El ángel, parte II

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Cuando Levi cumplió diecisiete años, empezó a comprender cuál era el origen de la reina oscura y su magia, y el reino que dirigía. Pero lejos de sentirse asustado e inferior, comenzó a sentirse más bien curioso y fascinado por las cosas que habían más allá de su reino y del páramo. Levi gozaba pasar las tardes con Hange, que se había convertido en su fiel y traviesa compañera, enseñándole trucos y magia, y bromas sinfín. Era mucho más divertido que quedarse dentro del castillo aprendiendo la labor de un rey. Quería estar con Hange y Hange quería estar con él, aunque muchas veces le decía que se fuera o buscaba excusas para que se alejará por su propio bien y por el bien de su reino.

-Las hadas tienen alas y vuelan, todas ellas -dijo llamando la atención de la reina oscura, una noche que los dos se adentraban al bosque-. Pero tú no usas tus alas, aunque las tienes. Me pregunto porqué.

Y es que desde que tenía uso de la razón, la reina oscura flotaba y tenía alas, pero flotaba sin alas.

-Las hadas malas no tienen porque tener alas. No las necesitan. Somos como duendecillos, nuestro propósito es causar pesadillas. No volar ni vernos similar a las otras hadas.

-¿Y porque tú si puedes volar sin alas?

-Ese es mi secreto -le sonrió de lado. Levi bufó poniendo los ojos en blanco y aquél gesto a la reina me pareció muy bonito. Levi era apuesto. Estaba segura que tenía muchas hijas de reyes vecinos peleándose por casarse con él-. No te molestes conmigo. Vente, te quiero mostrar algo -espantó el pensamiento antes que le diera una punzada en el pecho del asco que le provocaba imaginarse eso.

El pequeño príncipe -porque no había crecido mucho a pesar de los años- le siguió el paso dentro del bosque hacía el hogar de una de las especies menos vistas por los humanos; Levi pensó que las intrépidas pero hermosas sirenas eran un mito, hasta que las pudo ver con sus propios ojos.

-¡¿Son sirenas?! -estaba muy impresionado-. ¡¿Reales?!

-Muy reales -la reina dió un paso al frente y el ruido del cetro chocando contra la tierra húmeda y sus pies, llamaron la atención del trío de sirenas.

-Majestad -la primera, rubia de cabello largo, tan largo que le tapaba la desnudez del pecho y caía cual cascada hasta su cola de color azul, nadó hacia ellos y se apoyó en una de las rocas, viendo más de cerca, con sus ojos violáceos, al joven muchacho-. Que gusto verla otra vez. Y trajo un lindo regalo -le sonrió a Levi y pudo ver sus extraños dientes puntiagudos, que no le restaban belleza en absoluto.

-No tengas miedo -otra, de pelo corto y azabache, se asomó junto a su hemana-. No mordemos. A menos que tú así lo quieras -le guiñó el ojo. Levi se echó para atrás, tres pasos. Y la sirena rió-. Solo estoy jugando contigo, no me mires con esa cara de asustadizo.

-No sean maleducadas -al ver que estaba incómodo por lo entrometidas que eran sus hermanas, la tercer sirena, de pelo castaño y ojos marrones, como los de su reina, emergió del agua-. ¿Que no saben que él es un príncipe? -quiso regañarlas, pero en lugar de eso, las puso más eufóricas.

-¡¿Príncipe?! -ambas nadaron hacia Levi, lo agarraron por las dos manos y lo metieron al agua casi a la fuerza, pidiéndole al unísono que jugara con ellas.

-¿H-hange? -nervioso, buscó el apoyo de su reina.

El cuervo que había estado en el hombro de la reina, abrió las alas y alzó el vuelo y voló al rededor de las sirenas y les picoteó el cráneo liberando al príncipe del cautiverio haciendo que una por una, se sumergieran dentro del agua de nueva cuenta.

¹ 𝐎𝐧𝐞 𝐒𝐡𝐨𝐭𝐬 ── levihan [✔]Where stories live. Discover now