesitaba muchos arreglos. También noté que habían más niños jugando fuera de la casa.

—¿Aquí es donde viven? —preguntó Moly.

—Sí, papá y Kara arreglaron este lugar para vivir todos juntos aquí.

—Waw, sí que se ha esforzado. Pero, ¿no se molestará si vamos? Creí oír que no se encontraba en casa.

—Debería regresar hoy. Se fue hace tres días —el pequeño pareció algo triste por eso —. Siempre viaja cada tanto para estar seguro de que mis hermanos están bien en sus nuevos hogares.

—¿Nuevos... hogares?

—Esto es un orfanato —dijo Jack —. Tiene mucho sentido como para que un humano tenga dos bestias como hermanos.

—Papá dice que solo los idiotas ven esa diferencia.

—Apuesto a que lo dijo junto con la lección de "robar es malo" —dijo Sam. Parecía cada vez mas somnoliento.

—Papá hace mucho por nosotros. Y algunos solo queremos ayudarlo.

Sentí una punzada en mi pecho cuando noté lo doloroso que le resulto decir eso. De alguna forma lo entendía. Danna había hecho mucho por mí, y siempre quise devolvérselo todo.

Cuando llegamos, los niños corrieron adentro y salió una mujer humana. Lo pequeños se ocultaron detrás de ella.

—¿Qué está pasando? ¿Zuri?

—Su amigo está enfermo y necesitan ayuda.

La mujer pareció pensarlo por un momento. Llegué a creer que no nos ayudarían.

—Está bien, entren. Emma, Tim, vayan por una toalla limpia y agua tibia.

La mujer le pidió ayuda a los niños y nos guió a una habitación algo apartada de las demás en donde había una cama junto a la ventana.

Recostamos a Sam en la cama y Kara se encargo de darle algunos cuidados y medicinas que uno de los niños había llevado a la habitación.

—Ahora solo debe descansar. Estará bien en unos días.

—Te lo agradezco —dijo Moly.

—¿Les gustaría comer algo? Ya estamos por cenar.

—No quisieramos molestar.

—No lo hacen. Aquí siempre ayudamos a quien lo necesita. No es tanto lo que podemos ofrecer, pero al menos no nos falta.

—Señorita —dijo el niño para llamar la atención de Moly —. Cumplí con lo que me pidió.

—Es verdad. Toma, repártelo con tus hermanos.

Todos observamos al niño sacar tres lunas de la bolsa que Moly le había dado, para luego darle la bolsa a Kara.

—¿Qué es esto?

—La señorita dijo que nos daría quince lunas a Robbie, Niky y a mí si los ayudábamos a buscar ayuda.

—Se los agradezco mucho, pero no podemos aceptarlo.

—¡Pero hice algo para ganarlo! —reclamó el pequeño.

—Adelante —dije sin pensar —. Nadie nos había ayudado hasta que nos encontró. Realmente se lo ganó.

El niño pareció estar muy aliviado de que dijera que él nos había encontrado y no que le habíamos pedido ayudarnos luego de descubrir que nos estaba robando junto con sus hermanos.

La Casa De Las Bestias Where stories live. Discover now