Genuino sentimiento

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[Pasado]

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Vegas odiaba que la gente fuera feliz. Aborrecia ver las sonrisas en sus rostros mientras él tenía que soportar las humillaciones, amenazas y golpes de su padre.

Pero por sobretodo, odiaba la felicidad de Kinn; en ese entonces estaba complemente seguro que haría cualquier cosa para dañarlo de por vida, para hundir su persona misma, hacerlo sentir como él se sentía.

Quería destruirlo a cualquier costo. Solamente así Vegas sería feliz.

—¿Es para mí? —Los ojos ilusionados y brillantes del Beta hicieron que el pecho de Vegas se sintiera cálido.

—¿Para quién más? —Vegas logró controlar su sonrisa y se sentó en la orilla de la cama con un libro en mano.

Pete de inmediato comenzó a comer con una gran sonrisa en el rostro, disfrutando de los fideos en sus labios, haciendo soniditos ridículamente tiernos.

Pete era feliz y eso no molestaba a Vegas.

—Prueba. —Los palillos cerca de sus labios lo sorprendieron. La pasta desprendía un aroma que simplemente a Vegas no le parecía atractivo.

Pero no se negó porque Pete le estaba dando de comer. Ingenuo o no el sureño lo estaba haciendo sentir tan bien.

Tan feliz.

El guardaespaldas sonrió grande mostrando esos hermosos hoyuelos cuando Vegas tomó el bocado de los palillos.

—No sabe tan mal. —Aseguró Pete sin esperar aprobación del Alpha—. Muchísimo mejor que las ensaladas esas.

Vegas rio por primera vez de manera inocente. No había malicia ni burla.

Los ojos de Pete se abrieron grandes, sorprendidos al ver como el hombre enfrente suyo carraspeaba para desaparecer toda mueca de diversión.

—¿Tú acabas de..? —Susurro el Beta antes de sonreir sin poderlo evitar.

El corazón de Vegas se aceleró. Pete tenía la sonrisa más bonita que haya apreciado en su vida; tan inocente, tan cristalina, tan terriblemente pura.

—Hazlo de nuevo. —Dijo el Alpha dejando el libro en cualquier parte de su habitación.

—¿Hacer qué?

Sonreír.

—Darme de comer. —Exigió el Alpha con una sonrisa ansiosa—. Tengo hambre.

—Este es mi plato. —Pete se abrazo a los fideos—. Haz unos para ti.

—No es lo mismo, Pete. —Vegas se acercó más.

—Son míos. —El Beta hizo un puchero—. Y no pienso compartir contigo.

El Alpha no lo pensó, solo actuó. Por primera vez mandó al diablo la racionalidad y dejó que sus deseos guiarán sus acciones.

Beso los labios de Pete. Un beso rápido pero tronado.

—¡Tú..! —Phongsakorn no pudo tapar su cara por tener el plato en las manos. Atinó a desviar la mirada mientras sus mejillas se coloreaban.

Vegas le mostró una sonrisa más grande. Era feliz, muy feliz, incluso la felicidad tenía un sabor peculiar.

La felicidad sabía a fideos y a Pete.

Pete. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora