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Luego de aquella extraña plática, Jiang Cheng había seguido haciendo su trabajo. No había tenido noticias de su jefe. Y tampoco quería tenerlas.

MingJue era muy ardiente, y Jiang Cheng en verdad no quería tener problemas.

Suspiró un par de veces y acomodó nuevamente su pluma, no lograba tenerla completamente recta, algo estaba mal con su sentido de orientación.

Por otra parte, el pelinegro estaba dentro de su oficina sonriente.

Nie Mingjue, un "joven" demonio de aproximadamente 100 años. Su vida como demonio ya lo había cansado, pero en su mundo solo podías descansar si traías al mundo un hijo que sustituyera tu lugar. Y entre demonios era imposible procrear. Se tenía prohibido. Debía haber un equilibrio entre la bondad y la maldad, entre la infinita sabiduría y la inevitable ignorancia.

Los demonios eran sabios, y eran malvados, por eso, no podían reproducirse entre ellos, era prohibido. Solo podían traer hijos al mundo con ángeles y con humanos. Cosa que era muy complicada. Porque los angeles no querían tener nada que ver con ellos, y los humanos eran seres con los que no querías involucrarte.

Pero a Mingjue le daba igual, le habían advertido de muchas formas que no viniera a la tierra, pero no le importaba. Había llegado a Caiyi primero, sin suerte y encontrando cosas que no le convencían, se fue a Qishan, tampoco encontró nada bueno. Sorprendente que apenas llegar a Qinghe encontró lo que estaba buscando; un chico bonito, bueno, ingenuo, sin esperanza en la vida.

Se mordió el labio, le gustaban los humanos, las curvas, la carne, los labios... Él pecaba mucho de lujuria, era su pecado favorito.

Sonrió de lado a lado y se levantó de su silla, tendría que lograr llevárselo a la cama cuánto antes, para dejar de ser un puto demonio lo antes posible. Caminó fuera y se abotonó el chaleco porque odiaba con todo su ser la idea de ser desalineado.

— Joven Jiang —llamó su atención, Wanyin dejó la pluma en su lugar y lo miró.
— Señor Nie —se sorprendió, sonrió. Era tierna la manera en la que él se ruborizaba apenas lo veía.
— Por favor —le tomó la mano— llámame Mingjue, que odio que me digan Señor Nie —el chico asíntió— tu turno terminó, Lan Wangji me espera en el lobby para irnos a por las copas que te comenté, ¿Quieres venir con nosotros?

Wanyin sonrió un poco de lado, claro que le gustaría compartir coche con su amigo, el novio secreto de su amigo y su jefe sexy.

— sería genial —respondió— solo ordenaré mis cosas. — asintió y se puso a acomodar todo perfectamente recto, luego apagó su ordenador y tomó su bolso del suelo.

Mingjue lo miró atento, era hermoso, era curvilíneo y parecía tener la piel tersa. Se contuvo a sí mismo, no podía insinuarsele ahí mismo, debía ser un caballero aunque sus intenciones eran las de hacerle un hijo.

— vamos —le dijo haciéndolo caminar delante solo para mirar como aquel pantalón negro y ajustado que él llevaba le enmarcaba el redondo culo que poseía. Se mordió el labio y dió la orden al elevador para que fuese por ellos, así que apenas este abrió las puertas entraron juntos.

La tensión se sentía entre los dos, Jiang Cheng iba concentrado en sus uñas, las había pintado esa mañana de color negro, le gustaba como se veían. Mingjue lo observaba y se imaginaba penetrandolo contra la pared del elevador mientras sus lindas uñas negras se encajaban en su espalda. Debía dejar de pensar en eso o tendría una erección y sería evidente.

— te habían dicho antes que tienes un manos preciosas —soltó, el joven lo miró y sonrió— son muy elegantes, los dedos largos, manos delgadas... —la tomó entre las suyas— son muy bonitas
— Jamás me lo habían dicho —se puso nervioso al instante. En verdad no sabía lo que pasaba, estaba por completo sorprendido.

Demon - MingChengOnde histórias criam vida. Descubra agora