Capítulo III

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Agoney acaba el desayuno y sube a su habitación, esperando encontrarse por los pasillos a Raoul, cosa que no sucede. Se está mirando al espejo y no puede evitar rozarse el labio con la yema de su dedo pensando que estuvieron tan cerca de probar los otros. Recoge las cosas que el día anterior había sacado de la maleta y se junta con el resto de la tripulación en el hall del hotel, a la espera de que llegue el autobús para llevarlos al aeropuerto.

Intuye que cuando el chico rubio marchó del baño lo hizo enfadado, pero lo que no sabe es que no fue así, que Raoul también pensó en los labios de él. Lo que Agoney no se creería, es que ahora lo está mirando desde la esquina de la recepción. Lo quiere ver una vez más, porque tiene miedo de que si vuelven a coincidir en un avión, él vuelva a comportarse como un idiota o Agoney pase de él.

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Pasan los días y no se vuelven a ver.

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Tres semanas después del encuentro con Agoney en la cafetería del hotel, Raoul no ha vuelto a subirse a ningún avión. Ahora está en el aeropuerto de Barajas para coger uno, pero esta vez no es Tenerife el destino, sino Mallorca, para asistir a la boda de su amiga.

Cuando hacen el llamamiento del vuelo, Raoul ya está en la cola enfrente de las puertas de embarque. Enseña la documentación y sube al avión sin temer encontrarse a Agoney dentro del mismo. El vuelo dura más bien poco, en un abrir y cerrar de ojos se encuentra en la isla que en su día le pareció maravillosa.

Al atravesar las puertas del aeropuerto de Palma de Mallorca, está Cristina, su amiga, y corre hacia ella dejando la maleta a un lado, para lanzarse a su brazos. Hunde la cara en su cuello y se permite soltar alguna que otra lágrima.

-Mi amor, no llores. - Le dice ella acariciándole la cabeza. -Ya estás aquí.

-¡Ay, Cristina! No sabes las ganas que tenía de verte. - Se separa un poco de ella y la mira. -Hace... - piensa -No sé, un montón que no nos vemos.

-Bueno, pero ya estás aquí. - Le coge la maleta. -Vamos, tengo el coche en el parking.

Cuando llegan al coche de ella, guardan la maleta y ponen rumbo al piso del centro de Palma en el que vive con sus padres. De camino en el coche le explica que hoy se queda a dormir en el piso porque al día siguiente es la preboda, pero que mañana se va a ir a dormir a la casa que tienen en un pueblo, donde también se van a quedar tres amigas suyas y un amigo de Rubén, el futuro marido de Cristina. Raoul asiente sin ningún problema, solo espera llevarse bien con esa gente con la que va a compartir casa mínimo durante dos noches, porque al día siguiente del gran día, tiene el vuelo programado para volver a Madrid.

En el momento que atraviesa la puerta del piso, los hermanos de Cristina corren a abrazarlo. Es verdad que no se vieron mucho desde la primera que estuvo allí, pero alguna que otra vez sí que se vieron en la península. Se tienen cariño y eso se nota.

Después de medio instalarse en la habitación de uno de los hermanos, se va con Cristina a dar una vuelta mientras hablan de sus cosas y hacen tiempo para quedar con Rubén.

-Espero que te caiga bien - Le dice Rubén a Raoul cuando le está hablando de su amigo mientras están tomando algo en una terraza.

-¿Es de nuestra edad? - No es algo que realmente le preocupe, pero así va sabiendo un poco más de él.

-Sí - responde Cristina antes de que le dé tiempo a su pareja, girándose para darle un beso.

-Tiene 26 años - Le dice y Raoul sonríe porque él tiene 25. - Así que sí, yo diría que es de nuestra edad. - Hace 27 a finales de mes.

Con EscalasWo Geschichten leben. Entdecke jetzt