Fotografía

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Comenzaba a oscurecer cuando escuchó el tren arribando en su destino. El joven tomó su pequeño equipaje y bajó del tren mientras sujetaba su sombrero. Aquella noche hacia mucho viento, él no quería perder la prenda que le daba un poco de estilo a sus atuendos.

La noche era de clima frío. Él miró hacia todas partes al tiempo que escuchaba las suelas de sus zapatos chocando contra el asfalto, buscaba un letrero entre tantos letreros opacos y coloridos, algún hotel donde pudiera pasar la noche.

Mientras caminaba y observaba tantos rostros desconocidos, sintió una ligera impresión de que el universo trataba de hacerle pasar un mal rato; cada persona iba de la mano de algún compañero; tal vez una madre o un hijo, un amigo o una pareja, pero derrochaban el amor en sus miradas. La fecha no pintaba ninguna de las festividades románticas, pero pensar que en unos cuantos días haría un viaje tan significativo en su vida, lo hacía imaginarse tonterías.

El muchacho entró en un edificio, ni tan alto ni tan pequeño que rezaba las letras que había estado buscando gran parte de la noche. Caminó hasta la hermosa joven detrás del mostrador, la recepcionista; una muchacha de cabello largo y negro.

—Buenas noches —sonrió con gentileza.

Ya sabiendo que su debilidad eran las muchachas de pelo negro y era poseedor de un espíritu tan seductor, se quitó el sombrero y después de responderle el saludo y solicitarle una habitación donde pudiera dormir esa noche, le dedicó una sonrisa que la muchacha le regresó. Era un muchacho apuesto, pensaba, aunque él no lo sabía, su debilidad eran hombres altos y rubios.

La habitación no era ni tan grande ni tan pequeña. Tenia lo esencial para quedarse el tiempo que estimaba hacerlo. Haberse acostumbrado a convivir con tanta gente le hacía mucho más sencillo soportar los sitios pequeños. El muchacho cerró la puerta detrás de sí y comenzó a quitarse la ropa; desabrochando los botones de su chaleco, tirando algunas prendas en la cama, echando los zapatos hacia alguna parte. Cuando estuvo desnudo y caminó hasta el cuarto de baño, echó una rápida mirada al desorden que había dejado y pensó en el antiguo capitán, el hombre que alguna vez hizo el papel de su padre tan perfectamente que hasta se lo habría creído. Meneó la cabeza con una sonrisa, en otros tiempos le hubiera pateado con ver el desastre que había dejado regado.

Se dió una ducha rápida, quitándose el sudor y la tierra que había acumulado en el día. El muchacho salió del cuarto de baño con una toalla rodeando su cadera, agarró su equipaje y lo puso en la cama y lo abrió para buscarse algo de ropa.

Buscó hasta encontrar lo que quería usar esa noche y comenzó a vestirse. Mientras se subía el pantalón y procedía a ponerse la camisa, notó un papelito que sobresalía del bolsillo interno que tenía la maleta. Extrañado, estiró el brazo para ver de lo que se trataba. Bastó tenerlo en su mano para sonreír con nostalgia, era una fotografía con las personas que una vez consideró su familia; de derecha a izquierda; Armin, Mikasa, Eren, Connie, Sasha, él, Hange y el capitán. Aunque las circunstancias eran distintas, él todavía seguía considerándolos su familia.

—Tómala, Tómala —la eufórica voz de la comandante lo regresó hasta aquel recuerdo—. ¿Qué esperas? Tómala.

Onyankopon, sonriente, ordenó a cada uno de la forma que consideró perfecta y le pidió al hombre que se encargaría de tomar la fotografía, fuera paciente con la castaña insistente.

—Tranquila —el hombre de tez oscura parecía no conocer la palabra estrés, él siempre tenía una sonrisa, tan diferente del pequeño hombre de cabello negro que comenzaba a impacientarse—. Les pido que sonrían y mantengan los ojos abiertos aunque la luz les irrite.

¹ 𝐎𝐧𝐞 𝐒𝐡𝐨𝐭𝐬 ── levihan [✔]Where stories live. Discover now