🍞Día 3: Antojos🍞

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Yuuri estaba muy preocupado.

El pobre Otabek cada vez parecía estar más demacrado. Como si le estuviesen chupando la vida.

Y eso que solo llevaba dos semanas en esa casa.

Viktor aún estaba renuente a acercárcele o a estar en un mismo espacio con él. Y verlo así le daba gusto. El kazajo tenía unas ojeras muy marcadas y bastante oscuras, su cabello estaba desarreglado y tenía migajas de quien sabe qué en sus hebras, la barba le había empezado a crecer y estaba descuidada, también estaba adormilado, bostezaba a cada minuto y luchaba por no caer dormido en su comida.

Pero ¿Porqué el hombre estaba tan mal?

La razón era el jovencito que comía felizmente el pirozki en la mesa.

Los antojos de Yuri empezaron la segunda semana en la que Otabek se hubo instalado con ellos.

-...Beka...Beka...—Lo movía en la cama. Su estómago rugía y tenía unas inmensas ganas de comer, que no podía evitar molestar a su pareja por ello—...¡Beka! —Golpeó su mejilla, haciendo que este entreabriera su mirada y enfocara sus ojos en él.

Rayos, que el chico en realidad tenía un sueño muy pesado.

-...¿Qué pasa, soldado? —Bostezó y frotó uno de sus ojos, sentándose en la cama.

-...Quiero comer carne seca...—Dijo. El pelinegro enarcó una ceja.

-...¿Y?

-...¿Cómo que "Y"? —Frunció el ceño—...Ve a conseguirme un poco.

-...Yura, son las tres de la mañana...—Bostezó, revisando la hora en su celular—...Déjate de tonterías y vuelve a dormir...—Murmuró y se acomodó nuevamente en la cama.

Yuri tenía la sorpresa bien marcada en su rostro y al oírlo respirar tranquilamente, se enfureció y volvió a moverlo.

-...¡Beka! —Gritó, harto. El suspiro que dio él lo molestó aun más—...Ok. Comprendo. Iré yo...—Gruñó y se levantó de la cama—...Estúpido Beka...—Maldijo entredientes y salió de su habitación, bajó las escaleras y fue a la cocina, en donde se encontraba el japonés, bebiendo un vaso de leche—...Ah, cerdo...—Suspiró y se acercó.

-...¿Yurio? —Parpadeó un par de veces—...¿Qué haces despierto tan de madrugada?

-...Quiero carne seca ¿Hay? —Preguntó, revisando las alacenas.

-...Creo que no...—Negó. El contrario maldijo en ruso, lo que lo hizo sonreír un poco—...Tranquilo, le diré a tu padre que vaya a comprar.

-...Gracias...—Asintió y acarició su vientre.

Yuuri acarició su cabello y subió rápidamente para avisarle a su dormido esposo. Al decirle aquello, el peli-plata bajó a velocidad, apenas alcanzando a ponerse un pantalón y corrió hasta el supermercado más cercano para comprar toda la carne seca que había ahí.

Yurio estuvo complacido al ser atendido de inmediato, por lo que el siguiente antojo se lo dijo directamente a su padre, quien superaba a flash para satisfacer sus antojos.

Desde malvadiscos rellenos de frambuesa hasta huevos de codorniz con queso. Hubieron antojos tiernos, como algodón de azúcar azul o galletas de chocolate con vainilla, también hubieron algunos extraños, como jamón con leche o paltacate con piña, y hubieron unos horribles, como comida de gato o tierra del patio.

Obviamente, estos antojos no fueron cumplidos, ya que podrían hacerle daño.

Para Viktor era agradable complacer a su pequeño, pero le enfurecía que el sin vergüenza de su "yerno no aceptado" no se hiciera cargo. Después de todo, él era el padre del bebé.

Por ello fue que tomó medidas algo duras con su hijo y con ese hombre. Les abrió una cuenta bancaria específicamente para cumplir con los antojos del menor y se la mandó a dar al kazajo. Yuuri fue quien se encargó de ello, pues el peli-plata no quería acercársele. Le explicó nuevamente que era normal y que debía atenderlo, siempre y cuando no fuese excesivo o peligroso para el menor.

La primera travesía de Otabek fué hasta un restaurante italiano para conseguir pasta penne con mucho queso. Era de noche, hacía frío y apenas y pudo colocarse una gabardina, ya que el rubio había llorado para que se apurase. Por suerte tenía su confiable motocicleta, aunque no ayudó mucho contra el frío que lo azotó por la velocidad en que viajó, pero pudo lograrlo. Sobrevivió al primer antojo.

El segundo fué extraño y no sabía si cumplirlo, después de todo, había leído en Internet que tampoco era bueno complacerlo con todo y tenía que limitarlo, pero el rubio sabía como convencerlo. Por ello es que emprendió la búsqueda de helado de fresa con trocitos de papas fritas y leche condensada. Tenía que ser rápido, por lo que, al no encontrar heladerías abiertas, optó por hacerlo todo él mismo. Yuuri vio como se movía de un lado al otro, preparándole el antojo a su hijo y por ello solo sonrió. Casi no lo logra, pero sobrevivió al segundo antojo.

Ya había pasado la semana que Viktor había decidido no ayudar con ello y estuvo levemente complacido con su desaliñada apariencia, eso demostraba que se lo había tomado enserio.

-...Fuiste cruel, pero justo...—Dejó un beso en su mejilla y ayudó al muchacho que casi enterraba la cara en el arroz.

-...Beka, oye, despierta...—Lo sacudió el rubio. El kazajo se había quedado dormido en el comedor.

-...¿Otro antojo, Yurio? —Preguntó el peli-plata, un tanto lejano de ellos. El rubio asintió—...¿Qué es esta vez?

-...Pollo frito con salsa ranchera...—Dijo y acarició su vientre—...Emmmm...Perdonen si soy muy...molesto, pero es que aún no puedo controlarme...—Dijo, agachando su cabeza, avergonzado.

-...Oh hijo, no te preocupes...—Sonrió el mayor—...Mientras sigas viviendo aquí, con nosotros, tendrás todo lo que necesites para que el bebé nazca sano.

-...Tu padre tiene razón, Yuri...—Asintió el japonés—...Todos te apoyamos. Incluso Otabek-Kun, aunque está agotadísimo...—Rió un poco.

Yuri quería llorar. Se abrazó a su dormida pareja, quien por instinto lo acercó más a él y murmuró cosas ininteligibles. Tenía unos padres buenísimos y él se había quejado muchas veces de ellos, a sus espaldas.

Joder, que mal hijo era y ahora caía en cuenta.

-...Bueno, dejen al chico dormir que yo iré por el pollo...—Sonrió Viktor y se encaminó a por ello.

Sip, tenía una familia muy buena.

El Pan Del Tigre #AgostodeM-Preg2022 [Otayuri] 🍞Terminado🍞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora