Capítulo XX

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A la mañana siguiente cuando Raoul se levanta de la cama y sale de la habitación, se encuentra a Miriam desayunando en la cocina.

–Hola Miri – saluda frotándose los ojos con las palmas de las manos. –¿Queda café?

–Buenos días, sí, en la cafetera.

Raoul se mueve por la cocina, coge todo lo necesario para su desayuno y se sienta frente a su amiga.

–Ya he hablado con mis padres

–¿Y con Agoney?

–También – contesta sonrojándose un poco. –Ayer por fin pude hablar con él.

–¿Y tus padres que querían?

–Issac.

–¿Otra vez?

–Tiene los días contados en la empresa – se lleva a la boca un trozo de galleta remojada. – Bueno, más bien los minutos.

–Aun sigo sin entender qué ganaba él con esto. – Levanta los hombros y las cejas a la vez. –¡¡Hombres!!

–Oye, que no todos somos iguales. - Responde Raoul.

–Bueno Raoulin, tú eres especial, eso ya lo sabemos. – Le contesta con una sonrisa en la cara.

Raoul le tira la servilleta que tenía entre las manos y ambos acaban riéndose. Recogen todo lo que tenían en la mesa después de desayunar y con la música sonando a través de los altavoces, se duchan y se visten indistintamente.

–¿Te vuelves a Tenerife? – Le pregunta al verle saliendo de su habitación con la maleta en la mano.

–Sí, Miri. Necesito...

–Necesitas muchas cosas y entre ellas, le necesitas a él. – Termina por hablar Miriam.

Raoul se sonroja. No puede negarlo y ahora más que nunca necesita y quiere vivir su vida junto a él. Estos días que ha estado fuera de Canarias, alejado de él, se da cuenta que su yo más mimoso, más sentimental le quiere a su lado. Y quiere compartir con él cada uno de los momentos y experiencias que le quedan por vivir.

–Me conoces muy bien. – Raoul suelta la maleta y con ojos brillantes a punto de que alguna que otra lágrima le caiga, se abraza a su rubia. –Te quiero mucho.

–Yo también, chiquitín. Ven acá, no te sueltes. – Habla cuando siente que su amigo se intenta soltar.

Los últimos segundos de su abrazo son fuertes. Ambos no saben cuánto tiempo pasará hasta que se vuelvan a ver y durante muchos años fueron el pilar fundamental del otro. Aquel que necesitaron en los momentos más importantes e incómodos de sus vidas. Los brazos de Miriam rodean el cuello de Raoul, haciendo que le abrace por la cintura y meta la cara en su cuello, una vez que éste último se pone de puntillas. Ahí, en esa misma posición, las lágrimas que segundos atrás asomaban, ahora deja que salgan libremente.

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De camino a la oficina de su madre, saca el teléfono móvil y llama por teléfono a Agoney. Raoul no lo sabe, pero lo despierta del sueño profundo en el que estaba.

–Hola, Ago

–Hola – Responde con voz soñolienta después de ver el nombre en la pantalla de su móvil.

–Siento mucho despertarte, ¿Te dejo dormir más?

–No te preocupes. – Dice incorporándose ya en la cama. –Ayer entre una cosa y otra me eché muy tarde. – Ríe sabiendo lo que pasó anoche.

–Solo quería decirte que ya tengo billete.

–¿Para hoy?

–Sí. Parece ser que mi madre también tiene contactos.

Con EscalasWhere stories live. Discover now