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Jiang Cheng talló sus ojos. La semana había sido terriblemente pesada y rara. Cómo ahora no hablaba con MingJue, y se dedicaba solo a trabajar en los aburridos archivos y contestando llamadas pues lo días se le iban muy largos. Afortunadamente ese día era el último de su semana, era viernes y él tenía planeado todo un ciclo de relajación.

Compraría unas fresas, una tableta de chocolate... Llenaría su tina y se daría un rico baño de burbujas mientras usaba una mascarilla exfoliante, con música relajante comiendo la botana que iba a preparar para luego dormir como bebé. Ya tenía todo planeado al cien porciento. Solo había falta que las horas pasaran velozmente para que pudiese ir a casa.

El elevador se abrió mostrando al jefe de jefes delante de Wanyin con una sonrisa. El Jiang se la devolvió y lo miró acercarse hasta donde estaba él.

— necesito hablar con el señor Nie, ¿Está? —preguntó el señor amablemente, Wanyin asíntió y lo llamó por el intercomunicador.
— ¿Qué sucede? —preguntó la voz del otro lado.
— el señor GuangShan está aquí —dijo en respuesta, este hizo un sonido aprobatorio y luego contesto.
— déjalo pasar —Jiang Wanyin volvió a mirar al hombre y se levantó para abrirle la puerta y dejarle pasar.

— aquí está —dijo y volvió a salir a su escritorio.

Unos veinte minutos estuvieron dentro los dos hombres y luego, ambos salieron de la oficina. El hombre más viejo subió al elevador mientras que el Nie lo veía desde cerca.

Una vez que este se cerró, se giró con el ceño fruncido y una mala cara, suspiró, se apretó el puente de la nariz con frustración y entró en su oficina con una cara de mierda. Jiang Cheng no pudo evitar preocuparse por él, se veía muy mal y no le gustaba nada haberlo visto así de preocupado.

Se levantó y caminó hasta dentro de la oficina de él, viendo en su reloj que faltaban 32 minutos para que su turno acabara.

— ¿Pasa algo? —preguntó Nie MingJue al ver al más joven entrar, estaba recargado en su escritorio y parecía... Cómo enojado.
— Amm... —tomó aire buscando las palabras adecuadas para decirle que estaba preocupada por él pero sin decírselo— es que te he visto muy frustado y pensé que estabas mal. ¿Puedo saber que pasa? —el mayor lo miró, suspiró y se rascó la nuca.
— nada, me han mandado trabajo como si fuese yo alguien con diez manos, no creo terminar esta noche y es probable que me despidan si no lo hago —alzó los hombros. Por un segundo Wanyin sintió su pecho vacío.

Era verdad que no le conocía de muchos días, pero le tenía aprecio, y a demás... Le gustaba verlo.

— ¿Crees que si me quedo a ayudarte termines a tiempo? —preguntó, el pelinegro lo miró como sorprendido, no se esperaba eso después de la pelea que habían tenido y de la semana tan... Rara que había habido entre ellos.
— Me serías de gran ayuda pero... No quiero interrumpir tu rutina ni tomar de tu tiempo —respondió el joven, el Nie sonrió con ternura.
— no te preocupes, no tenía nada planeado —mintió con una sonrisa para hacerlo sentir mejor— venga, déjame ir por mis documentos y mi bolígrafo y nos ponemos en marcha —dijo decidida.
— no espera —lo detuvo la voz del mayor, no sabía de donde había salido aquella valentía pero estaba feliz— ¿Te parece si mejor nos llevamos los documentos a mi apartamento y trabajamos ahí? —preguntó haciendo que al castaño le temblaran las rodillas y se le acelerara la respiración— no vamos a hacer nada, pero el turno termina en 20 minutos y creo que ganaremos más tiempo si salimos ahora mismo —sonrió— y mi apartamento es un buen lugar para trabajar —se acercó, el Jiang no negaba que le causaba intriga saber dónde vivía un hombre como él.
— vale, vamos —dijo Wanyin aún un poco inseguro y salió con él detrás. Recogieron todos los papeles y las computadoras y el elevador los dejo en el lobby.

Demon - MingChengWhere stories live. Discover now