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Yeosang.

El último año parecía ser el más difícil, apenas había podido sobrevivir a la primera semana y me sentía totalmente que esta consumió mis energías. Me sentía cansado, con sueño y hambre, por lo menos, los días viernes salía a las cuatro de la tarde, pero no servía de mucho y sentía como no hubiera dormido en años; llegaba a mi casa y dormía toda la tarde.

Aquel viernes, fui directo al casino para poder comprar una bebida energética y, al salir, miré hacia el cielo, cubierto por nubes grises. Suspiré, era claro que llovería en la tarde, y aquel día estaba un poco frio. No era el mejor, mi abuela y mis padres habían salido de la ciudad. Había veces que mi abuela iba a visitar a mi tía y se quedaba unos días allí, generalmente mi padre la llevaba al terminal de buses, pero en esta ocasión fue con ella porque debía hacer algo en Busan también, supongo que, de su trabajo, por lo que me quedaría solo esa noche, y con una noche lluviosa, que era peor, porque me incomodaba cuando llovía fuerte y en mi habitación siempre se oía como si el cielo se estuviera cayendo.

Suspiré y caminé hasta la entrada de la universidad, metí mis manos en los bolsillos de mi sudadera y meneaba mi cabeza a medida que iba avanzando la canción. Pero de repente, sentí como unos brazos me rodeaban la cintura y mi sonrisa se amplio al girarme y darme cuenta que era mi novio.

Mi novio.

Mis mejillas se ponían rojas cada vez que lo pensaba. Y aún no podía creer que era real, necesitaba algo más grande que un pellizco para poder darme cuenta que no era un sueño. Maldita sea, Mingi era mi novio, no podía ser un jodido sueño.

—Y nuevamente estamos en un trabajo juntos, a este punto, es probable que terminemos creando nuestra propia firma de abogador —dijo Mingi, mientras caminábamos hacia las afueras de la universidad—. Yunho y Seonghwa son muy responsables y diciplinados, seguro funcionaria.

—Sería la mejor firma.

—¿Tú crees? —asentí y él me sonrió.

—Eres muy bueno en lo que haces.

Soltó una risita y me miró de reojo, su mano de pronto se sintió cálida.

—¿Tienes algo que hacer? —me preguntó, yo negué—. Pensaba en que podríamos ir a comer algo.

—Sí, muero de hambre —abulté los labios y él asintió.

Tan pronto llegamos a un restaurante, nos sentamos en una mesa libre y pedimos un ramen de carne con vegetales. Durante ese tiempo, hablamos más de nuestro día y de lo que podríamos hacer el fin de semana. Mingi me decía que, al zoológico, pero yo quería ir al acuario.

—Podríamos ir a las dos cosas —dijo él, masticando la carne. Yo apreté los labios y lo miré sin pestañear, Mingi frunció el ceño y se quedó quieto—. ¿Qué?

—Te dije que no puedo estar tanto tiempo fuera, tengo que hacer tareas —murmuré, revolviendo los vegetales en la sopa con los palillos—. Quizás sea mejor ir el otro fin de semana.

De repente, un relámpago se escuchó, lo que dejó a casi todo el restaurante en silencio, fruncí el ceño y miré hacia la ventana, entonces comenzó a llover.

—¿Por qué ahora? —hice una mueca viendo como las gotas de lluvia golpeaban el suelo de las calles.

Cuando terminamos de comer, pagamos y salimos del restaurante, ya no llovía tan fuerte, por lo que nos permitimos caminar sin problemas bajo esta.

Mingi buscó mi mano y la entrelazó con la mía, siempre hacia eso. Supongo que es lo que hacían las parejas, y no me molestaba, me gusta estar así junto a él, era la primera vez que lo vivía, lo cual me aún me hacia sentir un poco tímido.

midnight mess | seongjoongWhere stories live. Discover now