Capítulo 69

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Luna

Estos últimos días han sido los más locos de mi vida.

Y eso se podría dividir en tres acontecimientos.

A ver, que no es como que yo haya tenido la vida más tranquila tampoco, digo... crecí con padres que se van un fin de semana en yate a su isla privada mientras escuchan clásicos en inglés o reguetón cuando ya se embriagaron. Ahora también hasta con el comisionado, pero bueno... ese es punto para otra ocasión. Volviendo al tema, a eso ya estaba acostumbrada, pero a ver mi cara en revistas, banners publicitarios, videos musicales y a ya no poder usar el transporte público, a eso todavía no.

Aunque decirlo así pareciera que no es nada.

Pero a ver, mejor vayamos por partes:

Lo primero pasó cuando yo ya me estaba comenzando a acostumbrar a esta nueva vida, a ya no usar el transporte público, más específicamente; decidí comenzar a movilizarme en taxi y todo iba bien hasta que un día un conductor me reconoció por el video de Max. A ver, a ver, que yo estaba llevando una vida relativamente tranquila hasta que se me ocurrió aceptar la propuesta de Max, de pronto ya ni un taxi era buena opción. No cuando el conductor, después de mencionarme todas las canciones de Max que se sabía de memoria, me preguntó:

—¿Te gusta el karaoke?

Aunque con gesto de confusión, contesté:

—Sí.

Él dijo:

—Okey. Esta es para ti.

Sacó un micrófono y lo conectó a la radio del coche. Puso la canción nueva de Max —sí, la del video que yo protagonizo—, a todo volumen y comenzó a cantarla, como si no llevaba una vida lo suficientemente traumada con Max.

Ahí me di cuenta que necesitaba un auto.

Entonces comencé a buscar coches, después se lo dije a Gabriel. El hombre araña contestó en que si iba a tener un auto propio él mismo iba que enseñarme a conducir de nuevo. A ver ¿cómo se aprende a conducir de nuevo? Digo, lo de acelerar y frenar de golpe ya lo tengo grabado de memoria. Y se lo dije a Gabriel, pero aun así insistió y terminamos afuera de la ciudad un sábado por la tarde. Tal vez después se arrepintió porque la mayoría de las lecciones iban así:

—Baja la velocidad antes de tomar la vuelta.

—Ya bajé la velocidad.

—No has bajado la velocidad, Luna.

Pero en fin, lo segundo pasó unos días después cuando al despertar no vi a Pantuflas por ninguna parte. Al principio no le tomé importancia, pero después me preocupé cuando lo llamé y no se aparecía, incluso abrí su lata de comida favorita y ni siquiera se asomó, comencé a gritar su nombre y nada. Lo busqué por todo el apartamento, de un lado a otro, de inicio a fin. Comencé a entrar pánico. Gabriel justo había salido a correr y Pantuflas pudo haber aprovechado para escapar. Así que le llamé al hombre araña y se regresó lo más rápido que pudo. También estaba aterrado aunque jure que no. A ver, que ya hasta me iba a poner a llorar, pero entonces el muy hijo de su... salió de detrás de las cortinas, las cortinas negras. Todo el tiempo el hijo de la chingada estuvo ahí, casi en frente de nosotros. Salió estirándose como si nada y maullando a pasársele por las piernas a Gabriel.

Así tal cual.

En fin, lo tercero pasó en la fiesta del lanzamiento del segundo video que filmé —y con suerte el video que la gente olvide que soy la modelo del video de Max—, bueno al menos en un futuro porque hasta ahora, el mismo cantante me presenta como la protagonista del video de Max. Yendo al grano, yo solo estaba ahí para la publicidad del video clip, tomarme unas fotos, hacer una que otra entrevista y llevé al hombre araña conmigo. En la fiesta lo perdí un momento y después lo encontré charlando animadamente con dos señores como si fueran amigos de toda la vida. Al verme esbozó una, me pidió que me acercara y antes de llegar donde estaba él, llegó a mí y me susurró al oído:

Se busca novia © (Disponible en Amazon 🌸Digital, Papel y Kindle Ilimitado🌸)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora