El Omega Wei Wuxian llega para estudiar al Receso de las Nubes. Se supone que jamás debe dejar que nadie sepa que él no es el Beta que Madame Yu presentó al mundo. Sin embargo, al final fracasa estrepitosamente en ocultar su naturaleza Omega. Se rom...
SI PRESENTAS ALGÚN TIPO DE INCOMODIDAD SALTA LAS PARTES QUE TENGAN ESTE EMOJI ⚠💬 , NOS INDICA EL INICIO DE UN RECUERDO Y EL FINAL DEL MISMO.
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Este capítulo contiene: El recuerdo de Wei Wuxian de cómo solía ser disciplinado y entrenado por Madame Yu.
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Este capítulo contiene un flashback de contenido pesado, he puesto una advertencia al principio y al final de este, siéntete libre de saltarte esta parte si te provocan los temas de abuso infantil físico y sexual
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Wei Wuxian cerró la puerta tras de sí con un poco más de fuerza de la que usaría normalmente. Inmediatamente se desplomó en el suelo, con la espalda pegada a la puerta, y trató de dispersar la ansiedad y las oleadas de calor que le recorrían el cuerpo. Le temblaba todo el cuerpo, sus feromonas amenazaban con descontrolarse. Su autocontrol estaba peligrosamente cerca de su punto de ruptura.
"Lan Wangji debe ser un Alfa fuerte para que mi cuerpo reaccione así cuando ni siquiera ha liberado sus feromonas", se lamentó Wei Wuxian internamente. Estaba al borde de las lágrimas ya que todo su cuerpo le dolía y se sentía muy débil. Odiaba esa sensación, le recordaba que es algo menos que una persona, sólo un asqueroso Omega sin valor.
"¿Cómo voy a sobrevivir un año entero aquí sin revelar mi vergonzoso secreto y hacerle perder cara a la secta Yunmeng Jiang? Si sólo el hecho de que me mire puede ponerme en este estado, tendré que evitarlo tanto como sea posible. Esa es la única solución", decidió Wei Wuxian.
Sabía que la única manera de controlar sus emociones y sus reacciones corporales era la habitual, la que Madame Yu le había inculcado a lo largo de los años. Sacó de su bolsa de qiakun un cinturón de castidad pesado y de aspecto incómodo. Se lo puso con fuerza, hasta que se le clavó dolorosamente en la carne, recordándole que siempre debía recordar, que nunca debía dejar de lado el autocontrol y que nunca debía dejar que se descubriera su secreto. Luego, como era habitual en las sesiones de entrenamiento de Madame Yu, se puso de rodillas en el centro de la habitación, con la espalda recta y los brazos en posición horizontal al frente.
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Wei Wuxian oyó un portazo a sus espaldas y supo que Madame Yu había entrado en la sala de disciplina. Ya no necesitaba que le dijeran que se pusiera en posición. Las innumerables repeticiones le habían acostumbrado a esta rutina. Si hacía que Madame Yu se repitiera y diera la orden cada vez, sabía que sólo la irritaría más. Cuando, por accidente, la hacía enfadar más por cualquier motivo, el entrenamiento se volvía más duro y, a veces, también se ganaba un castigo extra.
