CAPÍTULO 35

2.3K 122 12
                                    

ALEXANDRA PEMBERTON

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

ALEXANDRA PEMBERTON

No podía dejar de sonreír y las emociones que ahora sentía eran indescriptibles; nuestras manos estaban entrelazadas sin querer soltarse y ambos teníamos un brillo especial en los ojos que era un claro reflejo de lo que sentíamos por dentro.

Permanecimos un momento más escuchando la música mientras bailábamos lentamente; Lucca tenía sus manos en mi cintura aferrándome con fuerza contra él mientras que mis manos se encontraban detrás de su cuello y mis dedos jugaban con delicadeza con su cabello; en este momento solo existíamos él y yo, tan unidos como si nuestros corazones latieran al mismo tiempo, como si solo tuviéramos un alma y eso fuera suficiente para los dos.

Una vez leí que Freud decía que las coincidencias no existen, que cuando nos topamos con alguien por casualidad, es porque ya lo hemos visto, en esta o en otra vida y lo dejamos pasar, pero ese momento se quedó ahí, latente como la primera vez que se cruzaron las miradas y por más que no sepamos en que momento sucedió o cuando nos vimos, el recuerdo sigue ahí, en nuestro subconsciente, impulsándonos a buscar a esa persona para sentir de nuevo como se paralizaba nuestra respiración, quizá justo por eso es que las coincidencias son inexistentes, quizá no es casualidad, si no destino y tal vez esa era la mejor forma de describir nuestra relación, porque Lucca y yo estábamos destinados a amarnos, esa era la única explicación para la intensidad de nuestros sentimientos.

Quizá en otra vida ya nos habíamos encontrado, quizá en más de una vida nos apartaron evitando que estuviéramos juntos; quizá en cada vida estábamos destinados a buscarnos y tal vez en esta... al fin pudimos consumar nuestro gran amor.

Vivimos tantas cosas, tantos momentos llenos de dolor; él rompió mi corazón y yo rompí el suyo; ambos cometimos muchos errores en nuestra historia, pero cada error y cada lágrima nos trajo hasta este momento; ahora miraba hacía el pasado y sentía que todo era completamente diferente.

En el pasado Lucca y yo nos odiábamos aunque ni siquiera nos conocíamos; en el pasado Lucca tenía como misión destruir a mi familia, así como se suponía que yo debía destruir la suya; en el pasado obedecía ciegamente a mi padre en la búsqueda incansable de aprobación mientras que Lucca se metía en problemas con frecuencia para demostrar que nunca sería quien su padre intentaba obligarlo a ser; en el pasado ambos éramos cobardes, yo porque temía sentirme libre ya que nunca lo había sido y él porque cuando tuvo que decidir su futuro tuvo miedo y simplemente dejó que su padre tomara el control.

Ambos nos equivocamos, pero también aprendimos de nuestro error; crecimos, maduramos y nos convertimos en personas capaces de luchar por nuestro amor y cuando finalmente el universo decidió reunirnos, quedó demostrado que todos esos sentimientos que nos esforzamos por mantener ocultos seguían siendo tan intensos como lo fueron la primera vez que nuestros caminos se entrelazaron.

La cobardía quedó en el pasado, los errores fueron dejados atrás y todo el miedo que en su momento nos dominó, fue reemplazado por el valor que necesitábamos para enfrentar a nuestras familias y al mundo que sin duda cuestionó nuestra relación.

IMPERIOWhere stories live. Discover now