CAPÍTULO OCHO

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JiMin frunció un poco sus labios mientras miraba la pequeña caja de supresores que había tomado del anaquel de aquella tienda.

Recordaba sus años de adolescencia en donde el mismo paquete llevaba dentro un total de doce pastillas, una para cada mes. Detrás de este nuevo empaque se aclaraba que sólo había dos, una para el mes y otra en caso de emergencia, por si el celo era más fuerte de lo esperado. Tener un celo fuerte no era un problema con el que JiMin lidiaba. El problema, el verdadero problema, es que esa pequeña caja con sólo dos pastillas cuesta casi lo mismo de lo que costaba antes, cuando había doce pastillas en su interior.

—Qué sistema de mierda es este —murmuró entre dientes para sí mismo, lo suficientemente bajo como para que JungKook no lo escuchara.

Suspiró y las lanzó dentro del carrito, resignado a la idea de que el mundo había cambiado. Recuerda que en su época muchos omegas abusaban de los supresores, pero estos métodos para evitar que dichos escenarios se repitan no le estaban ayudando a su bolsillo.

—Papi, ¿podemos comprar más cereal? —preguntó JungKook, quien caminaba a su lado, abrazando a su oso de peluche contra su hombro ya que se había negado a dejarlo en casa esa mañana.

—Ya tenemos cereal en casa, mi amor —respondió distraído mientras leía las especificaciones de una caja de parches que tomó. También era un poco cara, pero venía con cinco parches.

—Pero quiero cereal de chocolate —se quejó y, como no obtuvo respuesta, decidió continuar—. ¿Podemos comprar cereal de chocolate? También quiero con malvaviscos. ¿Y si compramos helado? No tenemos helado en la casa, ¿podemos comprar el de varios sabores? El de fresa, chocolate...

—JungKook —interrumpió JiMin, mirándolo seriamente. El niño apretó sus labios y lo miró con atención—. No podemos gastarnos todo el dinero en dulces, luego no vamos a tener para comprar comida. Deja que termine de hacer estas compras primero —metió la caja de parches en el carrito y comenzó a empujarlo—. Si me sobra dinero pensaré en comprar algún dulce —agregó.

JungKook dejó caer sus hombros con desánimo, mirando a su papá caminar a través de los cortos pasillos mientras este seguía metiendo productos personales en el carrito. El omega dio por concluido el intercambio y no dijo más nada al respecto, incluso pensó que JungKook estaba siendo muy maduro al aceptar sus decisiones tan fácilmente. Sin embargo, el niño sólo guardó silencio, siguiéndolo con un pronunciado puchero en su boca y cejas fruncidas en enojo.

La mente de los niños no es realmente compleja, en su mayoría hay una constante lucha entre sus impulsos y lo que continúan aprendiendo sobre el mundo y sus reglas básicas de convivencia. JungKook sólo podía pensar en que quería algo y en lo molesto que era no tenerlo en ese instante.

No era tan difícil que le dieran lo que estaba pidiendo, ¿verdad?

Eventualmente, el niño desapareció por el pasillo sin que JiMin se diera cuenta y regresó con un bombón de chocolate que colocó dentro del carrito con cuidado. Fue fácil, JiMin continuaba dejando el carrito de lado para leer los empaques y comparar precios, así que JungKook tenía libre acceso a travesuras. Colocó una bolsa de galletas con chispas de chocolate dentro y, cuando se dio cuenta de que JiMin no lo había notado todavía, decidió ser un poco más codicioso y buscó un par de bolsas de gomitas.

Dentro de su lógica, JiMin pagaría por ello cuando los viera en la cinta transportadora porque sería mucho más sencillo comprar los dulces que regresar a dejar cada producto donde estaba. Ya lo había hecho antes, una vez que metió un shampoo de más por accidente, ¿cuál podría ser la diferencia ahora?

JungKook fue cuidadoso, como un espía, y trató de hacer el mínimo ruido con la bolsa mientras extendía su brazo para meterla dentro del carrito.

—¿Uhum?

EL MOTOCICLISTA Y EL UNIVERSITARIO ♡ MYG + PJM FT. JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora