Capítulo 10

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Bailaban con un semblante caótico. 

Eran cuerpos consumidos por un placer efímero, por un momento de dulzura que lentamente corrompía sus mentes.

Jadeos.

Gemidos.

Gritos de placer.

Una orgia repleta de humanos deseosos de algo nuevo, de algo que los hiciera perderse y nunca volver.

Porque querían escapar. 

Querían vivir solo de placer.

Eran la expresión del deseo mas bajo y al mismo tiempo puro, sin ninguna discriminación por sus pares.

Una escena que trascendía lo mundano, lo correcto, lo moral. No importaba quien fueras, de donde vinieras, tu religión o tus creencias, solo había una cosa que permanecía inmutable.

El placer.

¿Acaso eran unos viles pecadores solo por dejarse llevar por sus deseos?

¿Eran pecadores por hacer que el éxtasis fuera su comida de cada día?

Claro que no, no eran pecadores. Solo eran seres olvidados por dios, que por el tiempo finito decidieron vivir de su complacencia.

¿Cómo la naturaleza inherente del humano puede ser malvada? después de todo es algo que nace de ellos. No se puede criticar los deseos puros de seres tan bellamente complejos como lo es un humano.

Así que deja que sigan danzando en el mar de la satisfacción.

-Es una maravillosa vista ¿no crees Shōto?

Habló el gran demonio a sus espaldas.

-Solo cuando sus almas estén corrompidas más allá del reconocimiento, el verdadero festín comenzara.

Y sus ojos fríos reflejaron la escena repleta de seres caóticos, eran como bestias hambrientas  desgarrando su propia carne por la locura. No mostró expresión en su rostro, como si estuviera viendo algo demasiado trivial para sus ojos y no el desastre generado por los demonios a su alrededor. Parecía que nada de eso le incumbía.

-No reprimas tu naturaleza Shōto. Recuerda que ellos son solamente comida. Tú mas que nadie debería de saber lo especial que somos.

Revolvió la copa en su mano, dejando que el espeso líquido negro se moviera, dando una sensación inquietante pero al mismo tiempo atrayente, como si te susurraran al oído que bebieras sin preocuparte por nada, que consumieras la sustancia oscura. Shōto miró el líquido en su mano y un leve disgusto apareció entre sus cejas.

No le importaba la situación delante de él ni tampoco los humanos a punto de ser devorados, pero detestaba que aquel ser que se hacia llamar su "padre" le ordenara como actuar.

-No tengo apetito.

Los ojos de ambos demonios se toparon en el aire, mientras que la presión de la atmosfera se estancaba a un punto gélido. El ser que se hacia llamar "padre" frunció el ceño para después simplemente mover la mano en respuesta a su "hijo", acostumbrado a su actitud evasiva y poco amigable, pero eso no significaba que le molestara, después de todo los demonios de alto rango como ellos son naturalmente arrogantes.

-Retírate.

Y con una simple palabra, los monstruos que los estaban rodeando de manera complacida, dejaron un camino par el "hijo". Shōto puso la copa sobre la elegante mesa alargada, sin tomar ningún sorbo y se fue, dejando atrás las exquisitas decoraciones del gran salón. 

Cualquier humano que viera el arte del salón quedaría maravillado, después de todo cada decoración y tallado sobre las paredes hechas de mármol era tan primoroso y refinado, que si un humano lo viera no podría apartar su vista, e incluso su alma sería arrastrada a un laberinto sin escapatoria. Era una trampa hermosa y delicada, hecha especialmente para encantar y seducir, dejando que disfrutes de placeres nunca antes vistos solo para ser arrastrado sin resistencia al infierno.

Peccata [Todobaku]Where stories live. Discover now