Que injusto

448 44 10
                                    

Al terminar su turno cerró la biblioteca y fue a cenar al local de comida que acostumbraba. Texteó in si madre, avisando que ya había salido del trabajo pero que pasaría a la casa de un amigo de su hermano, Ryoko aceptó, pidiéndole ir con cuidado.

Al terminar, se levantó de la mesa y pagó, saliendo del lugar y yendo hacia la casa de Kazutora. De camino la llamada de Shinichiro la hizo distraerse un poco, platicaron sobre su día y en verse el día siguiente para ir a la playa, ya que era fin de semana, al ser así, hablaron un poco más y después se despidieron, colgando la llamada.
Vera siguió su camino, pero una tienda de regalos llamó su atención, pensó que sería buena idea llevar un regalo, por lo que entró y compró algunos chocolates y un peluche de un tigre que le pareció verdaderamente lindo, lo metió en una bolsa de regalo no muy llamativa y salió.

Se estaba oscureciendo rápido.

Se dirigía a paso lento por las calles, ya no estaba tan lejos, sin embargo, la calle solitaria en la que estaba le dio un mal presentimiento, por lo que decidió devolverse y tomar una más habitada.
No tardó en notar que alguien salió de un callejón y comenzó a seguirla, eso aceleró su corazón.

Priorizó acercarse a un local iluminado, tampoco faltaba tanto para llegar al lugar, sin embargo aquél hombre eschó a correr, asustandola, intentó correr también pero el hombre la tomó del brazo.

- ¡Ahh, no me toque! - exclamó asustada, pateando sus piernas y empujándolo, haciéndolo caer - ¡Ayúdenme, alguien! - gritó hacia el frente, esperando que alguien de las casas o locales salieran, pero no obtenía respuesta por más que gritaba.
Aquél hombre volvió atraparla, y contra la pared le exigió su dinero, la joven no dudo y le entregó su billetera.

- ¿Qué es esto? - preguntó, tocando la cadena de su cuello, al estar tan cerca, Vera notó qué ese tipo estaba ebrio hasta los dedos, pero alejó la mano qué intentaba arrebatarle el collar que le había regalado su padre

- Ya te di mi dinero, por favor dejame - pidió entre asustada y enojada

- Tu collar es lindo - susurró cerca de su cuello

- Por favor - lo alejó - Ya váyase - insistió

El hombre se alejó y frente a la pelinegro revisó la cartera, contando el dinero, luego miró la parte frontal, donde había una foto de su hermano. Le dirigió una mirada a Vera y sacó todo el dinero, dándole de regreso la cartera, la chica la tomó y vio como el tipo se alejaba tambaleándose un poco.
Siendo así, Vera comenzó a caminar más rápido hacia otra calle, pasó los dos locales y se acercaba a la esquina, pero un grito erizo su piel, provocándole terror.

- ¡¡Dame la cadena!!, ¡¡Quiero ese maldito collar!! - aquél hombre corría hacia ella de nuevo, está vez con una navaja en la mano.
La respiración de Vera se agitó, similar a un ataque de asma, volvió a correr pero se sentía pesada, su cuerpo no reaccionaba por la inmensidad del terror, un fuerte grito de miedo y desesperación salió de su boca al sentir como él hombre la jalaba del brazo.

- ¡Dame esa cadena, dámela! - exigía

- ¡No, aléjate, suéltame! - exclamó, forcejeando

- ¡¡Dámela!! - insistía

- ¡Por favor, la cadena no! - comenzó a llorar

- ¡Que me la des! - se avalanzó contra ella, Vera seguía forcejeando a pesar de haber caído al piso, la chica asustada y triste, entre sollozos intentaba quitarse el collar, pero la mano del tipo que quería arrebatarsela no la dejaba hacerlo.
- ¡Maldita sea! - exclamó el hombre, actuando violentamente con el arma al apuñalar su abdomen dos veces seguidas, la joven se quedó en shock con un gesto de dolor - Estúpida mocosa - dijo, incrustando la navaja en su cuello, sus lágrimas seguían cayendo.

