Porsche

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[Presente]

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Los gritos y lloriqueos de Tankhun se hicieron insoportables, y aunque él no lo admitiera, quiso hacer lo mismo.

Porsche quiso patalear, llorar y gritar por Pete. Quería que Kinn lo trajera sano y salvo.

¿Dónde estas? —La voz molesta de Kinn por el celular lo hizo rodar los ojos—. Porsche...

—Salí a caminar. —Respondió rápido— ¿no puedo hacer eso? ¿Tengo que pedirte permiso?

Se escucho un cansado suspiro del otro lado de la línea.

Porsche, solo estoy preocupado. —Su Alpha calló por segundos—. Estoy haciendo todo lo posible por encontrar a Pete. Así que, por favor, deja de evitarme como si tuviera la culpa de toda la situación.

Porsche no lo culpaba. No del todo. Simplemente no quería que Kinn sintiera su angustia, su miedo de encontrar a su mejor amigo muerto.

—Kinn, no es lo que crees. —Porsche miró a su objetivo—. Hablemos más tarde. Te prometo que te explicaré todo.

Antes de que Kinn dijera algo más, Porsche colgó y se escondió.

Vegas caminaba entre las personas con aparente calma.

El Omega se escondió mientras lo seguía. Arrugó el entrecejo cuando lo vio entrar a una tienda de curry. Era extraño porque el lugar se veía bastante... Sencillo.

— ¿Qué hace ahí ese idiota? —Porsche espero paciente por largos minutos.

Vegas salió con una gran orden en mano. El Omega arrugó la nariz; era demasiada comida.

Pachara lo siguió por un largo rato, pero todo le resultaba más bizarro que lo anterior. Vegas no sólo pasó a la tienda de curry, también pasó por flores, dulces y una libreria.

Porsche chasqueo la lengua dándose por vencido ese día. Vegas, para su pesar, no estaba haciendo nada sospechoso solo extraño.

Volvió a la mansión de la primera familia como perro con la cola entre las patas. Se encontró a Khun llorando desconsolado en la pequeña fuente donde estaban sus peces.

Porsche bajo la cara y se trago sus propias lágrimas.

Kinn había buscado en la casa de la segunda familia, había revisado rincón por rincón sin encontrar rastro de Pete; las habitaciones que Vegas se había encargado de ocultar la vez que trabajó con él causaron en Porsche un escalofrio.

Esa casa se sentía como el mismísimo infierno.

—¡PETEEE! —Khun sollozo mientras se abrazaba.

El moreno se acercó y se sentó a su lado.

—Tankhun. —El Omega dejó que su brazo izquierdo descansará en los hombros del chico. Trató de consolarlo, pero ni él tenía las palabras adecuadas para lograrlo. Se sentía igual de preocupado, destrozado y confundido que Tan.

—Pete está vivo. —El hijo mayor de Korn sorbio la nariz sin importar si se veía bien o no—. Él es el jefe de guardaespaldas, lo mejor de lo mejor.

Porsche sonrió. Pete era un hombre fuerte, inteligente y prudente; sin embargo se ofreció para hacer algo sumamente estúpido.

—¡Claro que está vivo! —Alentó el Omega—. Y lo voy a encontrar. Haré lo que esté en mis manos para traerlo de regreso.

Tankhun lo miró por largos segundos, buscando alguna frase entre sus palabras que le ayudara a descifrar que es lo que Porsche estaba haciendo.

—Pero Kinn dijo...

—Sé lo que dijo. —El Omega miró al mayor—. Pero yo también estoy haciendo mis propias investigaciones.

—Porsche. —Khun llamó con autorización— ¿qué demonios planeas?

El Omega recesivo evitó la mirada del otro—. Aún creo que Vegas tiene algo que ver. Solo es cuestión de seguirlo para saber...

—¿Acaso quieres terminar desaparecido como Pete? —El mayor de los Theerapanyakul parecía estar cuerdo en ese momento—. Olvida el plan de seguir a Vegas. Encontraremos otra manera, no puedes arriesgarte de esa manera.

—¡Pero es la única manera!

—Entonces dejemos que alguien más lo haga. —Sentenció Khun levantándose del lugar.

Porsche igual se levantó y suspiro.

—No puedo. —El Omega observó como el hermano de Kinn paraba el paso—. Todo esto es mi culpa también. No puedo abandonar a Pete, no cuando él no lo hizo conmigo.

Tankhun observó la tristeza de la pareja de su hermano. Entendía el sentimiento de desesperación, pero él poco podía hacer.

Ser un Omega recesivo al igual que Porsche le daba menos voz en esa casa. Su padre lo tomaba en cuenta en las pequeña juntas por ser el primogénitor, nada más. Jamás lideraria un plan para encontrar a Pete porque no tenía ese poder y tampoco lo buscaría por él mismo porque no tenía las agallas.

Tankhun se sentía tan inútil. Admiro la valentía y tenasidad de Porsche.

—No hagas la misma estupidez de Pete. —Tankhun seguio su camino como un ser muerto en vida—. No mueras.

Porsche cerró los ojos soportando las lágrimas. Dolía tanto escucharlo de la boca del tipo que más quería a Pete.

Pete. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora