CAPÍTULO 38

1.9K 113 19
                                    

ALEXANDRA PEMBERTON

Deze afbeelding leeft onze inhoudsrichtlijnen niet na. Verwijder de afbeelding of upload een andere om verder te gaan met publiceren.

ALEXANDRA PEMBERTON

Hoy era el gran día

Hoy al fin me casaría con el amor de mi vida

No podía estar más emocionada y más feliz; este día sería perfecto de inicio a fin, por el solo hecho de que me uniría al hombre que amaba y daría inicio al resto de nuestras vidas; no podía evitar pensar en como nos conocimos y todas las dificultades que atravesamos, pero cada obstáculo valió la pena, porque nos trajo a este momento.

Recordaba esa vez en el techo, cuando finalmente exploté contra Lucca y acepté mis sentimientos por él; en ese momento creí que estaba loca, porque de entre todos los hombres en este mundo, me había enamorado de él, pero ahora al recordar esa noche, solo podía sonreír.

- ¡¿Crees que a mí no?! ¡Me vuelves loco, Alexandra! – exclamó provocando que mi corazón se acelerara hasta casi salirse de mi pecho - ¡Desde que te conocí mi vida dio un giro de ciento ochenta grados! ¡Lo único que he hecho en estos días ha sido llamarte y romperme la cabeza pensando en que decir para hacerte reaccionar! ¡Me gustas y no consigo pensar claramente porque tú ocupas todos mis pensamientos y siento que eso me está enloqueciendo!

Ambos fuimos realmente obstinados y sumamente difíciles, aunque la situación en ese momento tampoco nos benefició mucho; éramos jóvenes, teníamos problemas para comunicarnos y pese a que nos amábamos, las cosas no estuvieron a nuestro favor; pero el tiempo paso, nosotros cambiamos y al final luchamos por lo que deseábamos en nuestro corazón.

Una vez escuché que para que una estrella nazca hay una cosa que debe suceder... una nébula gaseosa debe colapsarse; eso fue lo que nos sucedió, nos colapsamos, nos desmoronamos, pero lo que creímos que sería nuestra destrucción fue el inicio de algo maravilloso; Lucca y yo cometimos muchos errores, nos negamos a aceptar el amor que sentíamos por el otro y nos hicimos daño, pero crecimos, maduramos y, sobre todo, mejoramos; ahora estábamos juntos, con nuestra hermosa hija y nuestros dos pequeños bebés en camino; ahora éramos una familia y nada volvería a separarnos.

Mi día empezó de forma asombrosa y aunque Lucca no estaba conmigo, por toda la tradición del vestido que él aun no podía ver, cuando me levanté, descubrí que me dejó preparada una sorpresa en la habitación que se suponía que usaría para arreglarme y no pude hacer más que sonreír al ver la imagen frente a mí.

En la cama se encontraba un oso blanco de peluche que era el triple de grande que yo, justo entre las patas del oso había un gran ramo de peonías blancas y en todo el resto de la cama había gardenias azules, además de todo eso, atados a las patas de la cama había un gran grupo de globos entre blancos, azules y dorados que llegaban hasta el techo, pero eso no era todo, porque en la mesa de noche había un pastel de moras con vainilla y una pequeña nota.

"Eres mi principessa, eres mi mundo y mi existencia, eres la confidente de todas mis emociones y mis sueños; te amo Alexandra Pemberton y no puedo esperar para llamarte mi esposa"

IMPERIOWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu