12. Te quiero

475 36 7
                                    

Tuve que releer varias veces palabra por palabra y letra por letra. La frase seguía allí, no estaba leyendo mal ni se trataba de un error ortográfico, lo sabía porque no se retractó. Me esforcé en reaccionar de la forma más natural posible, luego la emoción se apoderó de mi persona y dejé tantos mensajes como pude. Chiara estaba demasiado avergonzada de su propia confesión como para imaginarse que yo estaba corriendo de un lado para otro en mi habitación como nunca lo había hecho. ¿Era yo el mismo Pietro de siempre? Normalmente se trataba de mí el que ponía a las chicas en una situación similar solo con mirarlas, a veces ni siquiera eso era necesario.

Chiara me hizo tomar mi ego, masticarlo y tragármelo al igual que el orgullo. Cada vez había menos posibilidades de que respondiera los millones de mensajes, pero por muy absurdo que pareciera yo seguía tecleando una y otra vez con la convicción de que se conectaría de nuevo y soltaría una confesión directa. Nunca estuve acostumbrado a este rol, y sorprendentemente no parecía importarme en lo más mínimo. Al menos no ahora, en el momento donde descubrí que este amor con el que lidiaba era mutuo. De la misma forma esperaba que fuera recíproco, o de lo contrario no dudaría en demostrarle que el chico perfecto estaba allí frente a sus ojos. Yo la merecía más que nadie.

La invitación de Isabel a la pijamada en casa de Livia me vino como anillo al dedo. En menos de cinco minutos mi habitación que solía estar medianamente ordenada, tenía toda mi guardarropa esparcida de aquí para allá pudiendo rescatar tres prendas escogidas para la ocasión. Cuando divisé un brazalete a juego en mi escritorio, no pude evitar preguntarme si también iría Giulio. Sus intentos de hablarme fueron escasos pero aún si me hubiera mandado una biblia, no le contestaría. Prefería que creyera que era exclusivamente por el baloncesto, antes de que se enterara de la razón escondida. Lo iba a descubrir con el tiempo, y aquel tiempo no era precisamente lejano.

Me ahorré las explicaciones al par de insufribles que decían llamarse mis padres, y no sin antes rociarme la fragancia de mi perfume favorito, salí por la ventana de mi habitación sabiendo que esta noche no la desperdiciaría.

Chiara

Las veces que hice presencia en la sala a sentarme a charlar con todos los presentes eran contadas. Me volví una genia para inventar una excusa por minuto, la de este momento era esconderme en la cocina y terminar de preparar los bocadillos para ver la película que escogieron para más tarde. Entre tantos regaños de Mónica casi estuve por ir junto a ellos, sin embargo en cuanto escuché la voz de Pietro unirse al barullo de los demás, le juré a mi amiga que los doritos necesitaban más salsa de queso y me tomaría un buen rato averiguar la cantidad adecuada. Hasta la fecha, era el acto más inmaduro que cometía, exceptuando que quizá si Giulio se encontraba allí iba a salir a esa sala como sea y con un descaro fenomenal ante Pietro.

Las paredes de la cocina eran muy delgadas, lo escuché mencionar mi nombre y deduje que había preguntado por mí. Era consciente de que no podía evitarlo toda la noche, solo estaba ganando algo de tiempo para poder armarme de valor y tomar asiento en ese sofá sin tener que apartar la mirada cada vez que sus ojos fríos se clavaran en mí, junto a esa sonrisa alzada que casi siempre tenía. Convencerlo de que fue una equivocación resultaba complicado por no decir imposible. Sería más fácil desaparecer de la faz de la tierra o escapar por la puerta trasera de la casa.

A mi celular no le quedaba mucha batería y mis cosas, incluyendo mi cargador, estaban en la habitación de Livia por lo que se me acababa el entretenimiento. Tomé una bocanada de aire, me cargué con los recipientes de aperitivos hasta donde mis brazos lo permitían y me encaminé hasta la sala teniendo que pasar por el pasillo. Unas voces conocidas se oían acercándose, a lo que por inercia me escondí tras una voluminosa escultura decorativa evitando ser vista.

Madly in Love | Giulio Paccagnini (DI4RI)Where stories live. Discover now