CAPÍTULO 41| Adrián

595 41 0
                                    

Lo primero que sentí al despertar fue un cuerpo pegado al mío. No tenía que abrir los ojos para saber que era Belén acurrucada en mi costado luego de la noche anterior.

Seguía desnuda, lo podía sentir por su pecho rozando mi piel y eso, combinado a los recuerdos de la noche anterior y de la forma en la que disfrutamos del otro, logró crear una erección diferente a la mañanera.

Intenté no moverla mucho cuando me puse de lado para ser yo quien se acurrucara en su cuerpo. Ella era mucho más baja que yo, así que se me complicó un poco y no hice muy bien mi trabajo porque sentí su suspiro antes de sus manos en mi cabello. Cerré los ojos y me dejé llevar por su caricia por unos minutos, hasta que escuché su estómago gruñir. No pude evitar reír y alzar mi rostro hacia el adormilado suyo que ya me esperaba con una sonrisa.

—¿Quieres cocinar hoy? —pregunté en un susurro para no romper el ambiente.

Negó sin mediar medar palabra. Suspiré y me levanté para ir al sanitario. Cerré la puerta, aunque ya Belén conociera todo de mí. Me miré en el espejo en un intento por despertarme del todo y eché agua en mi rostro. En esas, un cartón de pastillas con solo una en él me llamó la atención.

Lo tomé para asegurarme de que era lo que creía y sí, eran las anticonceptivas de Belén. Ya debía comprarle un nuevo cartón, pero no me lo había mencionado. Hice cuentas mentales, entrando en mí la angustia por un momento, pero sí, las últimas que compré coincidía con ese que estaba a punto de terminar.

Lo volví a dejar donde lo encontré y me di una ducha rápida antes de salir. Belén entró después de mí y también salió poco tiempo después con su cabello recogido en lo alto de su cabeza y una toalla envolviéndola.

—Ponte algo cómodo para salir, te llevaré a desayunar —me miró y sonrió antes de volver su atención a su closet.

Mientras ella se veía, miré la habitación y recordé el resto de la casa. Era linda, pero sin duda se podría mejorar.

Miré a Belén sin evitar pensar que ese tampoco era el estilo de ella, no porque no fuese cálida, sino porque a Belén le gustaba lo moderno y los tintes blancos, así que, aunque el ladrillo estaba bien, que el suelo fuese de madera al igual que el techo no la hacia muy de ella. Al menos podría haber tenido una pared blanca, pero entendía que fue lo mejor que consiguieron cerca de la universidad.

En el último tiempo me sentía cansado de la rutina en la que nos habíamos metido. O más que de la rutina, era el no poder verla cuando quisiese porque no podíamos estar todo el tiempo juntos por... su condición. Belén tenía que ser una ignorante en algunos aspectos, aunque eso se hiciese difícil teniendo en cuenta la situación. Pero quería tenerla conmigo. No sé por qué o desde cuándo Belén se arraigó más en mi corazón, ¿quizá luego del hospital? ¿Luego de sentir perderla?

Me preguntaba si un futuro arquitecto podía diseñar el anillo de compromiso que quería darle a su esposa. Me gustaría hacer eso con ella, pero seguiría sin poder dárselo porque primero debía recuperarse del todo de las consecuencias del vínculo.

—Estoy lista —parpadeé al escucharla, saliendo de mis pensamientos. Sonreí al verla en unos vaqueros rosas y una camiseta blanca. Sencilla pero hermosa. Me levanté, entonces, para poder irnos y no seguir aumentando el hambre que de seguro ambos teníamos.

Nos encontramos con Miranda casi siendo devorada por Kyle. Alcé ambas cejas cuando se percataron de nuestra presencia luego del carraspeo de Belén.

—Iremos a desayunar —comunicó—. ¿Quieren algo o ya desayunaron? —me reí sin poderlo evitar.

—Estaban a punto de desayunar, pero los interrumpiste, chiquita. —Solté otra risa cuando sentí el codo de mi novia en lo bajo de mis costillas.

—Bien, les daremos tiempo... pero limpia luego, Miranda —lloriqueó mi chica antes de tomar sus llaves y jalarme fuera de la casa con ella.

Luna creciente (Precuela Cantos a la Luna)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt