Thirty-three

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-No tengo interés alguno en casarme con él príncipe Aemond- dijo Alys Tyrell dando un golpe en la mesa frente a sus dos hermanos.

Todos en la mesa se quedaron en silencio incapaces de comprender su arranque de sinceridad, todos menos los que ya sabíamos que había detrás.

Alys Tyrell era una hermosa chica de pelo largo y oscuro, una hermosa chica que parecía estar muy segura de sí misma, que no dudó ni un instante en dar un golpe y confesar que no amaba al príncipe con el que la habían prometido.

-No seas descarada-dijo uno de sus hermanos poniéndose de pie.

-Llevo bastante tiempo alejada de Altojardardín- se quejó con semblante serio- no deseo ser la princesa de un príncipe al que no me interesa en absoluto ver.

El hermano que continuaba de pie desvío asustado la vista hacia Aemond que  miraba a Alys con atención, luego desvío la vista hacia la reina Alicent y se disculpó con un movimiento de cabeza.

-No se puede obligar a nadie a contraer matrimonio a la fuerza- dijo la reina sorprendentemente serena- mi hijo lo entenderá.

Todos fijaron la mirada en Aemond mientras yo avergonzada guiaba la mirada al plato que tenía enfrente.

-Un buen hombre jamás debería obligar a nadie a casarse con él -dijo cortante.

Pero solo levanté la vista cuando Otto golpeó con fuerza la mesa.

-¡Las cosas no funcionan así!

Pero para mi sorpresa, no fue Aemond el que se puso de pie, sino Aegon que dejando la copa aún lado clavó la mirada en su abuelo.

-Si Lady Alys no desea casarse, no debemos obligarla, yo acabaré siendo el rey y no me gustaría tener que ver a una princesa infeliz por el castillo.

Otto Hightower volvió a sentarse y miró de reojo a la reina Alicent, pero esta no dijo nada para llevarle la contraria a su hijo mayor.

-Que así sea, Lady Alys- esta vez Aegon desvío la vista hacia la muchacha que aún continuaba de pie- eres libre de volver a Altojardardín cuando te plazca.

Ella sonrió satisfecha y volvió a sentarse mientras se llevaba la copa a la boca.

-Volveré mañana mismo si mis hermanos lo ven oportuno–dijo ella esbozando una amplia sonrisa.

Los violines rompieron aquél incómodo momento,y tras el asentimiento de sus hermanos todos volvimos a guiar nuestras miradas a nuestros platos convirtiendo el resto de la cena en lo que siempre solía ser, un momento para encontrarse con la familia y permanecer en silencio.

Cuando caminé por el pasillo hacia mis aposentos sentí la mano de Aemond agarrar la mía con rapidez.

-Creo que te estás volviendo a equivocar-sonrió.

Le devolví la sonrisa, pero aparté la mano de la suya con rapidez cuando uno de los hermanos de Alys Tyrell caminó hacia nosotros.

-¿Podemos hablar un momento?- preguntó dirigiéndose a Aemond pero con la mirada fija en la mano que hace unos segundos tenía unida a la de Aemond.

Hice una rápida reverencia y me alejé del pasillo directa a mis aposentos. 

Pero frené en seco al ver a Aegon esperándome sentado en mi cama.

-No deberías estar aquí- dije desviando la vista hacia el pasillo- si alguien te viera podría pensar…

-¿Quieres tener más respuestas sobre tu pasado?- preguntó ignorándome por completo mientras se dirigía a la pared que llevaba al pasadizo- quiero mostrarte algo.

Le miré cerrando la puerta de mis aposentos.

-¿A dónde quieres ir?-pregunté.

Me sonrió y entró en el pasadizo despertando por completo mi intriga.

-Como se te ocurra volver a encerrarme en una…

-Lo haría encantado- bromeó cuando me vio seguirle- pero Aemond ya me dijo lo que me haría si volvía a hacerte algo, y créeme, no es algo agradable.

Caminé tras él en silencio pasando cerca de la gran cabeza de Belarion adornada de centenares de velas.

-¿Vamos a Pozo Dragón?

-Si- sonrió caminando unos pasos por delante de mí.

Le seguí incapaz de comprender qué respuestas podría tener ese lugar para mí, pero en cuanto llegamos me quedé quieta observando su gran dragón dorado.

-No puedo irme de la Fortaleza Roja- negué con la cabeza- al menos debería decirle a Aemond que…

-No me interesan los deberes de una esposa- Aegon puso los ojos en blanco comenzando a subir a su dragón- si prefieres quedarte con Aemond y no saber que es lo que..

-¿A dónde me llevarás?- pregunté interrumpiende.

Pero no contestó, se limitó a acariciar a su dragón esperando a que yo subiera.

Y así hice, la curiosidad ganó dentro de mi provocando que subiera rápidamente encima de su dragón.

-Sujetate fuerte…-susurró Aegon elevando el vuelo.


La semilla del dragón// Aemond Targaryen 💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora