Culpa

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Llegar a la casa de Calle me estaba tomado tanto tiempo, y más cuando tenía a una mujer como Nela al lado que no podía dejar de refunfuñar, llorar y sollozar. Me estaba poniendo de los nervios.

Tengo que confesar que me pasé todos los semáforos en rojo, me subí a una acera y alcancé el límite de velocidad. Estaba segura de que llegarían varias multas a final de mes, pero eso era lo menos importante. ¡Maldición, la mujer que amo está en peligro! Y todo es culpa mía.

Me preguntaba cuándo el juego se había vuelto contra mí. Hasta ayer yo era la víctima y ella la culpable; ahora las caras estaban invertidas. Si fuera una jodida propiedad inmobiliaria, estaría tiesa, jodida y encarcelada. Sin embargo, si la vida fuera realmente un simple juego de mesa, las piezas se moverían más rápido que mi puto coche, el juego cambiaría, yo saldría ganadora y arrastraría a Calle conmigo.

Joder, cuando el ser humano se deprime, empieza a hacer estos putos monólogos internos. El corazón y el cerebro empiezan a pensar juntos, ¿o lo hacen por separado? Yo pienso que crean una sola voz (vale, a veces dos, una peor que la otra) y nos hacen pensar más de lo que deberíamos. En otras palabras, nos jodemos aún más.

Llegué a la conclusión de que si pensaba en otra cosa, sería yo quien necesitaría antidepresivos, ¡y pronto!

Cuando por fin llegamos al edificio de Calle, no perdí tiempo en aparcar mal el coche, salí corriendo y llamé al ascensor. El portero estaba a punto de quejarse hasta que vio que Nela estaba conmigo y no lo mandé a la mierda porque estaba concentrada en una sola cosa: salvar a Calle, de lo que fuera.

Llegamos a su piso y de nuevo me adelanté. Pulsé el timbre un millón de veces y casi derribé la puerta con mis golpes. La respuesta era sólo una: el silencio.

- ¡CALLE! POR FAVOR, CALLE, ABRE LA PUERTA... SOY YO, POCHE, NECESITO HABLAR CONTIGO, POR FAVOR AMOR. - grité, llamando a la puerta de nuevo.

- Es inútil, no responde. Llamaré a un cerrajero, tenemos que entrar de todos modos. - dijo Nela, sacando su teléfono móvil del bolso.

- El cerrajero tardará mucho tiempo y cada segundo es crucial para nosotros. No podemos perder tiempo. Por favor, hazte a un lado. - Dije, dando un paso atrás y mirando hacia la puerta.

- ¿Qué? ¿Qué vas a hacer?

Decidí no responder; mi actitud lo diría todo. Nunca he derribado una puerta en mi vida, y mucho menos tengo la fuerza para ello, pero una mujer enamorada es capaz de hacer cualquier cosa. Incluso cosas locas. Y derribar una puerta era parte del paquete de mi locura por Calle.

Respiré profundamente y reuní todas mis fuerzas, dando una primera patada a la puerta. Oí que el pestillo hacía un ruido extraño y vi la marca de la suela de mi zapato marcar la madera pintada de blanco.

- Tal vez si me ayudas, podríamos.... - Señalé la puerta, jadeando, segura de que si no podía abrir esa puerta, me daría un infarto allí mismo.

- Bien. Lo intentaré. Hagámoslo a la de tres. - Ambas nos pusimos de pie una al lado de la otra y suspiramos profundamente. - ¡Uno, dos, tres!

Nuestras patadas estaban sincronizadas, pero no lo suficiente como para abrir la puerta. Pero pudimos escuchar el sonido de algo rompiéndose. Respiramos profundamente y lo intentamos una vez más. Esta vez la puerta se abrió de golpe y, sin mirar atrás, entré en el piso, merodeando.

El piso de abajo estaba vacío, así que me dirigí a las escaleras. La puerta de la habitación de Calle estaba cerrada y, por suerte, no estaba cerrada con llave.

