CAPÍTULO NUEVE

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Cuando JiMin conoció a JungKook, cuando tuvo que estar con él los primeros días de su delicada existencia, sintió que estaba haciendo absolutamente todo mal y que era el peor padre jamás existente.

Nadie podía culparlo, tenía solo dieciocho años. ¿Quién podría ser un padre perfecto a los dieciocho años? Muchos eran peores y ya habían vivido el doble de su vida.

Las primeras semanas fueron pura paranoia, fueron culpa, llanto, desesperación y preocupación constante. Sus padres no ayudaron mucho en ello; su madre siempre sacaba a colación los peores escenarios posibles que podrían suceder y su padre no estuvo lo suficiente en casa como para relacionarse con su hijo y con su nieto recién nacido.

JiMin trató por todos los medios de hacer que JungKook no tuviera problemas en absoluto, leyó mucho, investigó como nunca y aplicó cada pequeño tip que sonara prometedor para ser el mejor padre que podía ser a tan corta edad. Él evitó entrar en pánico por los parloteos de su madre e ignoró la falta de interés de su padre mientras trataba de mantenerse cuerdo él mismo luego de ser abandonado por su pareja y en el dolor de su lobo a consecuencia.

HyunSoo desapareció justo después de que diera a luz, fue como si nunca hubiera existido, lo bloqueó de todos lados y cuando JiMin fue a preguntar por él en su casa, su madre (ex-suegra) le dijo que HyunSoo se había ido con sus tíos a Busan y luego acusó a JiMin de estar fingiendo que JungKook era su nieto para obtener dinero.

Él no recuerda mucho de esa época, supone que es por todo el trauma que le generó y por el estrés constante que pasó en ese momento, pero realmente no está seguro. Lo único que recuerda con exactitud es cuando se mudó de casa de sus padres.

JungKook tenía solo dos años cuando sucedió.

Había conseguido su primer trabajo, el dinero era suficiente y la sensación horrorosa que se le producía en el pecho cada que su madre interactuaba con JungKook fue suficiente para no dudar ni mirar atrás mientras se subía al autobús con sus maletas.

Durante años, evitó a toda costa comportarse como su madre había hecho durante su niñez. Le habló a JungKook de la manera en la que le habría gustado que le hablaran a él, lo ayudó a experimentar el mundo, le explicó cada cosa por la que tuviera curiosidad y lo amó tanto como un padre puede amar a su hijo, todo con el fin de que JungKook jamás dudara de que era amado.

Gruñirle fue, sin lugar a dudas, lo peor que pudo haber hecho.

Al menos para JiMin.

Los omegas no tienen muchas razones para gruñir, no como los alfas. No pelean por banalidades ni buscan proclamar algo como suyo a través de encuentros violentos. Sin embargo, es bien sabido que los omegas tienen sólo unas únicas tres razones para gruñir: para proteger a sus cachorros, para defender el nido y para demostrar que un alfa es suyo. La primera opción es la más usada, pero no suele ocurrir porque nadie se atreve a acercarse a un omega y su cachorro, menos cuando estos siempre van acompañados de un alfa, lastimar a un cachorro es algo tan inmoral e incorrecto que se castiga con leyes severas. La segunda es un poco más común, pero no muchos sentían correcto acercarse al nido de un omega por lo violentos que se pueden volver o por el daño que les puede causar.

Finalmente, la última opción es la que menos suele ocurrir, ya que la gran mayoría de los omegas no encuentran interesante meterse con alfas que se encuentran marcados o en mitad de un cortejo. Los omegas buscan seguridad y fidelidad, algo que no van a encontrar en un alfa que engaña a su compañero. En resumidas cuentas, los omegas no tienen la necesidad de gruñir en la cotidianeidad como sus contrapartes llenas de testosterona y, por ende, JungKook jamás lo había escuchado gruñir, menos hacia él.

EL MOTOCICLISTA Y EL UNIVERSITARIO ♡ MYG + PJM FT. JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora