Cambios

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Sobre su cama, miraba atento el dije que colgaba del collar de aquél gato, miraba con atención esa pequeña foto de su hermana, decidido, soltó un suspiro y jaló la pieza de plata, luego salió de la habitación y entró a la de su hermana, la cual se mantenía casi igual desde la última vez que Vera la usó.
Entre sus cajones estuvo buscando con cuidado hasta que encontró el collar que le había puesto al gato anaranjado que adoptó en secreto, lo ajustó a su muñeca y colgó el dije ahí.

- Mamá! - llamó, saliendo de la habitación poco después - Ma - llegó a la sala

- ¿Qué pasa, Baji? - salió de la cocina
- ¿Empacaste más cosas? - preguntó al saber que salió de la habitación de Vera

- Ehh, no, fui a buscar esto - enseñó su muñeca

- Oh, que lindo - dijo, tomando el dije y abriéndolo, dibujando una sonrisa nostálgica y enternecedora en su rostro
- Bueno, ¿entonces qué ibas a decirme? - preguntó

- No quiero que lo ves mal, mamá, pero, ¿cómo crees que...se me vea el cabello largo? - preguntó

Ryoko lo miró de forma atenta para después bajar la mirada, indecisa.

- La verdad, estoy segura de que se te vería bien, pero, dime Baji, ¿por qué te quieres dejar crecer el cabello, mmh? - acarició su mejilla

El chico solo suspiró y acarició la mano de su madre.

- La verdad, quiero cambiar de estilo y creo que con eso, me daría menos nostalgia el recordar como acariciaba mi cabeza, suena extraño, lo sé pero, es algo que de verdad quiero hacer - sonrió

- Claro, también la extraño - dijo
- Eso sí, me dejarás despuntarlo de vez en cuando, ya que de lo contrario, se comenzará a dañar - palmeó su hombro

- Está bien - sonrió - ¿Te ayudo en algo? - preguntó, acomodando los cojincillos de los lugares

- Arregla la mesa, en un rato la comida ya está lista - sonrió

- Bien - hizo caso
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Al anochecer, terminaron de cenar y comenzaron a ver la televisión, sin embargo, Shinichiro no se sentó en el sofá junto a sus hermanos, pues al sentirse agobiado decidió en salir.

- ¿Ya tienes otra cita, Shin? - preguntó Mikey

- No Manjiro, no me tardo - dijo y salió por completo

- Eres un tonto - dijo Emma

- Ah?! - expresó - ¿¡Por qué!? - preguntó

- Sabes bien que para él no ha sido fácil, y que Vera no fue una chica más - le dio un zape

- Ay, bueno! Igual no tiene nada de malo que conozca a alguien más - dijo

- Eres tan aromántico, Mikey - rodó los ojos y siguió viendo la tele.

Por su parte, Shinichiro caminaba con calma por las calles mientras fumaba un cigarrillo, mirando a los transeúntes, las luces y el cielo.
Cada que volteaba a ver la luna, soltaba un gran suspiro, pues la estrella que brillaba cerca de la luna jamás desaparecía.

Pasó por aquél parque y luego de un rato, llegó al cementerio, sin importar que fuera de noche y la vista le pareciera algo tenebrosa, llegó hasta llegar a la tumba de la joven. Se sentó frente a la lápida y prendió otro cigarro.

- Hola - dijo, quedándose en silencio mientras fumaba y acariciaba los pétalos caídos de las hortensias azules.
- Han sido unos días muy largos - dijo luego de un buen rato - Fue poco tiempo pero la verdad, te echo mucho de menos, Vera - sacudió su cigarro, quitando la ceniza acumulada
- Espero que...en otra vida, podamos estar juntos - apagó su cigallo sobre el suelo y lo dejó sobre el pequeño altar
- Disculpa si solo vine a fumar, nos vemos - se levantó, yendo hacia la salida.

Detrás de él escuchó una risilla, por lo que volteó a ver, pero no había nada, siendo así siguió su camino hasta que un alboroto llamó su atención.
En una calle solitaria, una chica estaba siendo atormentada por dos hombres, ante el momento y la oscuridad, los ojos de la joven que lo miraron con esperanza, se le hicieron familiares, por lo que no dudó en acercarse.

- Oigan, ustedes! - exclamó - Déjenla en paz - ordenó

- ¿Y a ti qué te pasa, quieres problemas, eh? - amenazó uno de ellos

- El que tendrá problemas serás tú si no la sueltas en este momento - advirtió, siendo así, comenzó una pelea en la que Shinichiro le gritaba a la joven que se fuera, pero ella seguía en shock
- ¡Por favor, vete de aquí! - advirtió mientras derribaba a los maleantes, sin embargo, cuando sus miradas chocaron, al pelinegro se le cristalizaron los ojos.

¿Así de vulnerable se veía Vera antes de morir?

En ese momento su alma rogaba perdón por no haber podido protegerla en su momento, buscaba redimir esa culpa inexplicable con alguien más.

- ¡Cuidado! - exclamó la chica, Shinichiro volteó pero solo por segundos, pues uno de los tipos sostenía un tubo de metal con el que golpeó la cabeza de Shinichiro sin dudarlo.
Después de eso, ambos echaron a correr.
- Oye, muchacho - llamó la joven pero, no tuvo respuesta.

La cabeza del pelinegro comenzó a sangrar.

- Ay no - tapó su boca, sacando su celular y llamando a emergencias.

Esa noche, Shinichiro no volvió a casa.
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Devastado, llegó a su habitación y se sentó sobre la cama.

- Maldita sea - murmuró, quitándose el saco negro y dejándolo a un lado suyo
- Ahora también Shinichiro - dijo para sí mismo - ¿De qué se trata? - preguntó, cubriendo sus ojos para evitar que las lágrimas empaparan su rostro.

El día se nubló y pronto comenzó a llover, en su ventana, un extraño ruido lo hizo levantar la mirada, llamando su atención. Era un gato blanco, un blanco increíble.
Rápidamente se levantó y abrió la ventana, dejándolo pasar, el felino le ronroneo en forma de agradecimiento, al mirarse, notó un azul en sus ojos muy intenso, un azúl que lo miraban con atención.

Sin aviso, el gato se colocó a dos patas, recargando sus manitas en el pecho de Baji, acercándose lo suficiente para lamber una de sus lágrimas, sorprendiendo al joven.
Luego, el gatito maulló y bajó de la ventana para dirigirse a toda libertad a la cama del pelinegro y dormir.

- ¿Eres tú? - preguntó, el animal abrió los ojos y lo quedó viendo, algo en Baji reaccionó, pero su conciencia tomó el control
- Ahh, que tontería - suspiró para luego ir y sentarse en su cama, acariciando al gato - No le voy hablar a un gato como si fuera ella - dijo para sí, después recordó que había tomado la comida de gato del cuarto de Vera, por lo que sacó un poco y se lo ofreció al gato, quien comió un poco.

La puerta de su habitación se abrió.

- ¿Baji? - entró su madre

- ¿Qué pasa ma? - preguntó

- Sé que no es un gran momento hijo, pero, la habitación de Vera ya está vacía, nos vamos a mudar a la unidad de al lado - avisó

- Ah, no te preocupes mamá, está bien - sonrió algo forzado - ¿Cuándo nos mudamos? - preguntó

- En tres días - respondió, Baji asintió con la cabeza para luego comenzar a llorar en silencio. Su madre se acercó y lo abrazó - Sé que es difícil, pero lo necesitamos, cariño - sobó su espalda

- Y está bien, ma - dijo con la voz rota
- Solo que todo va muy rápido - limpió sus lágrimas

- Lo sé - suspiró - Te dejo, ve empacando algunas cosas - besó su frente, acarició al gato que comía con calma y después salió de la habitación.

Baji miró su muñeca, su pulsera. Acarició el dije cerrado con su pulgar y luego miró al gato, acariciando su cabeza.

- Creo que es la primera y última vez que nos vemos, gatito - dijo, el felino lo miró, dejando de comer para maullarle, lambeó su mano y chocó su cabeza con el dije de su pulsera, después salió por la ventana, volteando a verlo por última vez antes de marcharse.
- Sep, adiós - dijo con la cabeza agachada, se levantó del piso y se dejó caer en su cama, listo para dejarse llevar por el sueño, una vez más.

Solo recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora