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Jungkook

El servicio es relativamente rápido. Después de todo, es por lo que he pagado generosamente. El juez hace lo que hay que hacer mientras Taehyung me sirve de segundo. Misuk se coloca en el codo de Yoongi. Ha pospuesto la apertura del club para venir aquí para esto.

No estoy seguro de por qué, pero Yoongi gravita hacia Misuk, y Misuk, por lo que vale, se ha encariñado con mi chico. Por otra parte, Misuk es la persona más dura que conozco, así que me alegro de que haya aprovechado la oportunidad de dar la cara en esta boda. Si alguien puede ser una amiga, o una madre sustituta, de Yoongi, me gustaría que fuera Misuk.

Yoongi se inclina y susurra: —¿Mi padre no ha venido?

—No. —No estoy seguro de por qué lo pregunta. Pero supongo que no he tenido tiempo de explicarle lo que pasó con su padre. Lo haré más tarde. Después de que sea mío. Después de que lo haya tomado de todas las formas que se me ocurren y algunas que no puedo... todavía. Lo necesito encerrado. Ya tiene todo de mí. Solo lo necesito por escrito, y no puedo negar que es exactamente lo que quiero. Él como mi esposo. Joder, me hace sonreír como un tonto solo de pensarlo.

También es la única manera de convencer a los otros jefes de que es mío y de que su padre no tiene ningún derecho válido sobre él. No me cabe duda de que ya está visitando a los otros jefes de la ciudad y alegando que le he robado a Yoongi y que he violado nuestro código no escrito. Así que es una estrategia. Pero una diseñada únicamente para mantenerlo a mi lado y mantenerlo a salvo. No dejaré que su padre vuelva a ponerle las manos encima. Moriré primero.

—¿Tienes los anillos? —Pregunta el juez.

—Los anillos. Sí. —Me vuelvo hacia Taehyung. Tantea, se palpa los bolsillos y frunce el ceño. —Taehyung. —Me pongo tenso. —Los anillos.

—Sí, los saqué de la caja fuerte. Yo solo… —Sigue dando palmaditas.

Yoongi reprime una risita y Misuk le susurra algo al oído que hace que se tape la boca para ocultar la risa.

El juez mira fijamente a Taehyung y luego me dirige la misma mirada. Se la devuelvo hasta que decide que lo más interesante de toda la sala es el par de zapatos que lleva en los pies.

Mi padrino sigue haciendo el payaso y me entran ganas de agarrarlo y sacudirlo de nuevo.

—Taehyung, si jodes esto, voy a...

—¡Aquí! —Saca una mano del bolsillo interior de su abrigo. —Los tengo aquí. —Los deja caer en mi palma y me vuelvo hacia Yoongi.

Puedo oír el suspiro aliviado de Taehyung a mi espalda.

—¿Puedo? —Le tiendo la mano a Yoongi.

Sonríe y me da su mano izquierda con el dedo anular asomando.

—Con este anillo, te desposo. —Se lo pongo.

—Es enorme. —Jadea mientras mira la piedra. El diamante más grande de mi colección que brilla a la luz de cientos de facetas.

Misuk silba y me hace un gesto de agradecimiento. —Bonito, jefe.

Extiendo la mano y Yoongi desliza un sencillo anillo de platino en mi dedo.

—Nunca me lo quitaré. —Le digo.

—No puedo creer que realmente estemos haciendo esto. —Mira al juez.

—Ya casi está hecho, jovencito. —Responde. —Solo falta el beso.

—¿Estás preparado? —Inclino la barbilla hacia arriba para mirar sus ojos brillantes. —¿Listo para ser mío?

—Sí. —Dice.

Lo beso, lo tomo en mis brazos y doblo su espalda hasta que se apoya en mí para sostenerse. Esto es lo que siempre haré por él: estar a su lado, sostenerlo, mantenerlo envuelto en mis brazos para que nadie le haga daño. Le prometo todo esto y más mientras nos besamos, nuestras lenguas se acarician, nuestros cuerpos se calientan.

Cuando por fin lo dejo salir a tomar aire, Misuk y Taehyung empiezan a aplaudir y a gritar.

Yoongi se ríe y sonríe tanto que creo que mi corazón podría estallar de pura felicidad.

—Los declaro marido y marido. —El juez cierra su Biblia con un chasquido. —Y gracias por la donación de la campaña. Si le parece bien, debería volver a...

—Puede retirarse. Presente el papeleo para que todo sea legal y esté en los libros. ¿Entendido?

Asiente. —Lo haré a primera hora.

—Yoongi Jeon. Eso suena bien, ¿No? —Le beso la punta de la nariz.

Agita el diamante en su dedo. —Ahora sí.

Lo tomo en brazos y me dirijo a las escaleras sin perder el ritmo.

—Supongo que pondremos en marcha el club sin ti y uh, bueno, de acuerdo, adiós, entonces supongo... —La voz de Taehyung se apaga mientras subo las escaleras de dos en dos con Yoongi en brazos.

—¡Oh, mi Dios! —Chilla y se aferra a mi cuello.

—No será la última vez que hagas ese comentario hoy. —Me apresuro a llegar a nuestro dormitorio y lo dejo en el suelo.

—Estamos casados. —Mueve la cabeza lentamente, con incredulidad. —Como casados de verdad.

Me quito el saco y empiezo a desabrocharme la camisa. —Quiero quitarte ese trajecito ahora. —Luego me lo replanteo. —En realidad, quiero que bailes para mí. Quítate todo despacio, ya sabes cómo me gusta.

Tiene un brillo diabólico en los ojos mientras se levanta y se pavonea a mí alrededor. —¿Así? —Mueve las caderas y gira, su redondo culo me hace agua la boca.

—Así. —Me quito la camisa y me siento en la cama para verlo hacer lo suyo.

Algunas personas nacen para ser médicos, o leñadores, o malditos astronautas. ¿Pero Yoongi? Yoongi nació para bailar. Cada movimiento que hace es fluido, como el agua moldeada en la forma de un chico hermoso. Podría mirarlo durante horas. De hecho, lo he hecho. Pero esta vez no. Esta vez, no voy a alejarme. No voy a impedirme ir demasiado lejos. Esta vez, voy a tomar su inocencia y saborear cada maldito pedazo de él. Voy a hacer que se corra hasta que se desmaye. Me duele la polla de necesidad.

Se baja lentamente la cremallera del short mientras se balancea, y luego gira, bajando el short y dejándome ver sus bragas rosas.

—Más. —Gruño.

Una sonrisa pícara se dibuja en sus labios mientras se quita el blazer de los hombros

—Muéstrame, Yoongi. Necesito que me enseñes. —Paso la palma de la mano por mi dura polla y busco la cremallera.

Casi me quito los pantalones cuando un fuerte aullido corta el aire.

Yoongi se detiene, con los ojos muy abiertos. —¡Oh, no! ¡Mama! 

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