- Oye, tú! ¡¿Qué crees que haces bastardo, dejala?! - se acercó un hombre robusto con dos perros, el hombre se levantó del piso y salió corriendo, olvidándose de la cadena.
El señor al ver el estado de la joven, se alarmó de inmediato.
- Oh no, ¡tranquila señorita, va a estar bien! - dijo, desatando su mandil, rasgándolo y colocando la tela en sus dos heridas, después sacó su teléfono y marcó a una ambulancia.

Para Vera, todo lo que escuchaba eran murmullos a lo lejos, sus ojos no dejaban de llorar y una inmensa tristeza la hacia sollozar, pero dicho acto hacia que se ahogara, pues estaba perdiendo mucha sangre. Las estrellas comenzaban a aparecer y su vista estaba fija en ese manto azul cobalto mientras revivía cada recuerdo con su hermano, su madre, lo poco que vivió con Shinichiro y el cariño que le tenia a Kazutora desde que lo conoció, todo era hermoso, ¿por qué tenía que tener un final así?.

No deseaba esto, aún debía cuidar de su madre, aún no le enseñaba más cosas maravillosas a su querido hermano.

¿Dónde estaba el libro de fantasía? Quería contarle un cuento más antes de ir a dormir.

- Vampirillo...- murmuró para luego toser al sentir como su garganta volvía a llenarse de sangre - Lo siento - lamentó en medio de un sollozo

- Señorita, no hable, ya viene la ambulancia - dijo el señor, tomando su mano, Vera la apretó con su poca fuerza. Uno de los perros que acompañaba al hombre se acercó a la joven, lamiendo sus lágrimas.

Vera reaccionó por un momento, todo se volvía aun más triste, pues no pudo criar una mascota junto a su hermano.

- Será un gran chico, cuidará de los animales, eso se lo enseñé bien - pensaba mientras con su corazón rogaba al universo que cuidara de su hermano
- Me encantaría volver a compartir un Yakisoba contigo, mi niño - tosió de nuevo, la ambulancia llegó, la cargaron en una camilla
- Sin duda, siempre será mi comida favorita porque... - su mirada se perdió en el techo blanco del vehículo mientras la hemorragia de su cuello por fin se detenía.
- Siempre te veía sonreír al comerla - sintió el oxígeno entrando por sus fosas nasales, insistiéndole en vivir pero un miedo que no pudo expresar la victimizo al notar que su cuerpo ya ni si quiera lo intentaba.
- Mamá - llamó debilmente con una voz quebradiza y triste antes de que sus ojos se cerrarán.
.
.
.
Baji entró a casa, encontrando a su madre en el sofá.

- Hola ma, ¿Nee chan no está? - preguntó

- No, hace rato me dijo que ya había acabado su turno pero que iba a pasar a ver un amigo tuyo - dijo, mirando el reloj
- Quizá ya viene de regreso - dijo

- ¿Hay algo de comer? - preguntó, yendo a los brazos de su madre para ver el programa con ella

- Si quieres, te preparo un Yakisoba, aún sobran de los que compraron la otra
vez - dijo

- Ay, sí!, pero cuando regrese Vera, para compartirlo - dijo alegre

- Pero ahí hay más - dijo

- No importa - sonrió

Al iniciar la lluvia, Ryoko llamó a su hija mientras Baji recibía una llamada de Kazutora.
Ambos se quedaron en shock por un momento.

- Pero..., ¿Cómo que no ha llegado? - preguntó Baji, mientras Ryoko lloraba en silencio sin creer lo que el hombre del otro lado de la bocina le decía.
Sin más, colgó el teléfono y tomó la mano de su hijo, dirigiéndose hacia el hospital a toda prisa.

Solo recuerdosWhere stories live. Discover now