Three

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Esa noche miré hacia el techo intentando no darle más vueltas a las palabras de Aemond.

 No sabía en qué momento de mi vida me había acabado enamorando perdidamente de él, pero después de la propuesta que me había hecho era más que evidente que sus sentimientos estaban bastante alejados de lo que yo deseaba.

Para decir verdad, ¿Cómo iba alguien como él a mirarme de la forma que yo deseaba? Debía aprender a conformarme con su simple amistad y afecto, al fin y al cabo no pensaba que yo pudiera merecerme algo más.

Mis ojos volvieron a humedecerse, y agotada de continuar tumbada en la cama, me puse de pie y me dirigí a mi mesilla de escribir dispuesta a continuar con mi lectura, hasta que pude sentir unos suaves golpecitos en la puerta que hicieron que inmediatamente me olvidase de leer.

-Visenya.

En cuanto escuché la voz de Aemond no pude evitar abrir la puerta.

-Pensé que no abrirías la puerta…-susurró esbozando una sonrisa.

Elevé una ceja cruzándome de brazos.

-¿Vienes a pedirme de nuevo que sea tu amante?- pregunté.

-¿Me vas a dejar pasar?-preguntó- no quiero que nadie nos escuche.

Resoplé echándome a un lado para dejarle pasar y cerré la puerta cerrando los ojos cuando su aroma me invadió.

-Me casaré con a quien le plazca la mano del rey -dije intentando parecer decidida- no hay nada que pueda impedir que me lleven a Antigua si eso es lo que desea Otto.

-Podría hablar con él- dijo acercándose a mí y sosteniendo mis manos bajo mi atenta mirada- déjame convencerle de que debes quedarte aquí.

-¿Sin mencionar lo de la amante?

Aemond esbozó una sonrisa que aceleró los latidos de mi corazón obligándome a agachar la mirada para disimularlo.

-Te casarás con quién desees tú,Visenya..-susurró apartandome un mechón de pelo plateado del rostro.

-Nunca me casaré con quién yo quiera mientras continúe bajo la tutela de Otro Hightower-dije apartando mis manos de las suyas.

Y Aemond sabía que yo tenía razón, así que simplemente caminó hacia mi cama y se sentó en completo silencio.

-A lo mejor debería salir de este castillo, buscar otro lado en el que estar y…-tragué saliva en silencio viendo cómo él clavaba su ojo en mi- mi madre jamás me ha reclamado, eso solo quiere decir que no soy nada importante para ella, puede incluso que ni se acuerde de mi existencia.

-Eres la única Strong con pelo plateado- puso su ojo en blanco mientras se levantaba de la cama- Rhaenyra contigo podrá intentar convencer a sus seguidores aún dudosos de que eres una Velaryon.

Fruncí el ceño.

-Puedo cambiar el color de mi pelo, o escapar sin ser…

-No- me interrumpió pasando sus manos por mis brazos- jamás te irás de este castillo, porqué el día que alguien ose ponerte una mano encima, ese día todo poniente recordará mi nombre.

Le miré con la respiración agitada sintiendo sus fuertes manos aferradas a mis brazos.

-Déjame hablar con Otto- se humedeció los labios y se alejó de mí- intentaré hacerle entrar en razón.

Asentí intentando controlar los latidos de mi corazón.

Aemond y yo siempre habíamos sido muy cercanos, tanto que cuando éramos muy jóvenes, murmuraban que acabaríamos casandonos, rumores que Alicent, la reina, se encargó de silenciar junto a Ser Criston.

Me había acostumbrado a quererle en silencio sabiendo que aquel chico jamás sería para mí, que acabaríamos separandonos tarde o temprano.

Pero cuando besó una de mis manos y me alborotó el cabello despeinandome mientras salía de mis aposentos, supe que Aemond Targaryen no se separaría de mi. Si sentía afecto hacia mí y me veía como una simple hermana más, no lo sabía, yo iba a seguir prefiriendo imaginar que en el fondo de aquél corazón inalcanzable sentía lo mismo que yo.

La semilla del dragón// Aemond Targaryen 💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora