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Vera terminó su turno y salió de la biblioteca, cerrándola, pues ya estaba anocheciendo.

- Hola - escuchó detrás suyo, volteó hacia aquella voz y sonrió, notando al pelinegro sobre su moto estacionada, esperando por ella

- Hola Shin - se acercó para saludar al contrario con un abrazo bien correspondido

- Paseamos un rato? Yo invito - dijo, la chica asintio con la cabeza manteniendo su sonrisa

- El "yo invito" es cuando vas a comer a algún lugar - explicó mientras subía tras él

- Da igual, yo invito - sonrió ampliamente, le ofreció un casco para luego arrancar la moto y llevarla consigo, el camino era fresco por el viento, pero cómodo, algo cálido por el abrazo de Vera al sostenerse del torso del chico.
Llegaron a un parque solitario y sin tantos juegos, al detener la moto ambos bajaron y comenzaron a caminar con sus manos entrelazadas
- ¿Cómo te fue hoy, linda? - preguntó mientras caminaban rumbo a un café cercano a su visualización

- Bien, hermoso y tranquilo como siempre, en verdad amo trabajar ahí - suspiró feliz

- Me alegra - se giró a verla, observándola con atención

- ¿Qué? - preguntó al sentir su mirada fija, viéndolo también

- ¿Estás más alta? - preguntó curioso

- ¿Me veo más alta? - respondió con otra pregunta

- Jaja sí, pareciera que cumplir dieciocho te incremento la estatura - rió

- Que malo - soltó un "suave" golpe en el hombro del chico - Claro, como tú eres un poste de luz... - reclamó a lo que después de un minusioso silencio y miradas fijas, soltaron a reír

- Eso fue grosero, yo no te dije enana en ningún momento o que podrías llegar a chocar con las hormigas - dijo aún riendo

- Lo pensaste, que malo jaja, pero es la verdad, no soy tan alta - se comparó por un momento - Apenas y te llego al hombro - sonrió

- Está bien para mí - la miró con una media sonrisa, al llegar al local tomaron un café y un postre para acompañar, después como cada encuentro se despidieron.

- He estado haciendo planes con Baji y será la cuarta vez que salimos juntos así que no quiero llegar tarde - explicó

- Está bien, ve con cuidado y
diviértanse - se acercó rápido pero la joven interpuso su mejilla, recibiendo ahí el beso

- Hey!, más despacio velocista, que mañoso es usted, Shinichiro Sano - rió, el joven hizo lo mismo - La primera vez hasta me pediste perdón anticipado - rió

- La verdad es que esperar me pone ansioso - dijo

- Y eso que solo ha pasado un mes desde que soy mayor de edad, aún te faltan esperar once meses, ¿podrás? - se acercó, retadora

- No, pero lo intentaré - respondió intentando acercarse de nuevo pero los dedos de la chica se posaron sobre sus labios, deteniéndolo.

- Bien, practíca mucho el arte de la paciencia - rió - Nos vemos - besó su mejilla y se fue.
Al llegar con su hermano, este la recibió con un fuerte abrazo que la hizo sonreír.
- Ay, pero que tierno eres - correspondió su abrazo - Bueno, vamos ya - dijo entusiasmada

- Sí, sí, sí vamos!! - exclamó feliz yendo hacia la puerta

- ¡No tardamos mamá! - avisó la mayor

- ¡Vuelvan antes de la cena! - inpuso

- Sii! - contestaron ambos para luego salir, bajaron las escaleras y fueron hacia un super mercado pequeño para comprar lo que ambos adoraban comer
- ¡Lo encontré!, ¡¡Llevemos diez!! - levantó dos paquetes de Yakisoba en cada mano

Solo recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora