CAPÍTULO 35: FINAL (PARTE 1)

416 38 218
                                    


La noche ya había caído, Betty incluso ya se había marchado a recostarse un rato junto a su mamá mientras Patricia aprovechaba el cuarto con Mario, las circunstancias del día las había dejado simplemente agotadas pero tenían diferentes maneras de bajar la tensión.


Armando había prometido bajar a despedirse de ella en cuanto concluyera el asunto con Daniel; él había dicho que volvería y Armando sólo esperaba que de verdad cumpliera su palabra, aunque dudaba mucho que no lo hiciera, pues Daniel había demostrado ser ese amigo de siempre.

Estaba terminando de servirse su segundo trago cuando tocaron la puerta de su oficina con ligereza; asomó su cabeza por el lado de la vitrina del bar y musitó un suave "adelante", antes de tomar su vaso y caminar hacía la mesa de la sala de reuniones.

Daniel entró con cautela, observando todo el lugar hasta que lo encontró apoyado en la mesa mientras se empinaba su vaso con un líquido color ámbar.

—Empezaba a creer que no vendrías...— Dijo Armando con un toque de broma que colocó una sonrisa en Daniel.

—Había mucho papeleo para internar a Marcela bajo las condiciones necesarias— Armando asintió y señaló su vaso, a lo que Daniel asintió y Armando caminó hasta la vitrina del bar para servirle un trago— Muchas gracias, no ha sido un día muy fácil de digerir.

—Lo puedo entender perfectamente, a mi me apuntaron con un arma y por mera suerte no estoy muerto, pero tú tuviste que encerrar a la loca que lo hizo y más encima es tu hermana así que...—Le entregó su vaso con coñac, la bebida que Armando recordaba era la favorita de Daniel, y alzó su vaso con un gesto irónico— Salud por eso.

Daniel se empino su vaso y sonrió de medio lado al notar que Armando no se había olvidado de nada respecto a aquella amistad que se vio disuelta muchos años atrás.

—Sí te da un poco de consuelo, ella nunca va a volver a salir...No importa que tanta medicina o terapias le den, he pagado una fortuna para que ella permanezca en ese sitio hasta que deje de respirar— Soló un suspiro cargado de pesar y Armando asintió, levantando su vaso de nuevo en un gesto de brindis— Pero imagino que es algo que intuías que haría, así que mejor dime, ¿Qué era eso tan importante por lo que me pediste venir? Y antes de que me contestes debo aclarar que yo no sabía nada. Hace años que yo rompí lazos con los negocios de mi padre y de hecho mis ingresos no vienen de la abundante fuente de riqueza de las joyerías sino de mi trabajo como abogado...

Armando lo miró con atención y asintió, él ya sabía que Daniel llevaba años con los lazos económicos cortados de esa familia. Su fama había saltado de boca en boca entre la sociedad colombiana gracias a sus habilidades para ejercer el derecho, y nunca se jactaba de su apellido para conseguir nada desde que podía recordar así que no, él no lo había citado por eso.

—Te conozco lo suficientemente bien para saber que no me mientes, pero no es por eso que te he pedido venir...— Daniel levantó una ceja y se sirvió otro trago de la botella que Armando había dejado sobre la mesa —¿Nos sentamos?— Daniel asintió y tomaron lugar en la mesa— Pues...sabes que fuimos amigos mucho tiempo y que por circunstancias de la vida todo se arruino; tú y Mantilla tuvieron mil conflictos legales y sociales por defender el honor de Marcela, y está bien, eso yo no te lo echó en cara y te aseguro que él tampoco porque comprendemos que al final de cuentas familia es...familia— Levantó sus hombros con desgana y forjó una media sonrisa en sus labios, sabiendo que ese arcaico lema le había traído sabores amargos con su propia madre— Es por eso que en nombre de esa amistad sincera que tuvimos los cuatro, considero que es prudente y necesario informarte que haremos pagar a tu padre por sus crímenes. De manera legal y de manera extrajudicial...—Armando bajó la mirada por unos segundos, esperando que él entendiera a qué se refería— Y te aviso porque sé que enfrentarlo físicamente podría traerme problemas en el caso penal, pero eso mismo no me importa ahora, necesito...— Soltó un suspiró y relajó sus puños que habían comenzado a cerrarse por la rabia—Julio Valencia asesinó a mi padre, Daniel...él fué quién lo arrojó por el balcón y yo...simplemente no puedo dejar que lo encierren sin un solo rasguño en su piel, quiero que sufra al menos una cuarta parte de lo que yo padecí, de lo que mi padre padeció en su lecho de muerte...

DÉJAME AMARTEWo Geschichten leben. Entdecke jetzt