🍞Día 18: Llanto🍞

355 41 0
                                    

Aún no podía salir del hospital.

Una enfermera se encargó de revisar su cuerpo después que el bebé regresara a observación. Fue una buena elección, ya que de ser un hombre habría acabado como el primero que fue con ellos. La vergüenza del rubio regresó, puesto que revisaron toda su parte baja. Sus genitales y trasero principalmente, prestando mucho más atención al canal de parto. Se le ayudó a levantarse para pesarlo y suspiró aliviado cuando vio que regresó casi a su peso normal

Esas eran buenas noticias para él.

Cuando el día terminó, se sentía ansioso incluso al dormir. Otabek había permaneció a su lado en todo momento, negándose a abandonarlo, por lo que se permitió bajar ligeramente la guardia. Al día siguiente, nada más abrir sus ojos, miró a todos lados buscando a su pequeño.

El pelinegro lo tranquilizaba diciéndole que el bebé estaba bien y que pronto lo traerían nuevamente.

A eso de las 11:00am llegaron sus padres con muchas cosas para el nuevo miembro de la familia. El pequeño Aleksey no fué llevado a ellos hasta pasado mediodía. Sus ojitos verdes miraban todo con curiosidad. Sus manitos y piecitos envueltas en aquellas prendas pequeñitas se movían a todas partes. Su cabecita estaba cubierta por un gorrito de tigre que le quedaba a la perfección.

Viktor juró que sintió que vomitaría el corazón por lo hermoso que era su nieto.

Incluso si tenía tanto parecido a su aún no aceptado yerno.

-...Veamos como está la nueva familia...—Sonrió la doctora mientras se adentraba en la habitación. La enfermera salió, dejándole el trabajo a la mayor—...Bien jovencito, parece que el pequeño...—Revisó la pulserilla que el infante tenía en su pequeña manito—...Aleksey. Parece que el pequeño Aleksey quiere salir a saludarlos...—Rió al ver su carita arrugarse por disgusto.

Claro, podía oír a su madre, pero no la veía por ningún lado.

La doctora tomó al bebé entre sus brazos y se acercó con él al ansioso rubio.

Yuri sentía el desbocado latir de su corazón tan fuerte, que pensó que se le saldría en cualquier momento.

-...Ay Dios santo...—Jadeó cuando ese bulto calientito estuvo entre sus brazos—...Hola mi amor...—Sonrió y jugó con uno de los puñitos del infante—...Hola bonito.

-...Bueno...—Carraspeó la doctora—...Yuri-Kun, solo ha pasado un día desde que diste a luz, por lo que debes tener muchas dudas a las que con gusto contestaré. Después de todo, como profesional de la salud, debo encaminarlos a los dos para que el pequeño tenga un buen cuidado...—Miró de reojo al kazajo—...Igualmente pueden participar los abuelos...—Señaló a la pareja mayor.

Y tal como dijo, contestó a cada una de las preguntas del menor y por fin llegó el momento en que el papá orgulloso cargue con su hijo por primera vez.

-...Vamos Beka. No es difícil...—Animaba Yuri, viendo fijo a su pareja. Aleksey estaba en los brazos de Yuuri, quien lo había tomado para que la doctora pudiera revisar su pecho.

-...Eso lo dices porque es tu instinto maternal, soldado...—Tragó duro, echándose para atrás cuando el japonés empezó a acercársele.

-...Oh vamos, no seas gallina...—Frunció el ceño.

-...No soy gallina, solo que...—Volvió a tragar duro. El bebé dejó de mirar al japonés para fijar su mirada en él, al notar que se alejaba más, sus ojos se llenaron de lágrimas y comenzó a llorar.

Llanto que erizó los vellos de ambos donceles y rompió el corazón del ruso mayor. Otabek hizo una mueca que sorprendió al rubio.

No era normal verlo hacer aquello en público.

El kazajo tragó duro por tercera vez y dió un paso hacia donde el japonés mecía al pequeño para que se calmara.

-...Tranquilo, lo harás bien...—Murmuró Yuuri y terminó de acercarse al kazajo—...Solo debes cuidar su cabeza y lo demás lo hará tu instinto.

-...Pero ¿Y sí lo dejo caer? —Su mueca se acentuó.

-...Te golpearé, Beka.

-...Yo igual...—Gruñó Viktor. Yuuri rodó los ojos.

-...Dejénlo tranquilo. Lo ponen más nervioso...—Los regañó a los dos—...Ven Otabek-Kun. Carga a Alek-Chan...—Sonrió.

El menor asintió lento y se acercó. Yuuri le ayudó a encontrar la posición correcta para que el pequeño llorón estuviera cómodo. Cuando estuvo listo, luego de respirar profundo, el japonés le pasó al bebé.

El latido de su corazón aumentó de golpe cuando el tibio cuerpecito le fué entregado y entonces quiso llorar. Su labio inferior temblaba ante la emoción de lo que estaba aconteciendo.

-...Hola pequeño...—Dijo mientras sostenía uno de sus puñitos. Al oírlo, el llanto cesó poco a poco mientras los ojos verdes le miraban fijo y con curiosidad.

Yurio le hizo ceñas a su padre para que tomara su teléfono y le hiciera una foto. Este, de mala gana, lo hizo, sonriendo levemente al verlo, luego le regresó el teléfono.

-...Maldición, hasta así se ve atractivo...—Pucheó Yurio y suspiró con una pequeña sonrisa mientras tecleaba rápidamente en su teléfono.

Llamó la atención de su padre adoptivo de inmediato.

-...¿Yurio?

-...Creo que ya es momento...—Dijo, haciendo que el peli-plata casi se desprendiera la cabeza por lo rápido que giró su cabeza—...Buena suerte con la prensa, anciano...—Sonrió de lado y publicó la foto en su Instagram.

Tan solo un par de segundos bastaron para que se hiciera viral. La foto en donde Otabek sonreía mientras sostenía la manito del pequeño bulto azul entre sus manos ahora estaba en todas partes, en todos los países.

Viktor palideció cuando su teléfono comenzó a sonar con demasiada exageración. El de Yuuri también, así que se lo quitó y comenzó a contestar llamadas, desesperado. Algunos eran familiares, otros amigos, entrenadores y algún periodista metiche que obviamente llegaría.

A él le daba igual. Solo quería admirar por siempre como su pareja se embelesaba con el retoño de ambos.

-...Es hermoso, soldado...—Murmuró, acercándose hasta la camilla, sentándose en la orilla de la misma—...Te amo Yura. Los amo a los dos.

-...Yo también los amo a los dos...—Sonrió sonrojado con un par de lágrimas en sus ojos.

Que hermosa familia tenía.

El Pan Del Tigre #AgostodeM-Preg2022 [Otayuri] 🍞Terminado🍞Where stories live. Discover now