CAPÍTULO 44| Belén

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Solo podía mirar al frente mientras tomaba un café.

Yo no era de tomar café, pero ahí estaba con uno entre mis manos y la mirada perdida en Francis dormido en el suelo de mi casa.

No había dormido muy bien la noche anterior por pensar en Adrián y en lo sucedido. Quizá por esa razón estaba tomando café, uno oscuro y con poca azúcar.

Parpadeé cuando Miranda se sentó frente a mí.

—¿Por qué tienes mirada triste?

Suspiré y me quedé en silencio, pensando con qué palabras iniciar.

No dormí a la noche por pensar en Adrián y su actitud. Quizá yo sí estaba mal al no frenar a mi padre, pero es que de verdad no quería empeorar las cosas. Y también me comencé a sentir mal y en un círculo vicioso con Adrián en el que teníamos solo unos días buenos y luego volvíamos a discutir. ¿Así sería siempre nuestra relación? ¿Siempre tendría que estar explicando que no prefería a Francisco sobre él?

Además, estaba el hecho de que se me había metido en la cabeza que Adrián tuvo que salir la noche anterior y que estaba herido. Siempre que peleábamos o pasaba algo entre nosotros lo llamaban, así que estaba desesperada, pero a la vez no quería dar mi brazo a torcer. Pero es que necesitaba tanto saber de su bienestar que me volvía loca de solo pensar en no tomar el teléfono y llamarlo.

—Estaba pensando en Adrián —respondí a Miranda en voz baja para evitar que Francis nos escuchara. La miré con los ojos hinchados por la falta de sueño y seguro con el cabello enmarañado—. ¿Quieres salir a desayunar? Yo invito.

Ella, captando que quería salir para hablar sin la presión de tener a Francisco cerca, asintió, así que ambas nos levantamos para ir a las habitaciones a organizarnos. Ni siquiera nos duchamos, solo nos vestimos más decente y salimos de gancho.

—¿Cómo te fue ayer con Kyle? Llegaste tarde, te perdiste todo el drama. —Ella giró a verme con una mueca.

—¿Fue mucho drama? —Intenté sonreír mientras negaba.

—En realidad no, solo nosotros en la habitación y Francis en la sala con su pena... pero cuéntame de ti, no quiero pensar en mí hasta no llegar al café.

Miranda me abrazó contra sí.

—Kyle es un caballero siempre conmigo, ayer no fue la excepción. Fuimos a jugar cricket con otras personas y luego fuimos a comer... y a comernos. —Soltó una risilla pilla y me dio una mirada por el rabillo del ojo—. ¿Qué te dijo tu mamá al ver tu anillo?

—Le gustó —respondí sin mucho ánimo porque por esa visita comenzó todo... bien, no por la visita, sino por Francisco, pero el comportamiento de mi padre sí tuvo mucho que ver—. Dice que si tiene dinero para comprarme este anillo tiene para comprar una casa para ambos, aunque no es así. Creo que Adrián sacó de sus ahorros para comprarlo y aun debe seguir pagando el apartamento y los acabados.

—¿Se irán a vivir allí cuando se casen? —Lo pensé. No era mucho de apartamentos, los sentía muy independientes, aunque estuvieran rodeados de otros, solo que me parecían... impersonales y fríos. Me gustaban más las casas para un hogar, pero en un principio solo seríamos él y yo, así que...

—Sí, creo que sí. En realidad, no lo he hablado con él, primero debo curarme antes de pensar en la boda. Y tenemos muchas cosas por solucionar antes de pensar en volver a vivir juntos.

Miranda suspiró y se quedó metida en sus pensamientos durante un buen rato. Llegamos al café donde comí con Adrián y el que se había convertido en mi favorito en esos pocos días de clases. Pedimos en cuanto nos sentamos, teniendo muy claro lo que queríamos comer esa mañana.

Luna creciente (Precuela Cantos a la Luna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora