𝟒. 𝐋𝐚 𝐚𝐝𝐨𝐥𝐞𝐬𝐜𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚

4.5K 302 67
                                    

|EVE|

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

|EVE|

La adolescencia no es una etapa fácil para casi nadie. Apostaba que para nadie. La adolescencia suponía pasar por un proceso de enormes cambios a los que no todos estábamos preparados para enfrentar. ¿Qué había de esos niños que eran arrancados del colegio para ser escupidos en otro centro educativo muy distinto al anterior y denominado "instituto" en donde carecían los críos y abundaban adolescentes con las hormonas por las nubes? ¿Acaso los adultos pensaban que ese cambio tan drástico era algo ameno?


No era fácil. Nada fácil. Todo en ti cambiaba. Desde la alteración en tu humor, las diferencias en tu cuerpo, el terremoto en tu salud mental y la erupción peligrosa en tus emociones. Pasabas a ser una nueva versión tuya. Una en la que te costaba acoplarte y descubrir que esa persona, con el interior en llamas, eras tú. En ese popurrí de cambios físicos, psicológicos y demás, te convertías en una montaña rusa de emociones y decisiones. Más malas que buenas.

La pubertad, el período en el que no llegabas a ser un adulto, ni tampoco un niño, era de las experiencias más complicadas a las que me había enfrentado jamás.

Un día pasabas de jugar en un recreo lleno de niños que peleaban por la mitad de un bocadillo a encontrarte rodeada de orangutanes desesperados por cumplir sus primeras veces a todo coste. Podías encontrarte a dos gorilas discutiendo por haberse pillado de la misma chica. Las diferencias no eran muy distintas si te parabas a pensarlo, más que nada porque los "medio adultos" no eran conscientes de que se comportaban peor que esos críos al discutir por boberías y al tratar a una mujer como un aperitivo.

Adolescentes. Adolescentes. Y más adolescentes. Para continuar con el ciclo de la vida, eso era en lo que debías convertirte en tiempo limitado. Como si tuvieses que unirte a una secta antes de que ellos mismos te usasen como cebo para un sacrificio. O te integras o te despellejan. Sin punto intermedio.

Salir ileso de aquel desastre natural era tarea complicada. Ese proceso de metamorfosis, duro y complejo, no era para cualquiera. Ni siquiera para una chica como yo; una chica invisible. Aun pasando desapercibida en numerosas situaciones, seguías temiendo convertirte en ese cebo de tiburones. Te aterraba la idea de que alguien te descubriese en mitad del mar y te despellejasen en pedazos. Pero en fin, a quién le importaba conocer lo complicado que era sentirse como una presa, una ignorada.

A mis pulmones parecía que sí que les importaba aquello. Toda esa chapa sobre la mocedad se debía a que mi cerebro había percibido que me encontraba siendo un pez, más que nunca. Estaba rodeada, atrapada entre la corriente y los marrajos que se acercaban sin cuidado. Por un lado me pasaban, me empujaban hasta llevarme a las taquillas de la pared y me pisaban. Me trataron con ferocidad como un huracán al paso. Hasta que la solución llegó a mí. Alguien me sacó de allí, librándome de recibir un fuerte pisotón de un par de botas femeninas.

𝐔𝐧 𝐁𝐞𝐬𝐨 𝐈𝐧𝐞𝐱𝐩𝐞𝐫𝐭𝐨Where stories live. Discover now