capítulo 22

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Llamadas de peligro.

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Evangeline:

No puedo entender la preocupación de Benjamín al presentarme a sus padres, si había salido mejor de lo esperado. Su madre es adorable, estaba muy atenta de que me sintiera cómoda y la comida me gustara. Conversamos por horas, me conto cosas de la niñez de Benja, de esas vergonzosas que solo las madres cuentan.

Su padre, Antonio, no es como Inés. Él apenas sonreía, nos estudiaba demasiado con la mirada, como si buscara el fallo de la relación, algo que le alerte cuan falso es esto. Sentí que estábamos quedando expuestos, y no quise que descubran la verdad. Ya estábamos aquí, debía salir todo perfecto.

Note que la mirada de su padre, a Benjamín lo ponía tenso. Supe entonces, que el conflicto no es con su madre, sino con el señor Harrison. Y que probablemente, haya sido el causante de que Benjamín tuviera que irse de su casa. Antonio tiene acciones en una empresa importante, quería que su hijo lo acompañara en el negocio.

Comienzo a sospechar, que son el tipo de padres que forman la vida de sus hijos, le buscan prometidas para mantener el estatus alto. Los que se preocupan más por la apariencia, y la opinión de los demás, que la suya propia. Esos, que de los que les parece más importante su apellido y el respeto que reciben.

De a poco creo darme cuenta que sucede aquí.

Puedo comprender lo que es tener el dinero, pero sentir que es superficial. Que la vida no funciona por muchos billetes que tengas bajo el brazo. Yo estuve encerrada en una casa por años, pero Taddeo y Benjamín permanecieron también encerrados de alguna manera. Su escape de ambas familias, me parece lo justo.

Cuando terminamos el almuerzo, la madre de Benjamín me llevo al living de la casa, para ver el álbum de fotos familiar. No puedo evitar esconder mi asombro, ante el maravilloso hogar que tienen. Aunque debo admitir, que lo mantiene en lo tradicional. No adornan las paredes de obras costosas, ni tienen lujos excesivos. Me gusta, se parece al estilo de Benjamín, clásico y refinado.

Al encontrarme viendo las fotos de Benjamín cuando era pequeño, no pude evitar preguntarme si mis padres conservaran las mías. Nunca quiero recurrir a esos pensamientos, porque me duele pensar en ellos. Me gustaría saber si también tiene recuerdos de mí, o si acaso piensan en mí de vez en cuando.

Todas las fotos de mi niñez y adolescencia, son bajo la máscara de Wendy Meyer. Como si Evangeline dejara de existir, ese día que me alejaron de mis padres. Y creo, que fue así.

Cuando Inés me compartía conmigo la página más especial, fue cuando su esposo apareció y pidió hablar con ella a solas. Ambos se alejaron, dejándome observando el inmenso álbum, que pesa demasiado para mi gusto.

—Estupendo, ya saco las fotos de cuando era pequeño. — Benjamín aparece tras de mí, con un semblante no tan feliz.

—Eras un bebé muy lindo. — señale la foto, de él jugando en el jardín de su casa.

Tenía unos mofletes muy redondos, de esos que quieres pellizcar.

—Me lo decían mucho. — desvía su mirada a otra parte.

seguí mirando los recuerdos de su niñez.

—Mi padre no nos creyó ni mierda. Ahora mismo debe estar llenándole la cabeza a mi madre en nuestra contra.

Al escucharlo, dirigí mi mirada en la dirección donde estaba puesta la suya. Y podía tener razón. Sus padres conversan algo estúpidamente secreto, lanzando miradas fugaces hacía nosotros. Estaba claro que somos el tema de su charla.

Lazos EntrelazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora