CAPÍTULO 5

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Ambos se quedaron atónitos desde el techo, observando desde lo alto como la gente empezaba a juntarse en círculo alrededor del cuerpo. Armando fue el primero en reaccionar y salió corriendo escaleras abajo; ni siquiera se tomó el momento de tomar ningún ascensor, porque era seguro que debían estar saturados.

Betty lo siguió como pudo y cuando llegaron hasta la calle, Armando se acercó lentamente mientras movía a la gente que le estorbaba el paso. No quería creer en las palabras que algún desconocido había gritado, no quería ver que en realidad era su padre...

Sus ojos se llenaron de lágrimas y pánico mientras se iba arrodillando frente al cuerpo inerte que se veía terriblemente mal por la caída. Era el traje que su padre había llevado esa noche sin duda, no podía atreverse a darle la vuelta y mirar su rostro, pero estaba completamente seguro.

Betty sollozaba unos pasos detrás de él, cubría su boca para no soltar los gritos de horror frente a tal imagen. Mario se abrió paso hasta el frente, mirando la misma escena tan cruda que toda la gente observaba con impacto; se acercó hasta Armando con las piernas temblando del shock, pero cuando lo tocó solo negó con la cabeza y se aventó la mano mientras no podía dejar de llorar.

Betty se acercó con cautela y se agachó a su lado, cerrando los ojos para no ver el cuerpo de Roberto.

—Armando...— Él la miró con los ojos llenos de lágrimas y dejó que lo abrazara— Ven, tenemos que esperar a que llegue la policía, no es bueno que estés tan cerca...— Se levantaron con dificultad y retrocedieron un par de pasos.

Él se encontraba en shock, algo mareado mientras no podía dejar de mirar al suelo donde la sangre le llenaba las suelas de los zapatos. Levantó la cabeza solo unos segundos para mirar el desastre que se formaba alrededor; la gente cada vez más cerca e incluso algunos reporteros que comenzaban a tomar fotos desde atrás de toda la bola de gente. Las sirenas de la policía ya se escuchaban a lo lejos y el ruido lo aturdía.

Sentía los brazos de Betty a su alrededor, conteniéndolo con apoyo; de repente cayó en cuenta de la seriedad y la complejidad de lo que acababa de pasar. La policía llegaría pronto y comenzaría a detener a todo el mundo en esa fiesta; desde los guardias, los meseros, las modelos, los invitados...

Betty no era ninguna de esas cosas, ella no tenía invitación y mucho menos estaba en la lista de invitados. Además ni siquiera estaba entre la fiesta cuando todo había sucedido...

—Betty...—Susurró con la voz algo desorientada— Tienes... tienes que irte de acá— Negó con la cabeza, con la preocupación comenzando a llenarle los pensamientos— Tú no eras invitada oficial... la policía seguramente comenzará con la investigación y no debes estar por aquí; sabes perfectamente cómo son las cosas hoy en día entre las clases sociales y si averiguan quién eres, te culparan sin más... anda Bettica, estaré bien, Mario está conmigo—Le tomó la cara con sus manos heladas y Betty asintió, llenándose del dolor que sus ojos transmitían.

Retrocedió y se dió la vuelta para comenzar a escabullirse con discreción a la puerta trasera que la dirigía a los complejos.

Golpeó suavemente la ventana de su habitación y se encendió la luz. Esperó menos de un minuto para que Patricia le abriera la puerta con la cara pálida y preocupación en los ojos.

Entraron corriendo y cuando estuvieron en su habitación, ella se lanzó a llorar y Patricia la tomó de los hombros con miedo.

—¿Pero qué es lo que está pasando allá afuera? ¿Qué es todo ese alboroto con la policía?— Betty negó con la cabeza, sin poder dejar de llorar de una manera devastadora que tenía a Patrcia con el corazón lleno de temor.

DÉJAME AMARTEOnde histórias criam vida. Descubra agora