CAPÍTULO DOS

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JiMin recuerda la primera vez que conoció a HyunSoo y, en realidad, si TaeHyung supiera que lo recordaba de vez en cuando seguramente le daría una patada en el culo.

Sin embargo, su primer encuentro era algo que estaba impreso en su sistema, de alguna manera arraigado a su historia de vida y a quien rememoraba cada vez que vivía algo parecido porque en la mayoría de las anécdotas de la secundaria ese alfa estaba involucrado. HyunSoo lo marcó de una u otra manera, y la constante memoria de él vivía y tenía seis años, en la forma de un dulce niño que miraba a JiMin como si fuera el mejor padre del mundo.

En realidad, el pensar en su ex no era algo que JiMin hiciera seguido, no le gustaba. Sin embargo, de vez en cuando recaía en la incertidumbre. Sabía que no era algo normal, que su aparente duelo podría ser patológico a estas alturas de la vida, pero JiMin creía fervientemente que solo habían muchas cosas atoradas en su garganta que no había logrado decir del todo y las mismas no pasaban, no importaba qué tan fuerte tragara.

Nunca tuvo un "cierre", nunca tuvo ese momento explosivo para gritar todo lo que lo había hecho enojar, todo lo que le había dolido. HyunSoo simplemente se fue un día y dejó detrás de él una estela de dolor y soledad, una que atrapó a JiMin y lo ahogó durante tanto tiempo que él simplemente se tuvo que acostumbrar a vivir con ello.

JiMin se sentía tan estúpido en ocasiones.

No quería culparse, no quería pensar que pudo haber hecho algo para evitar encontrarse en la posición de su actual vida. Sin embargo, el "si me hubiera dado cuenta antes" a veces brillaba en su cabeza y lo atormentaba un poco cuando se encontraba desprevenido.

¿Cómo pudo haberlo sabido, de todos modos?

—Hum... hey, chico —fue lo primero que dijo HyunSoo en su primer encuentro. JiMin no está seguro, pero de alguna manera deben empezar las historias de amor trágicas y un saludo como ese sonaba como el comienzo más lógico—. Esto se te cayó.

Era el primer día de clases luego de las vacaciones de verano, algo tan ridículamente cliché que a JiMin le parecía hilarante. Por aquella época, JiMin sólo tenía catorce años de edad y era quizás el omega más asustadizo del mundo. Cuando se dio cuenta de que el alto chico le estaba tendiendo su tarjeta del autobús, la primera reacción que tuvo su cuerpo fue sonrojarse en bochorno y una sonrisa nerviosa hizo temblar su boca antes de que pudiera tomar lo que era de su propiedad.

—Ah, gracias... que tonto —comentó al aire, luego miró al chico con un poco de pánico en su mirada—. Uh, digo, tonto yo, tú no... —se rió de nuevo, muerto de la vergüenza.

Para su suerte, o desgracia, el chico correspondió su risa.

—Más tonto que yo no puedes ser, así que no te preocupes —le siguió el juego—. He perdido cuatro de esas tarjetas en lo que va del año.

—Pero si estamos a mitad de año —señaló incrédulo.

La mueca que hizo el chico hizo reír a JiMin con ganas.

Luego de eso, JiMin le agradeció una vez más antes de irse hacia su aula. En ese momento no era realmente bueno socializando, mucho menos hablando con gente que no fuera su círculo social de la época, por lo que su pecho no pudo evitar llenarse de ansiedad durante el intercambio con el alfa de cabellos negros y sonrisa que JiMin siempre consideró que tenía un aire a la forma de la boca de los conejos.

Durante esos años, JiMin había sido muy soñador y en algún momento consideró que tenía una especie de delirio de grandeza porque en sus más pequeños y recónditos pensamientos él creía en la posibilidad de que todos los alfas lo veían como alguien atractivo y de que se morían por él. Lo cual no podía ser cierto por obvias razones, pero nunca llegó a quitarse ese pensamiento del todo, simplemente se reía de sí mismo y dejaba de lado cualquier fantasía que implicara alfas guapos, aun cuando estas eran tan recurrentes como la cantidad de alfas que veía un día normal en la calle.

EL MOTOCICLISTA Y EL UNIVERSITARIO ♡ MYG + PJM FT. JJKWhere stories live. Discover now