Forty five

1.5K 163 15
                                    

Pasó el tiempo, pasaron más lunas de las que ya podía recordar y se había vuelto habitual dormir oliendo el suave aroma de Aemond que ya comenzaba a desvanecerse de las almohadas y las sábanas.

Había llorado hasta deshidratarme casi por completo y no había cena, ni baile ni visita que me animara.

Había pasado tantos años junto a Aemond, riendo con él, llorando con él, creciendo inevitablemente con él, que había olvidado lo que era vivir sin él.

Esa noche aún sin desvestirme me tumbé en la cama y lloré incansablemente sabiendo que los demás cenaban ajenos a mi dolor.

Esa noche la pared que conducía hacia uno de los pasadizos se abrió lentamente y cuando levanté la cabeza entre lágrimas dos hombres me miraban fijamente.

Antes de que pudiera gritar cubrieron mi boca y me inmovilizaron en la cama.

Me revolvía mientras veía como ellos me ataban las manos con cuerdas e intenté escapar sin éxito cuando en la boca me metieron un trapo que ataron dejándome en silencio.

Uno de ellos me levantó con facilidad y se guardó la daga que llevaba volviendo a entrar en el pasadizo.

-Un trabajo limpio- río uno de ellos- estoy seguro de que la recompensa será buena.

Intenté gritar, pero no pude hacer absolutamente nada para escapar de ellos.

Había estado varias lunas entrenando con Ser Criston, intentando aprender a defenderme hasta que Aegon lo prohibió alegando que aquello no era cosa de mujeres.

Salimos al exterior del castillo y un carruaje nos esperaba en una de las calles desiertas a aquellas horas de la noche. En un abrir y cerrar de ojos me metieron dentro y se alejaron sin que nadie se percatara de lo que estaba ocurriendo.

-Tranquilita-el que me tenía agarrada me cogió del pelo echando mi cabeza hacia atrás- nos dijeron que te querían con el corazón aún latiendo, nadie nos dijo en qué condiciones podías llegar.

Los dos rieron.

-¿Has penetrado alguna vez a una dama de alta cuna?- preguntó uno divertido jugando con el final de mi vestido- ¿Serán de coño prieto o no habrá diferencia entre ellas y las putas a las que frecuentamos?

Me revolví atemorizada, rezando por no caer desmayada en aquél preciso momento.

El que tiraba de mi pelo deslizó su mano por mi rostro.

-¿La has visto?- se dirigió a su amigo- ¿Habías visto alguna vez a alguna chica con este rostro? 

El otro dejó el final de mi vestido y me miró babeando al rostro, momento que aproveché para golpearle con mi pie en su entrepierna.

Aulló de dolor y me abofeteó con tanta fuerza que por un segundo dejé de ver con claridad lo que pasaba a mi alrededor.

¿A dónde me llevaban? ¿Qué querían de mí?

-Si no te necesitaran con vida, estaría encantado de quitartela yo mismo puta.

Sollocé incapaz de comprender por qué motivo me hacían todo aquello e intenté volver a moverme en busca de escapatoria.

-¿Sabes que han matado a tu hermano?-preguntó el que me tenía sujeta- han matado a Lucerys Velaryon y tú aún continúas durmiendo con el enemigo.

Vi horrorizada como el otro se desabrochaba el pantalón con torpeza mientras yo aún asimilaba la muerte de Luke en mi cabeza.

-Sujetala bien, aún nos queda un largo trayecto y no voy a desperdiciar la oportunidad de probar a qué sabe.

Lloré e intenté golpearle, pero solo pude gritar cuando levantó mi falda riendo a carcajadas.

Pero entonces el carruaje frenó y los dos secuestradores se miraron sin entender qué pasaba.

Intenté escuchar lo que pasaba, pero mi respiración agitada me lo impidió.

Uno de los secuestradores bajó del carruaje durante un instante y volvió esbozando una amplia sonrisa.

-Tienen el barco preparado, pero nosotros dejamos de trabajar a partir de aquí.

-¿Y nuestro dinero?

El otro se lo lanzó riendo, pero entonces desvío la mirada hacia mí.

-Que pena preciosa, pero ya no podremos compartir placeres- me sonrió provocándome náuseas y miró a su compañero- Jace la quiere ya, así que bajala del carruaje.

La semilla del dragón// Aemond Targaryen 💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora