Fourteen

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Abrí los ojos lentamente, intentando acostumbrarme a la fuerte luz que entraba por la ventana mientras me llevaba una mano a mi cabeza adolorida.

-Buenas noches querida.

Miré sobresaltada a mi alrededor, y mis ojos se posaron en una mujer de pelo plateado que de pie me observaba esbozando una sonrisa.

-¿Dónde estoy?- pregunté.

-A salvo en Rocadragón-contestó caminando hacia mí- alejada al fin del veneno de esas serpientes.

Aún estaba confusa y no supe muy bien qué hacer cuando ella agarró mis manos al mismo tiempo que se sentaba en la cama. Su pelo era plateado e irradiaba belleza como nunca antes había visto.

-¿Sabe Aemond dónde estoy?

La cara de sorpresa de ella me dejó aún más desconcertada.

-¿Mi medio hermano?- preguntó-¿Qué tiene que ver en esto?

Solo entonces pude reconocer a la persona que tenía enfrente. Ella era indudablemente Rhaenyra Targaryen, mi verdadera madre.

Y ahora qué la tenía delante y sentía sus manos acariciar las mías solo podía pensar en qué estaría haciendo Aemond, y si pensaría que me había escapado después de aceptar su oferta de matrimonio.

-Él es mi prometido-expliqué.

Su cara de sorpresa aumentó, pero la relajó soltando una carcajada.

-No cariño, ahora ya no debes casarte con él.

Me acarició la mejilla y me besó la frente con delicadeza.

-Lo harás con Jacaerys, como debe ser- me sonrió- pero no es momento de hablar de esos temas ¿No crees?

Todo mi alrededor aún me daba vueltas y mientras ella hablaba mis ojos volvieron a cerrarse sin poder evitarlo.

Cuando los volví a abrirlos me encontraba sola en aquél lugar, así que lentamente bajé de la cama y observé mi alrededor aún incapaz de creer donde estaba.

La habitación era más grande que la que tenía en la fortaleza roja, pero en aquél lugar no había nada que me recordara a mi verdadero hogar.

Caminé hacia la ventana y desvíe la vista hacia el cielo despejado.

¿Qué esperaba Aemond para venir a por mi? ¿Y si no lo hacía?

Me giré de nuevo para mirar mis aposentos y desvié la vista hacia mis zapatos.

Me dirigí para calzarme y tras suspirar caminé hacia la puerta.

Tras abrirla caminé descalza por el pasillo aún asombrada con aquél lugar.

-Vengo a pedirte disculpas.

La inconfundible voz de Jace me hizo girarme y acercarme lo suficiente a él para abofetearle con fuerza.

-No quería hacer las cosas así- mis ojos se llenaron de lágrimas.

-Lo sé - se llevó una mano a la mejilla- pero no podía irme y dejarte con ellos, menos después de como te vi la noche anterior.

-Ellos han sido mi familia durante este tiempo ¿Lo entiendes?

Él asintió.

-Pero ahora tienes a la verdadera.

Miré a mi alrededor sintiéndome fuera de lugar y me sequé la lágrima que resbalaba por mi mejilla.

-Déjame enseñarte el castillo- me ofreció su mano- te prometo que cuando lo hayamos recorrido entero acabarás enamorada del lugar.

Miré su mano dudando en aceptarla.

-Por favor..-susurró.

Suspiré aceptándola,y él tiró de mí esbozando una sonrisa. Con rapidez bajamos unas enormes escaleras y nos dirigimos fuera del castillo para contemplar la inmensidad del mar.

-Yo me crié en Desembarco del Rey- comentó Jace sin soltar mi mano- pero cuando mi madre decidió venir a Rocadragón encontré una paz inexplicable.

-¿Por qué os fuisteis?

-Diferencias.

Tiró de nuevo de mi mano y bajamos hacia la playa mientras encima de nosotros un dragón sobrevolaba los cielos.

-Daemon se va a Harrenhal- sonrió.

-¿El hermano del rey?

Jace asintió.

Cuando llegamos a la playa me quedé quieta fijando la mirada en las olas. Era de noche y la luna rozaba el agua dejándome contemplar un paisaje como jamás había visto en mi vida.

Pidiéndole permiso con la mirada a Jace di un paso hacia adelante, deseando tocar el agua con todas mis fuerzas.

-Aquí eres libre de ir a donde quieras Visenya- me sonrió agachándose a mi lado para salpicarme con el agua.

Sonreí y metí la mano en el agua salada esboza esta vez una amplia sonrisa.

-Podrás nadar y buscar tu propio dragón para surcar los cielos.

Le miré aún agachada.

-¿No echaste de menos Desembarco del Rey?-pregunté con mi cabeza aún en la Fortaleza Roja.

Él negó con la cabeza.

-Nunca me he llevado bien del todo con mis tíos- se encogió de hombros- Aemond siempre fue bastante raro y Aegon ya no es lo que era.

-¿Por qué no os recuerdo?

-Porque nunca coincidimos- se puso de pie ofreciéndome la mano- me acordaría de tu cara si te hubiera visto en algún lado.

Agaché la mirada con timidez y entonces escuchamos el rugir de un dragón en la lejanía.

Los dos giramos la mirada al mismo tiempo para ver como un enorme dragón cubría por completo la luna ante nuestros ojos.

-Vaghar..-susurré con el corazón acelerado.


La semilla del dragón// Aemond Targaryen 💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora