16-Desesperación

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Narra Alexa

Despierto muy agitada, no dejo de soñar con el chico al que maté y con el hijo de puta de Antonio. Siento asco de mi misma ni siquiera soy capaz de verme al espejo, invadió mi cuerpo de la forma más cruel que puede haber, es insólito pero al estar al lado de Beatriz sentí paz, es como si solo ella pudiera comprender lo que siento a pesar de las palizas que me dio.
Mi rostro se empapa de lágrimas, solo quiere que esto se acabe ya, es como si lo viera arriba de mi sintiendo un maldito dolor por todo mi cuerpo mientras él se reía y me tocaba por todos lados, maldito el día en que ese cabrón fue a nacer.

-Estás bien?.- entra en la habitación.

Niego tapando mi cara.

-No sé que hacer, no doy más.- golpeo la almohada.

Se sienta a mi lado acariciando mi rostro, deposita un beso en la frente.

-Ni me imagino el dolor que sientes y por todo lo que pasaste anoche, debí estar yo cuidándote.- me abraza contra su pecho.

-Ya estoy jodida ojitos de cielo, el brillo de mis ojos desapareció por completo ya no soy la carita de ángel, ahora tengo la marca del diablo.- observo las marcas de mis brazos.

-Eh mirame.- quedamos frente a frente, respiramos a un compás.- Tu siempre vas a ser mi carita de ángel, eres la chica más fuerte y llena de luz que puede haber en esta vida.- hace caricias en mis pómulos.

Nos acercamos más de la cuenta sintiendo el roce de sus labios, todos los pelos se me ponen de punta y una sensación extraña se apodera de mi.

-Te necesita el jefe.- entra Sabrina.

Se para rápidamente llegando hasta el lado de la argentina.

-Él está acá?.- cruza sus brazos.

-Así es, puede que ya no sea necesario tener que matarla.- me da una sonrisa.

No entiendo nada de lo que hablan.

-Iré a ver que pasa, tú cuídala bien y que no se te escape como la última vez.

Se marcha dejándome débil ante su presencia.

Camina de un lado al otro mordiendo sus uñas, me está empezando a poner muy nerviosa nunca antes la había visto así.

Salgo al balcón respirando aire puro, caigo de rodillas al suelo, mis ojos no pueden creer lo que están viendo. Es Fabricio con dos maletines en mano, mi corazón se agita, de eso estaban hablando por fin voy a salir de este maldito infierno.
Esto es un sueño hecho realidad, pensaba que mi tumba iba a estar por aquí pero ya no, gracias Dios por salvarme de esta.

-Aún no cantes victoria.- la escucho atrás de mi.

-Es él, está claro que consiguió la cantidad que le pidieron.- salto de la emoción.

-Te puedo hacer una pregunta.

-Si por supuesto.

-Que hay entre tú y Beatriz?.- se afirma en la pared.

-Nada, un día nos llevamos bien y otro día nos queremos matar.- me siento en la cama.

-Y otro día se quieren deborar.- ríe jugando con su pelo.- Creo que si no hubiese entrado por esa puerta algo estaría pasando justo ahora, parece que después de todo ella te gusta.

-Lo que faltaba, estás loca, jamás me podría llegar a gustar ella yo aún estoy enamorado del cabrón de Fabricio.

-Pues dile eso a tus ojos.- da una palmada en mi hombro y sale.

Cierro mis ojos negando, Sabina está equivocada sólo está jugando conmigo para molestarme.

Me sorprendo al ver que la puerta está abierta, salgo con cuidado mirando hacia todos lados para que nadie me vea, camino de prisa hasta llegar a lo que parece ser el lugar en el que están casi todos reunidos.

Observo a través de una pequeña ventana, están contando el dinero con una máquina. Esto parece una verdadera película de acción, Beatriz no deja de apuntarlo a la cabeza puedo notar el odio que le tiene, yo estaría igual si supiera que por su culpa mataron a mi hermano.

Pasan unos quince minutos cuando el jefe se pone de pie, escucho atenta las instrucciones que le da a los ojitos de cielo hasta que quedo paralizada, tiene que ser una broma.
Salgo a toda velocidad huyendo hacia lo que parece ser un camino, muevo mis piernas lo más rápido posible esquivando los hoyos que hay. Me detengo al oír un fuerte disparo detrás de mi, levanto mi manos mientras me giro lentamente con los ojos llenos de lágrimas.

-Por favor déjame ir.- me arrodillo suplicando.

-Qué pasa?, estás por salir de acá ya no tienes para que huir.

-Escuché como tu jefe le decía a Beatriz que ahora si me podía matar porque el dinero no estaba todo y había que hacer sufrir a Fabricio.- tomo sus manos mirándola a los ojos.- Ayúdame Sabina por favor, si no escapo ahora ella me va a matar.

Pone su arma en la parte trasera de su espalda, hace que me ponga de pie.

-No puedo traicionar a los Damnatus, ellos son mi familia.- habla apenada.

-Tu no eres mala, nadie nunca sabrá que tu me dejaste escapar por favor ayúdame a salir de este infierno, estoy desesperada.- pongo su mano en mi pecho.- Si me llevas con ella este corazón va a dejar de latir por tu culpa.

Me jala hasta dejarme detrás de un árbol, cubre mi boca con su mano, vemos como Beatriz pasa con dos armas buscando, ay no quiero imaginar lo que me va hacer.

-Debes correr directo hacia el sur, vas a llegar a un puente colgante y entonces vas a girar a la izquierda, encontraras un pequeño auto entre los arbusto, las llaves están en la parte de las ruedas.

La abrazo con todas mis fuerzas.

-Eres mi ángel, gracias.- sonrío emocionada.

-Si alguien te descubre es tu problema, te deseo suerte.- toma una roca.- Ahora debes golpearme, debo quedar inconsciente.

Respiro profundo y entonces la golpeo en la cabeza haciendo que caiga tendida en el piso, le doy otros golpes en los brazos haciendo que parezca más real, le saco el arma que tiene y empiezo a correr sin mirar atrás.

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Oh, se podrá liberar de los Damnatus?

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