CAPÍTULO TRECE

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No hubo necesidad de decir mucho cuando fueron a la cama de JiMin.

Estas no eran el tipo de cosas de las que cualquiera le gustaría hablar, no era un anécdota molesta que se contaban en las tardes de charlas con tus amigos, así que JiMin no entró en demasiados detalles no sólo por eso, sino también porque no creía que YoonGi pudiera entender del todo el miedo que sintió en ese momento. Sin embargo, el alfa lo tomó en serio, se preocupó por él, lo consoló y fue tan comprensivo que JiMin pudo sentirse un poco menos terrible.

En cualquier otro momento, JiMin habría encontrado ridículamente difícil dormirse por la sensación de pánico que recorría sus venas, pero entre los brazos de YoonGi se sintió tan seguro que sus párpados cayeron pesados sobre sus ojos, con su respiración antes errática acomodándose a la de YoonGi mientras su propio corazón desaceleraba sus latidos.

Esta vez no hubo pesadillas, simplemente hubo un sueño reparador hasta que el sol comenzó a colarse por la ventana y el aire caliente del verano comenzó a chocar contra sus rostros. Aunque el ventilador en el rincón de la habitación hacía un buen trabajo refrescando el lugar, JiMin igual se removió incómodo sobre la cama, pateando lejos las sábanas de sus pies.

De repente, JiMin despertó cuando sintió que el colchón se hundía a su lado.

—¿JungKook? —frunció sus cejas, viendo a su hijo sentándose frente a él en la cama.

—¿Otra vez estás durmiendo con el señor YoonGi?

JiMin parpadeó mientras trataba de acostumbrarse a la luz de la mañana y se sentó en la cama, rascando sus ojos. YoonGi yacía a su lado, recostado boca arriba con una mano sobre su propio estómago. Hoy no habían erecciones matutinas, sólo un par de ronquidos que demostraban lo absorto que estaba en el mundo de los sueños.

—Sí, creo que sí... —murmuró—. ¿Qué hora es? —preguntó, hurgando bajo su almohada para encontrar su celular—. ¿Las ocho? ¿Qué haces despierto tan temprano, amor?

JungKook se encogió de hombros, gateando hasta estar lo suficientemente cerca de JiMin para sentarse sobre su regazo. El omega suspiró, sentándose para besar la cabeza de su hijo y frotar su espalda. JungKook sonrió por los mimos y se acurrucó contra su pecho.

—¿Qué pasa? —preguntó JiMin, consciente de que había algo diferente en el aura de su pequeño.

—No sé...

—¿Y Jojo?

—Durmiendo —bostezó y restregó su nariz contra el cuello de JiMin.

—Ya veo —besó su mejilla, manteniendo su voz baja en un intento de no despertar a YoonGi—. ¿Tienes hambre? Espero que no hayas destruido la cocina otra vez.

JungKook negó con la cabeza, sus ojos cerrados pacíficamente.

—No papi —murmuró—. Sólo vine.

—Entiendo —asintió—. ¿Querías dormir conmigo otra vez?

—No sé —se encogió de hombros.

Era claro que el niño tenía sueño. Usualmente era más parlanchín, pero JiMin supuso que se había despertado con la necesidad de un par de mimos. Seguro que no esperó encontrarse con que su lugar en la cama estaba ocupado y JiMin se preguntó si a JungKook le podría llegar a molestar la presencia de YoonGi en cierta medida, lo cual podría ser un problema si se le salía de las manos.

Con el pasar de los minutos, JiMin se encontró a sí mismo tarareando una canción de cuna, acariciando con suavidad la espalda de JungKook y arrullándolo con su suave aroma a rosas. JungKook sólo sonreía, respirando con calma la esencia de su papá mientras volvía a quedarse dormido lentamente.

EL MOTOCICLISTA Y EL UNIVERSITARIO ♡ MYG + PJM FT. JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora