➛Capítulo 4 - Lalisa Manobal

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Al despertar, supo de inmediato que no se encontraba en su cama, esta era mucho más cómoda que la suya

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Al despertar, supo de inmediato que no se encontraba en su cama, esta era mucho más cómoda que la suya. Era bastante amplía y las sabanas blancas la cubrían de la cintura hacía abajo. Se percató de que no llevaba su ropa de Cazadora, si no un pequeño camisón de seda hasta por la mitad del muslo.

¿Qué había sucedido? Los únicos vagos recuerdos que tenía aún en su memoria era que la habían atrapado. Los incesantes golpes del Beta, y una linda chica de ojos miel. No se encontraba encerrada, a no ser que todos las celdas fueran tan bien decoradas y tan cómodas.

Intentó sentarse en la cama, pero un brazo se lo impidió, apretando más fuerte su cintura y atrayéndola a un cálido cuerpo detrás de ella. Giró con lentitud, quedando frente a frente, esperando no encontrar lo que temía. Pero sus suplicas no habían sido escuchadas.

Era ella.

La linda chica que su mente se había encargado de recordar entre los vagos recuerdos de la noche anterior. Jennie no pudo contener la necesidad de mirarla, detallar cada rasgo de su hermoso rostro. Su cuerpo era cálido, su olor corporal era embriagador y sus labios realmente apetecibles.

¿Pero... qué estaba pensando?

En primer lugar, no tenía una jodida idea de donde estaba, con quien, ni como es que había llegado a esa habitación y traía tan poca ropa encima.

En segundo, la pelinegra era una completa extraña y sin embargo, ya estaba teniendo pensamientos inapropiados hacia ella. ¿Qué le sucedía? Y en tercer lugar, la simple y mayor razón. Seguramente se trataba de una... de ellos.

Un gruñido surgió de la garganta de la chica cuando Jennie intentó zafares de su brazo, causando que esta despertara un tanto ida, pero al mirar a la pelinaranja, una boba sonrisa creció en sus labios.

La miraba como si fuese el tesoro que tanto había buscado en alguna isla. Pero Jennie lo ignoró, o por lo menos intentó hacerlo, quitando con cierta brusquedad el brazo de la misteriosa chica de su cintura, lo cual pareció molestar a la joven.

—¿Qué hago aquí? ¿Quién eres tú?—preguntó alterada, pues se encontraba vulnerable ante una criatura que desde pequeña le enseñaron a temer y odiar—. ¿Dónde mierda esta mi ropa?

La pelinegra se sentó recargando su espalda contra el respaldo de madera de su cama, totalmente despreocupada, y un tanto entretenida por la reacción de la chica. Pero aún así se mantenía seria, evaluando cada movimiento y palabra.

—Te encuentras en la manada Dark Moon, mi nombre es Lalisa Manobal, hija del Alpha Marco Manobal, y su próxima sucesora—la voz de la chica sonaba fría y dura. Pero al ver el confundido rostro de la pelinaranja relajó sus facciones—. ¿Cuál es el tuyo?

Jennie no contestó, sólo desvío la mirada hacia su alrededor en la habitación. Buscaba algo filoso con que defenderse en caso de ser necesario. No tenía ni idea de lo que Lalisa quería de ella.

➳𝐋𝐮𝐧𝐚 Where stories live. Discover now