No tuve que buscar para encontrarla. No hizo falta ni un segundo más para que mi desesperación estallara en mil pedazos, al igual que mi angustiado corazón.

Calle estaba tumbada en el suelo, con varios frascos de medicamentos vacíos a su lado. Sólo llevaba una blusa blanca y unos pantalones cortos rojos. Mi primera reacción fue ir hacia ella. Me arrodillé junto a ella y la atraje hacia mí, sintiendo la fría temperatura de su cuerpo, viendo sus ojos cerrados y su expresión dormida. Tenía los ojos hinchados y la boca reseca.

- ¡Calle! ¡Calle, háblame, por favor! - Murmuré, desesperada y llorando.

Toda mi atención estaba en ella.

- Poche, se quedó sin toda la medicina que había guardado. - dijo Nela, saliendo del baño con más frascos vacíos. Sus ojos se llenaron de lágrimas. - ¡Tenemos que llevarla al hospital, rápido!

___

Nunca se me ha dado bien esperar. Siempre fui impaciente, lo único que podía retrasar en mi vida era mi orgasmo. Así que con cada tic-tac que sonaba el reloj de la sala de espera del hospital, me ponía más nerviosa.

¿Por qué los médicos siempre tardan tanto en darnos noticias? ¿Les gusta vernos morir de dolor y desesperación? Maldita sea, esperar casi una hora por una simple noticia era absurdo.

Calle llegó inconsciente al hospital, al recogerla me di cuenta de que debía haber perdido unos cinco kilos en los últimos días, lo que me hizo preguntarme cómo estaba viviendo. Es decir, ¿había estado encerrada en su habitación durante 168 horas sin comer nada? Sólo de pensarlo, el dolor ya me sofocaba de nuevo.

Si no hubiera tenido esa fiesta, si no me hubiera emborrachado, si la hubiera escuchado correctamente.... Nada de esto estaría pasando.

¡Diablos, no podía soportarlo más! Las suposiciones nunca han formado parte de mi vida; siempre me he propuesto dejar todo en blanco y negro, y punto.

Pero entonces llegó el huracán Calle y lo estropeó todo. Ella no sabía lo agradecida que estaba por ello.

- ¿Familiares de Daniela Calle? - preguntó un hombre blanco, entrando en la sala de espera.

Nela, Amalia y yo nos levantamos al mismo tiempo.

Tenía un portapapeles en las manos y nos miraba con temor. Esto me hizo tragar en seco y mi corazón se aceleró a un ritmo que nunca antes había sentido.

- Entonces doctor... ¿Cómo está ella? Está bien, ¿verdad? - pregunté con las manos temblorosas.

Silencio.

Y sólo su mirada fue suficiente para que sintiera que mi corazón se llenaba de dolor, como mil puñaladas por segundo en cada parte de mi cuerpo.

- El estado de la paciente era bastante crítico, había tomado altas cantidades de fuertes y peligrosos antidepresivos. Su cuerpo estaba demasiado débil para soportarlo. Por lo que pude examinar, llevaba días sin comer y estaba bastante deshidratada, por lo que era inevitable que la paciente sufriera una sobredosis. - Cerré los ojos mientras oía los sollozos de Nela y Amalia consolándola, al fin y al cabo ya sabíamos lo que el médico intentaba decirnos. - Hicimos lo que pudimos, lo siento. Pero no pudimos salvarla.

Mi mundo se derrumbó, podía sentir mis pulmones gritando por aire. Mi cabeza palpitaba de dolor, mi corazón... Bueno, creo que ya no existia.

- ¡TODO ES CULPA TUYA!

Sentí una bofetada en la cara y todo lo que siguió fueron gritos, golpes y arañazos en mi cuerpo. Nela estaba poseída y tenía toda la razón. Amalia la sujetó y la apartó, mirándome con una mezcla de lástima y pena.

Calle estaba muerta, y con ella se fue mi corazón. El amor de mi vida estaba muerta y, era mi culpa.

ESTRELLA PORNO (caché) {Terminada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora