Capítulo XVII

22 3 0
                                    

El camino fue silencioso, Moly en el frente y yo a casi dos metros detrás de ella.

No podía quitarme esa imagen de la mente. Moly siendo extremadamente amable con ese cachorro que no dejaba de mirarla lleno de ilusión por la historia que le estaba contando.

Quería preguntarle qué era eso de "la casa de las bestias", ¿por qué le decía así?

Tenía demasiada curiosidad, y sabía que era una buena oportunidad para hablar mientras caminabamos por el fangoso camino.

Me sentía tan patético por tener miedo de hablarle. Por horas me limité a pasar el tiempo pateando una piedra que encontré en el camino y que se volvió mi única amiga hasta que decidió abandonarme quedándose atrás.

"Traidora".

Cuando ya estábamos cerca del medio día, comencé a agradecer que Moly me consiguiera un sombrero para que no se me cocinaran los pensamientos que en ese momento estaba teniendo para romper el hielo con ella.

"No seas cobarde. Solo háblale".

"No tengo nada interesante qué decirle, ¿qué se supone que le diga?".

"Cualquier cosa. Recuerda, Thomas dijo que el primer paso es dejar en conocimiento que quieres saber más de ella".

"No sabría cómo empezar".

"Dile algo de ti".

"No soy interesante".

Hubo silencio en mi cabeza.

—Soy patético... —murmuré.

—¿Por qué lo dices?

"¿Por qué a mí...?".

Moly disminuyó un poco su paso hasta que me acerqué lo suficiente a ella.

—¿Estás bien, Rex?

—Sí, solo estaba... divagando.

—Pff... ¿enserio? ¿Y divagar te hace decir que eres patético?

—Bueno...

—No creo que seas patético, Rex. Solo eres tímido, y tienes que trabajar en ti mismo si quieres poder salir tú solo y...

—No sé si me gustaría salir solo una vez que regresemos a casa. Apenas estoy resistiendo bien el estar fuera estos días y...

—¿Quieres regresar a casa?

Noté una pequeña mueca de decepción en su rostro.

—Si quieres regresar... Aun estás a tiempo. Digo, no quiero obligarte a...

—Moly, si quiero hacer este viaje contigo.

"El contigo estuvo demás".

—Digo...

—Descuida. Sigamos entonces.

En cierto modo, ya habíamos roto el hielo, pero no tuve el valor suficiente como para vilver a abrir la boca hasta que llegamos a otro pueblo.

—Bueno, aquí estamos, Zhia —dijo Moly —. Gandar nos acortó mucho el camino hasta aquí.

—¿Aquí es donde está...?

—Sí, aquí es donde hay otro lobo. Sam es muy simpático, te agradará aunque es algo...

—¡MOLY...!

Ambos volteamos. Nosotros y muchas otras personas más a ver a la bestia alta que hacía señas con una mano mientras los demás habitantes se abrían paso para que no caminara sobre ellos.

La Casa De Las Bestias Onde histórias criam vida. Descubra agora