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Yoongi

Hago unas cuantas fotos más a los gatitos y a Mama antes de salir del armario. No puedo creer lo rápido que están creciendo ya.

He estado haciendo todo lo posible para pasar el tiempo hasta que Jungkook llegue a casa. Le envié unas cuantas fotos, pero no ha respondido, lo que solo hace que me preocupe más.

Por mucho que no me interese el tal Sook, no quiero que Jungkook lo mate y comience una guerra por el hecho de que el imbécil sea un idiota conmigo. Si tuviera que hacer eso por cada hombre que ha sido grosero conmigo, no quedarían hombres en el mundo.

Debería estar agradecido a Sook. En cierto modo, el hombre jugó un papel en la vinculación de Jungkook y yo tan rápidamente. Me hizo caer en los brazos de mi futuro marido. Jungkook solo debería maltratarlo un poco, no demasiado. Sinceramente, a estas alturas, no me importa lo que le haga mientras vuelva a casa sano y salvo.

Me detengo al final de la escalera cuando veo a dos hombres que reconozco. Y no porque sean hombres de Jungkook. Son los soldados de mi padre. Nunca me ha importado ninguno de los hombres de mi padre.

—Mira quién es. —Se burla Jun. Nunca entendí su odio hacia mí. Ha empeorado en los últimos años.

—¿Por qué estás aquí? —Doy un paso atrás.

—Papi quiere ver a su niño.

Sacudo la cabeza. No quiero verlo. —Esperaré a mi marido.

No espero la bofetada. El lado de mi cara estalla de dolor. El zumbido en mi oído es instantáneo. Me dejo caer de culo en el escalón inferior para no rodar abajo, y luego levanto la mano a la mejilla, sorprendido de que Jun me haya pegado. Puede que mi padre haya sido un imbécil muchas veces, pero nunca me había levantado una mano. Y estoy bastante seguro de que, independientemente de las circunstancias, no se va a alegrar de saber que alguien más lo hizo.

—¿Qué demonios Jun? —Baek tira de Jun hacia atrás, inmovilizándolo contra la pared. Parpadeo, tratando de orientarme.

—La perra gorda cree que puede decir que no. —La rabia brota de Jun. Por primera vez, sus palabras no me duelen. Especialmente cuando veo que sus ojos se detienen en mis piernas.

—¿Intentas que te maten? —Baek le echa en cara. Siempre ha sido el más amable. Pero no hay que confundirlo con amistoso. Él más bien sigue lo que dice mi padre al pie de la letra. Nunca saldría en mi defensa porque fuera lo correcto. En este momento, está actuando en nombre de mi padre.

—Se merecía esa mierda después de haberme dado el esquinazo. —Debe haberse metido en un montón de problemas porque yo me escabullí bajo su vigilancia. Solo puedo imaginar el infierno que mi padre hizo llover una vez que se dió cuenta de que había desaparecido.

—Quizá si hicieras mejor tu puto trabajo no estaríamos aquí. —Da un paso atrás, liberando a Jun de su agarre. —No es su padre el que debe preocuparte en este momento. —Baek me tiende la mano. —Levántate. —Lo ignoro y me levanto por mi cuenta.

Los dos pueden irse a la mierda. Baek tiene razón. Es probable que Jun sea hombre muerto cuando Jungkook descubra que me puso las manos encima. Mi marido quiere matar a Sook por haberme dicho unas palabras feas; no quiero ni imaginar lo que le hará a Jun.

—¿Dónde está mi esposo? —Pregunto. Es imposible que alguien los deje entrar aquí. Jungkook es demasiado posesivo para permitir que dos hombres de mi padre vengan a buscarme, aunque mi padre haya pedido que vaya a verlo. Jungkook me llevaría.

—Es dueño de un club de striptease y está casado contigo. —Jun se burla. —Supongo que está metido hasta las pelotas en otra perra.

Esta vez soy yo quien reacciona. Mi mano conecta con el lado de la cara de Jun. El estallido suena fuerte en la habitación. Baek me tira hacia un lado con tanta fuerza que casi me caigo de nuevo. Pero lo agradezco, porque Jun intenta arremeter contra mí.

No debería haber dejado que sus palabras me afectaran, pero siempre queda esa pequeña duda en mí. No puedo evitarlo. Los años en los que me han dicho que no soy lo suficientemente bueno no pueden lavarse como si fueran tierra. Palabras como esas son más sucias, hieren de una manera que deja una especie de tatuaje que solo yo puedo ver.

—Junta tu mierda. ¿Qué demonios te pasa? —Baek le grita a Jun. —Tenemos que salir de aquí ahora.

—No lo hagas, Baek. —Le digo cuando me agarra por los brazos y tira de mí hacia la entrada donde dos de los hombres de Jungkook yacen en charcos de sangre. —Te matará.

—Tu padre no va a matar a ninguno de nosotros por tu culo gordo. —Escupe Jun.

El odio en sus ojos me hace acercarme a Baek. Está claro que he adquirido algo de agallas desde que estoy con mi Jungkook, pero no soy tan estúpido. Aun así, no puedo evitar picar un poco, sabiendo que Baek está entre nosotros.

—No estoy hablando de mi padre. —Respondo cuando Baek me saca afuera hasta un todoterreno que me espera. Me empuja a la parte trasera. Las puertas se cierran a duras penas y el conductor arranca.

—¿De verdad crees que tu marido va a venir por ti? ¿Qué vale la pena arriesgarse a morir? —Pregunta Jun. Intenta hablar burlonamente, pero puedo sentir la nota de miedo en su voz.

—No lo creo. Lo sé.

Jun se echa a reír. —Quizá se enfade, pero eso es todo ego. En realidad le importas una mierda. Jungkook Jeon solo te hizo su esposo porque no le quedó otra opción una vez que descubrió quién eras.

—No. —Sacudo la cabeza. —Él me ama.

Debe ver el pequeño indicio de duda en mis ojos, porque Jun solo se ríe más fuerte ante mi respuesta. No quiero creerle. Por otra parte, Jungkook me llevó al altar luego de que mi padre se fuera. ¿Es por eso que se casó conmigo después de todo? 

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