Capítulo 1

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"Delicioso"

"Lo quiero"

"Delicioso"

"Delicioso Delicioso Delicioso"

"Quiero más"

Y un susurro de profunda maldad tocó suavemente su oído.

"Eres delicioso"

Abrió los ojos con pánico, mirando el techo de su habitación en la oscuridad. Su respiración se agitó pero no pudo relajarse, porque algo aterrador acechaba a los pies de su cama. No pudo moverse y la desesperación comenzó a consumirlo lentamente. Una sombra se veía a los pies de su cama.

Toda la piel de su cuerpo se erizó y un poco de frustración escapó a la luz de sus ojos ígneos.

Y ahí estaba, una gran sombra que empezaba a cernirse lentamente sobre su cuerpo. Las alas destacaron, una cola en punta se balanceaba de un lado a otro, y unos cuernos salían de la cabeza de esa cosa. Su figura estaba completamente de negro, no podía ver como era, pero eso solo causaba que la ansiedad dentro de su pecho incrementara. Sus manos temblaron levemente, quería liberarse rápidamente.

Por instinto sabía que, eso claramente no era humano.

Y cuando la oscuridad estuvo por todo su cuerpo, unos ojos tan helados como invierno lo observaron directamente.

Su alma fue tocada.

Las manos del demonio entraron de forma invasora al interior de su ropa, haciéndolo sentir repugnado hasta el punto de querer vomitar.

Su boca, que se abrió para intentar hablar, fue sellada por unos labios demasiado dulces y aterradores. Como si quisieran succionar su vida.

Antes de que su mente se desvaneciera, pudo escuchar algo que helo su sangre. Que sentencio su vida.

"Nunca podrás escapar"

Y la aterradora risa fue la finalización de una noche de oscuras sombras.

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Con pánico se sentó sobre la cama. Su cuerpo temblaba y escalofríos recorrían su espalda hasta los pies. La ansiedad se quedó dentro de su pecho, mientras que aún podía sentir su cuerpo profanado por unas manos sombrías.

Apretó y abrió las manos mientras respiraba profundo, intentando calmar su mente perturbada. Inhaló y exhaló de manera profunda hasta sentirse más tranquilo. Pero el pánico vivido lo hacía incapaz de estar completamente en calma.

Solo quería quitar la asqueroso sensación de su cuerpo.

No entendía, pero sea si fuera un sueño o algo real, ya no se sentía igual. Mirando toda su habitación, especialmente dónde esa figura había estado antes, ya nada lo sentía igual.

Había una sensación inquietante.

Levantando su mano temblorosa, limpió el sudor de su rostro y se obligó a tranquilizarse. Se repitió una y otra vez que fue un sueño, no fue real, que es imposible que algo así suceda. Aunque funcionó el autoengaño, esa pequeña hebra de duda permanecía. Pero por el bien del tiempo decidió ignorarlo.

Sintiéndose mejor, pudo recuperar su calma habitual y su típico ceño fruncido. Detesto el hecho de haber quedado tan perturbado por un estúpido sueño.

Fue odioso.

Levantándose de la cama, fue al baño y se desvistió, miró su cuerpo bien formado frente al espejo, sin notar nada particular, pero cuando le dio la espalda al espejo para ordenar su ropa, se revelaron unas marcas de mordida en las partes donde estaba su omóplato, pero él permanecía inconsciente ante esto.

Entrando bajo el chorro de agua, limpió a fondo su cuerpo, sintiendo un poco de incomodidad en sus piernas, pero fue insignificante, aunque no quita que es extraño. Saliendo de la ducha, hizo sus demás necesidades y se fue del baño, se vistió con su uniforme sin encontrar nada fuera de lugar. A excepción de la extraña sensación en su cuerpo. Estaba un poco más cansado.

Prefirió tirar el asunto fuera de su mente. No quería pensar en eso.

Ya estando listo, tomó su bolso. Bajó las escaleras y gritó que ya se iba, recibiendo siempre esos sermones que le entraban por un oído y le salían por el otro.

Caminó de forma habitual hacia el colegio, manteniendo su siempre expresión de pocos amigos. Su uniforme era descuidado, no usaba corbata, sus pantalones estaban algo abajo. Todo su ser gritaba "problemas". Con las manos metidas en los bolsillos apreció al vista de su entorno, estando incómodo, como si algo lo observará desde la distancia.

Era una sensación pegajosa, espesa y oscura. Como si el que lo estuviera viendo no deseara ocultar sus asquerosas intenciones. Pero aún si miraba a su alrededor no podía ver nada.

No había nada.

Quizás era que estaba demasiado sensible producto de ese sueño. Todo es culpa de ese maldito sueño.

Gruñendo por dentro, llegó a la escuela y sin importarle una mierda que lo regañaran, recorrió todo el camino hasta su salón, donde de una manera altanera abrió la puerta. Demostrando su manera arrogante e ingenua de ser, al resto de igual de ingenuos compañeros.

Sus "amigos" se acercaron a él y lo saludaron, iniciando una aburrida charla. Él, por el contrario, apoyó sus pies sobre la mesa mientras se balanceaba en la silla, mirando su celular de manera aburrida.

Cuando entró esa débil y patética figura, se digno a apartar la mirada de la pantalla, sin desaprovechar la oportunidad de burlarse de ese pobre joven denominado "amigo de la infancia".

Pero pronto todo eso se acabó a la llegada del profesor.

Con una cara de pocos amigos, bajo los pies de la mesa y se sentó de forma lánguida en la silla. Mirando con el ceño fruncido al adulto, sin demostrar emociones en aquellos ojos muy parecidos a las llamas del fuego. Sin duda un color raro.

Solo que su expresión se vio rota por la entrada de cierta figura.

-Niños, desde hoy tendrán un nuevo compañero. Vamos, preséntate.

Y el tiempo pareció ir increíblemente lento.

Los pasos fueron claros. El uniforme estaba perfectamente arreglado. El extraño cabello de dos mitades se sacudió por el viento de las ventanas abiertas. Su piel, lo suficientemente pálida como para parecer enfermo, se impregnó con los cálidos rayos del sol, dándole un poco de vida.

Parado delante de todos, mostró una expresión imperturbable, casi inhumana, dejando a la vista unos extraños ojos de diferente color, tan helados como el invierno. Sus labios delgados y suaves se abrieron, revelando una voz ni infantil ni madura, como el susurro de un hada encantadora, pero conteniendo una gélida sensación.

-Todoroki Shōto.

No bajó la cabeza, mirando a todos con una mirada sin emociones. Como un rey en el trono. Era encantadoramente venenoso. Dándole a la gente la sensación de querer acercarse y a la vez no poder hacerlo. Un atracción fatal.

Pero entre todos los que estaban hechizados por el encantador niño nuevo, uno temblaba de manera imperceptible. Mostrando en sus ojos un rastro de confusión.

Su garganta se apretó y las náuseas se volvieron insoportables. Con la tez pálida, se levantó rápidamente de su asiento, sin importarle las miradas de los demás y corrió fuera del salón.

-¡Bakugō Katsuki! ¡Vuelve aquí!

El profesor, de manera furiosa salió del salón, persiguiendo a su alumno más problemático, dejando al encantador niño atrás.

Y mientras todos estaban desconcertados por tal escena. El niño que parecía un hada, mostró una leve sonrisa maliciosa en sus ojos. Como si todas las emociones impuras fueran contenidas en aquella mirada efímera.

Peccata [Todobaku]Where stories live. Discover now