Capítulo V

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—Su Majestad Rania de Nera , Emperatriz de Sorian, Señora de la Rosa y el Rubí, Gobernadora De las Grandes Islas Anastasias— anunció el guardia en la puerta

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—Su Majestad Rania de Nera , Emperatriz de Sorian, Señora de la Rosa y el Rubí, Gobernadora De las Grandes Islas Anastasias— anunció el guardia en la puerta.

Su entrada generó una mezcla de sentimientos entre los asistentes aquella tarde. Muchos le temían, otros la repudiaban, pero nadie más como el hombre que tenía que recibirla. Fastos se encontraba molesto, indignado y odiaba como esa mujer pisaba su reino llenándolo con su energía maligna.

Sentado en el trono tenía la necesidad de correr hacia ella y arrancarle la cabeza pero sabía que esa arpía tenía más de una, y además no debía de generar sospechas sobre la visitantes de antes. Rezaba por que ya estuvieran lejos de esta tierra.

—Fastos, querido hace siglos que no te veo. Me da gusto volver a verte— llegó ante él y lo reverencio, educadamente recibió sus saludos y le permitió hablar.

—Hay querida, pues no puedo decir lo mismo —sonrió cínico —Habla de una vez arpía. —Cambió su semblante por uno serio, su cara se tornó oscura y endurecida.

—Me dijeron que ocultas a una humana en tus dominios

—A veces me pregunto hasta dónde llegará tu nivel de delirio —señaló alrededor —¿Humana? ¿Ves a una humana por aquí? —Rania miró a su alrededor y era evidente pero ella no se dejaría engañar.

—Conozco tus trucos —le inquirió de frente, Fastos apretó la mandíbula tanto que parecía que se iba a romper.

—¡Estás diciéndome mentiroso! —La bruja brincó del susto —Cuida tus palabras, Rania —masculló

—No —apartó su vestido y subió uno de los peldaños hacia el trono acercándose a él. —Pero tu y yo sabemos que para seres mágicos como nosotros Ocurio, es sencillo.

—Si pero Ocurio solo sirve en seres mágicos, y hablas de una humana —Rania se mordió el labio inferior, sabía que tenía razón pero está humana no era como tal una humana. Por su sangre corría sangre divina, era mágica como cualquiera en el salón.

—Cualquier contacto está prohibido —Fastos se crispó como gato, Rania que hilos de su carácter rozar, el hombre nunca rompería la ley — Ninguna raza humana o mágica debe verse bajo ningún concepto. ¡Será pagado con la pena máxi... —la mujer fue cortada al instante por la furia de Fastos.

—¡NO INTENTES RECITAR LA ANTIGUA LEY, ARPÍA! —El rugido de su voz hizo eco en la sala alertando a los guardias de ambos bandos.

—¡Dame a la niña o morirás! —le ordenó.

Fastos escaseaba de una cualidad muy importante entre los de su tipo y esa era la paciencia, y con Rania esa cualidad ni siquiera existía. Se levantó indignado haciéndola retroceder, sujetó su vara y con fuertes golpes en el piso dejó salir una cantidad de magia impresionante que hasta sacudió el cabello de Rania.

Amapola de fuego y cenizas.Where stories live. Discover now