🍞Día 6: Patadas🍞

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Yuri estaba visiblemente incómodo.

Otabek no sabía que pasaba y por más que le preguntaba, este no sabía explicarse. Yuuri lo observaba atentamente, tratando de entender que pasaba. Viktor no estaba en casa, ya que debía asistir a una conferencia de prensa para intentar tapar el embarazo de su hijo hasta que fuese necesario. Pero cuando llegó, ladeó el rostro confundido.

Yuuri prácticamente estaba sobre el rubio y Otabek caminaba de un lado al otro, pensando al parecer.

Bien, estaba pasando de nuevo.

Yuri ya tenía cuatro meses y unos días para cuando otra ocurrencia les sucedió.

¿Porqué no podían ser una familia normal? ¿Con un hijo embarazado normal y mejor comunicativo?

-...¿Me podrían explicar porqué están actuando raro de nuevo? —Anunció su llegada, su esposo apenas y volteó a verle—...Emmmmm...¿Hola? ¿Hay alguien vivo?

-...Creo que aún respiro ¿No? —Yuri gruñó y se reacomodó en el sillón—...Rayos ¿Porqué molesta tanto? —Se quejó, removiéndose en su lugar.

Viktor enarcó una ceja y se acercó a inspeccionar a su hijo. Él lo conocía mucho más tiempo que esos dos y estaba seguro de poder descubrir que era lo que estaba ocurriéndole y a su vez podría ayudar a su esposo y a su aún no aceptado yerno.

Le observó por varios segundos, enfocándose en la pequeña curva de su vientre. Entrecerró su mirada y un click resonó en su cabeza. Rápidamente se apresuró a ir a la habitación a la que había movido las cosas de su ex-esposo. Por suerte Yuuri había sido comprensible y guardaron muchas cosas valiosas de Alek, para conservar su memoria. Rebuscó entre las cajas y bolsas hasta dar con un cuaderno y un cojín especial. Bajó y se acercó a su hijo con el cojín en manos y lo colocó en su espalda baja, acomodándolo para que no se sintiera más incómodo.

Funcionó, para sorpresa de los dos pelinegros.

Ahora Yuri estaba tranquilo, sonriendo.

-...Vitya ¿Qué hiciste? —Yuuri trataba de comprender que clase de almohada era esa.

-...Solo es un cojín hecho a medida...—Rodó los ojos y abrió el cuaderno, leyendo cada página hasta encontrar la que necesitaba. En cada línea que leía, desviaba su mirada al rubio menor, quien le miraba con curiosidad—...Bien, todo parece igual...—Suspiró y rió un poco.

-...Vitya, me estás asustando...—Una gota de sudor se deslizó por su mejilla.

-...Ese cojín fué de tu padre, Yurio...—Dijo, sorprendiendo a los tres—...Hecho a medida para evitar molestias en su embarazo...—Explicó—...Y esta fué su vitácora en toooooodo el transcurso hasta el parto. Fué gracioso observarlo escribir mientras pujaba...—Rió un poco—...Supongo que por eso es que eres así...—Le miró—...En fin, tú...—Señaló al kazajo—...Debes empezar a tener más contacto con la criatura o él seguirá así y te mataré por ello...—Gruñó.

-...¿Ah? —Otabek parpadeó un par de veces.

-...Ojalá mi nieto no salga así...—Bufó y carraspeó—...Cito: "Hoy cumplo cuatro meses y el crecimiento de mi vientre apenas es notable. Los doctores dicen que aún es muy pequeño para ello, pero juro que puedo sentir sus movimientos"...—Viktor carraspeó, sonrojándose—..." Vitry se asusta cada vez que observa mi vientre. Dice que parece un alien y que algún día saldría de mi pecho y se lo comerá mientras duerme. Está loquito, pero así lo quiero" Fin de la cita.

-...Pffffff~ "Vitry" —Se burlaba el rubio.

-...Shhh, así me decía tu padre...—Rió también—...Era muy malo para poner motes o nombres.

-...Oh, entonces es heredado...—Yuuri miró de reojo a Potya, quien le maulló y se dió vuelta en su cama.

Claro, ahora todo tenía sentido.

Otabek parpadeó un par de veces, tratando de asimilar lo que estaba pasando mientras la familia seguía hablando entre sí. Se movió lo más sigiloso que pudo, detrás del sofá hasta llegar a uno de los costados de su pareja y asomó la mitad de su cabeza por el reposa brazos, una de sus manos se estiró lentamente hasta picar la curvatura del vientre del menor. Este dió un brinco por lo repentino que fue y le miró como si fuera un bicho raro.

Entonces abrió sus ojos grandes cuando una ligera punzada hizo acto de presencia. Parpadeó un par de veces y levantó su camisa, un tanto confundido. No había sido doloroso, pero le generó curiosidad.

Otabek alternó su mirada de su rostro a su vientre varias veces, antes de acercar su mano nuevamente. Primero volvió a picarlo con su dedo y cuando vio que el rubio parpadeó un par de veces, colocó su mano por completo.

Yuri jadeó, no solo porque la mano del kazajo estaba putísimamente fría, sino también porque juró que le había brincado el riñón. O al menos eso fue lo que sintió.

-...Creo que tienes lombrices...—Fué lo que dijo el pelinegro haciendo que todos enmudecieran por unos segundos, antes que se escucharan las escandalosas carcajadas del rubio, quien observaba como el contrario hacía muecas ante lo que sus manos estaban sintiendo.

Esta era una de las razones por las que amaba a Otabek.

-...¡¿Cómo que lombrices?! —Le dio un zape que lo despeinó—...¡Es tu hijo! ¡No una lombriz!

Otabek usó su mano libre para sobar el área en que le golpeó y parpadeó un par de veces, viendo esta vez al rostro del oji-verde, quien asintió lentamente.

-...El calvo tiene razón, Beka...

-...¡Oye! —Gruñó.

-...Lo que estás sintiendo es a tu hijo retorcerse como gusano...—Rió y luego siseó ante la ligera molestia que le dió—...Joder. Si esas son sus patadas, va a ser futbolista, no patinador...—Suspiró pesado—...Creo que le gusta tus manos, Beka.

-...¿No es muy pronto para que se sientan sus pataditas? —Yuuri ladeó el rostro, después de todo, el chico aún no llegaba a los cinco meses.

-...El viejo Nikolai decía lo mismo...—Rió—...Pero Alek pasó por lo mismo. Yurio tenía cuatro meses cuando enpezó a moverse. Aunque parece un tiempo muy corto, en realidad está desarrollándose muy bien...—Sonrió—...Es una buena señal, Yurio.

El rubio y el pelinegro se miraron y luego al vientre en constante movimiento.

Sip, todo iba genial.

El Pan Del Tigre #AgostodeM-Preg2022 [Otayuri] 🍞Terminado🍞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora