Trihibrida |EN PROCESO|

12| Comienzos dé la historia

Cuenta la leyenda qué una noche de luna llena sé llevo a cabo la transformación dé dos mounstruos dispuestos a acabar.

Con el mal qué acecha a sus víctimas porque cuando eso pase a los únicos
qué deben temerles será a ellos.

Atención: Los hechos qué sucederán esté capitulos son de milenios atrás.

—Mi Lady ¿¡Cómo podría pensar éso!? Su estadía aquí me llena de bendiciones me permite servirle a su merced están repletos caudalos y sirvientes para complacerlo a usted a sus hermanos y su hermana.

El rey se levantó dé su silla y con una expresión nerviosa se precipitó a acercarse a los hermanos por su parte Haven se encontraba frío como una estatua de mármol conteniendo las ganas dé tener qué usar la hipocresía en este tipo de casos.

—Muchisimas gracias —expreso la menor de los Mykelsson —Mis hermanos y yo estamos muy  en su palacio mi lord —dirige su vista al máximo jerarca —Mi rey

—Eso esperó.

El humano sonrió de una forma nerviosa y ordenó a sus sirvientes qué le rindieran y complacieran las peticiones de esos hermanos qué a larga vista podrían parecer normales pero solo el sabía qué no era asi.

El no quería qué vinieran a su reino sabía qué ellos solo traería destrucción a su pueblo pero era algo qué no podía evitarlo. Por primera vez sé sintió cohibido y tuvo qué aceptar algo qué no quería.

Era la llegada de esas bestias inhumanas creadas por una bruja poderosa cegada por la codicia y el poder hizo qué sus hijos se convirtieran en mounstruos.

Las historias de terror que le contaban de pequeño eran ciertas, y tenía al frente a los protagonistas de ellas

Haven era el más inhumano de todos no tanto las atrocidades qué hacía qué hablaran por él, si no esos ojos... Esa mirada tan espeluznante qué prometía ser el dueño y verdugo de tus pesadillas más terribles.

Era muy guapo, y todos sabían qué esa era una de las cosas qué más llamaba la atención de él, era su físico enigmático qué prometía muchas cosas a la vez.

Tenía el cabello de un castaño avellana esa mirada hermética y apagada qué lo caracterizaba suponían qué era una de las cosas qué se podría decir qué eran las qué más podrían causar temor en las qué las detallará.

Los hermanos se dirigieron en sus alcobas asignadas, Haven por su parte quéria alimentarse y tuvo qué encerrarse con el sirviente qué lo trajo a su alcoba y termino desangrandolo hasta morir.

—¿¡Qué haces Haven!?  Alguien podría verte—la voz de la menor de lo Mykelsson hace acto de presencia atrás de su hermano qué no deja de reírse con el cuerpo de el humano.

—No mostró resistencia...—la ignoró y siguió hablando —Valla los humanos tienen vidas tan nefastas y desean ser mis víctimas para qué yo acabé con su suplicio.

—¿Cuál suplicio? Le desmenbrastes las piernas para qué no corriera—la menor se acerca a él cuerpo y luego lo mira asqueada—No tiene lengua.